Sexualmente hablando: El preservativo vaginal

Sexualmente hablando: El preservativo vaginal

El preservativo vaginal, también llamado preservativo interno o preservativo femenino, es un método anticonceptivo de barrera que, además de evitar embarazos no deseados, protege contra el VIH y otras infecciones de transmisión sexual. Consiste en una funda, tipo bolsita, que se encaja dentro de la vagina y que tiene dos anillos flexibles en cada extremo, uno más grande que el otro. El más pequeño, que se encuentra del lado cerrado, se coloca adentro, en la parte más alta del canal vaginal. El anillo más grande -que está en el extremo abierto de la bolsita, para permitir la penetración- permanece por fuera de la vagina y cubre la vulva.

A diferencia de los preservativos masculinos o para pene, que en su gran mayoría están hechos de látex, estos son de un plástico delgado y resistente llamado poliuretano. También existen otras versiones más económicas hechas de nitrilo.

Uno de los beneficios de este método es que su material transmite el calor del cuerpo, lo cual aumenta la sensibilidad. Otra de las ventajas: puede ser colocado hasta varias horas antes de la relación sexual, evitando así la interrupción del clima erótico (y dando poder y control a la persona con vagina para cuidarse).

El uso correcto requiere cierta práctica: con la experiencia se va haciendo más fácil introducirlo y retirarlo de la vagina. Al igual que los preservativos que conocemos, debe utilizarse uno por relación sexual (y a diferencia de estos otros, está diseñado sólo para el coito vaginal). Ambos tipos de profilácticos no deben combinarse, ya que no aumentarán la protección: por el contrario, la fricción podría romperlos. Utilizado correctamente, el preservativo interno tiene una efectividad del 95%.

Impopular

A pesar de todas sus virtudes, el condón femenino históricamente no fue muy popular. De hecho en nuestro país no está disponible. Entre los contras está que su costo es más elevado que el de los peneanos (lo que también tiene que ver con la no demanda a escala). Pero también gravitan los condicionamientos culturales: muchas lo consideran estéticamente indeseable y hay quienes se quejan de que produce cierto ruido poco sensual al momento de la penetración, lo que les resulta deserotizante (algo que el uso de lubricantes puede conjurar).

Sin embargo estas tendencias han empezado a modificarse de forma notable. Así lo demostró una investigación muy reciente del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Argentina (Unfpa), con el apoyo del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA) y una beca de Salud Pública del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires. La misma se hizo sobre una muestra de 100 mujeres (con y sin VIH), de entre 16 y 29 años, residentes del Área Metropolitana de Buenos Aires, sexualmente activas y que tenían relaciones con penetración pene-vagina. La encuesta determinó una alta aceptabilidad: el 98% consideró que debe ser incorporado en la política pública; el 97% dijo que su pareja sexual aceptó su uso; el 96% lo recomendaría; y el 80% lo volvería a usar.

Lo cierto es que mujeres de todas las edades preguntan cada vez más sobre este anticonceptivo que les permite decidir con autonomía sobre su vida sexual y reproductiva.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios