06 Febrero 2023
EL FINAL. La Justicia señaló que no se podía frenar el hundimiento.
La Marina brasileña hundió el viernes por la tarde, en el océano Atlántico, al último portaaviones de su flota. El mismo pesaba 30.000 toneladas y contenía materiales tóxicos. Este hecho generó alarma en múltiples ONGs ambientales, entre ellas Greenpeace quienes se manifestaron al respecto.
En un comunicado, la Marina informó que el hundimiento se llevó a cabo a 350 km de las costas brasileñas. El portaaviones francés terminó en manos brasileñas, pero en el último tiempo nadie lo quería ya que estaba fuera de servicio y era inminente su “hundimiento espontáneo”, por lo que Brasil optó por uno “planificado y controlado”.
Diversas ONGs ambientales criticaron esta decisión debido a que el portaaviones estaba lleno de amianto, pinturas y otros desechos tóxicos.
El Ministerio Público Federal de Brasil intentó frenar el hundimiento con múltiples recursos ante la Justicia. “Una nota técnica del Instituto Brasileño de Medioambiente (Ibama) apunta hacia un riesgo de daños ambientales graves en caso de un eventual hundimiento, especialmente porque el casco está averiado”, argumentó.
Planteos
Las ONG Greenpeace, Sea Shepherd y Basel Action Network afirmaron en un comunicado conjunto que el hundimiento viola “tres tratados internacionales” sobre medioambiente y causará daños “incalculables”, con “impactos a la vida marina y las comunidades costeras”.
A pesar de esto, el juez que aprobó su hundimiento dijo que “frenar el hundimiento “probablemente” sería “inútil”, dada “la inminencia de hundimiento espontáneo del casco, que en nada favorecería el medio ambiente y podría traer riesgos a la vida de la tripulación involucrada en el remolque”.
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