La misa de hoy: Ser portador de la Luz de Cristo

La misa de hoy: Ser portador de la Luz de Cristo

Por Pbro. Marcelo Barrionuevo.

05 Febrero 2023

En el Evangelio de la Misa de este domingo nos habla el Señor de nuestra responsabilidad ante el mundo: “Vosotros sois la sal de la tierra...Vosotros sois la luz del mundo”. Y nos lo dice a cada uno, a quienes queremos ser sus discípulos.

La sal da sabor a los alimentos, los hace agradables, preserva de la corrupción y es un símbolo de la sabiduría divina. En el Antiguo Testamento se prescribía que todo lo que se ofreciera a Dios llevase la sal, significando la voluntad del oferente de que fuera agradable. La luz es la primera obra de Dios en la creación, y es símbolo del mismo Señor, del Cielo y de la Vida. Las tinieblas, por el contrario, significan la muerte, el infierno, el desorden y el mal.

Los discípulos de Cristo son la sal de la tierra: dan un sentido más alto a todos los valores humanos; evitan la corrupción y traen con sus palabras la sabiduría a los hombres. Son también luz del mundo, que orienta y señala el camino en medio de la oscuridad. Cuando viven según su fe, con su comportamiento irreprochable y sencillo, brillan como luceros en el mundo, en medio del trabajo y de sus quehaceres, en su vida corriente. En cambio, ¡cómo se nota cuando el cristiano no actúa en la familia, en la sociedad, en la vida pública de los pueblos! Cuando el cristiano no lleva la doctrina de Cristo allí donde se desarrolla su vida, los mismos valores humanos se vuelven insípidos, sin trascendencia alguna, y muchas veces se corrompen.

Cuando miramos a nuestro alrededor nos parece como si, en muchas ocasiones, los hombres hubieran perdido la sal y la luz de Cristo. «La vida civil se encuentra marcada por las consecuencias de las ideologías secularizadas, que van, desde la negación de Dios o la limitación de la libertad religiosa, a la preponderante importancia atribuida al éxito económico respecto a los valores humanos del trabajo y de la producción; desde el materialismo y el hedonismo, que atacan los valores de la familia prolífica y unida, los de la vida recién concebida y la tutela moral de la juventud, a un “nihilismo” que desarma la voluntad para afrontar problemas cruciales como los de los nuevos pobres, emigrantes, minorías étnicas y religiosas, recto uso de los medios de información, mientras arma las manos del terrorismo». Hay muchos males que se derivan de «la defección de bautizados y creyentes de las razones profundas de su fe y del vigor doctrinal y moral de esa visión cristiana de la vida, que garantiza el equilibrio a personas y comunidades». Se ha llegado a esta situación -en la que es preciso evangelizar de nuevo al mundo- por el cúmulo de omisiones de tantos cristianos que no han sido sal y luz, como el Señor les pedía.

No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una luz para ponerla debajo del celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa, nos sigue diciendo el Señor en el Evangelio de la Misa. Alumbre así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Y para eso es necesario, en primer lugar, el ejemplo de una vida recta, la limpieza de conducta, el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas en la vida sencilla de todos los días. La luz, el buen ejemplo, ha de ir por delante.

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