¿Hijos frágiles? Mejor dejarlos que se frustren, se esfuercen y esperen

“Es todo un arte alcanzar un equilibrio entre los límites y los permitidos”, expresa Maritchu Seitún.

OBJETIVO: Tenemos que tratar que los chicos lleguen a la cama pensando que los padres están contentos con ellos.   OBJETIVO: Tenemos que tratar que los chicos lleguen a la cama pensando que los padres están contentos con ellos.
09 Enero 2023

Por Soledad Nucci - Especial para LA GACETA

“A diferencia de lo que sucedía años atrás, la sociedad de consumo y los padres permisivos, a los que les cuesta decir que ‘no’, han logrado hoy que los niños no sepan esperar , frustrarse y esforzarse. Viven en un mundo en el que nada les alcanza. Se los consiente en demasía”. Quien habla es la psicóloga especializada en crianza Maritchu Seitún.

“Es todo un arte alcanzar un equilibrio entre los límites y los permitidos. Quizás los padres autoritarios, de generaciones anteriores, se pasaban de arbitrarios. Pero ahora vemos que ocurre lo contrario”, añade la experta, quien no se cansa de pregonar que los padres deben dejar que sus hijos se equivoquen (obviamente, cuando no haya consecuencias serias). “Dejarlos tomar resoluciones que no afecten su seguridad, su salud y que no sean éticamente incorrectas les permite que aprendan a evaluar sus decisiones”, expresa, y como si fuese un mantra enseguida repite: “permitan que aprendan a pensar solos y que pierdan el miedo al error”.

“Los adultos tienen que marcar las líneas de la ruta. Les da seguridad. Y los niños tienen que aprender, con el tiempo y nuestro apoyo, a no pasarlas. Se trata de formarlos para más adelante, cuando inevitablemente las circunstancias de la vida los frustren. Entonces, tendrán que sostenerse con los recursos y las herramientas que adquirieron en su infancia. En la adolescencia, por ejemplo, son inmaduros; aún así, andan por el mundo tomando decisiones”, añade Seitún, una figura pública especializada en orientación a padres.

Sus libros se han convertido en grandes divulgadores de cómo construir una familia con vínculos respetuosos, cómo criar hijos confiados, cómo acompañar a los bebés a dejar los pañales o cómo poner límites, entre otras cuestiones. “No hay educación posible sin frustración y sin enojo de los hijos”, reitera. “Un límite bien puesto no arruina la autoestima; el mal puesto, en cambio, sí la arruina. Tenemos que ir entregándoles a los chicos sus propias responsabilidades”, prosigue.

“Ahora y por suerte, los chicos se saben seres queridos incondicionalmente. En consecuencia, reclaman y exigen. Además, cuando son chiquitos su egocentrismo infantil, normal y saludable, los hace que se sientan dueños del mundo, de nosotros mismos, de nuestro tiempo y de nuestro dinero. La tarea de decir que ‘no’ es nuestra”.

- ¿Dónde está el punto medio entre un padre empático y uno autoritario?

- Es fundamental ponerse en el lugar del hijo; comprenderlo. Y al mismo tiempo, tener la capacidad de decirle que ‘no’ ante ciertas cosas .Se puede ser firme y empático sin ser malo o abusivo.

- ¿Cómo se les da fortaleza?

- La frustración fortalece. Cuando un hijo atraviesa una situación de este tipo, es fundamental estar a su lado; mostrarle que no se encuentra solo.

- ¿Qué sería un límite bien puesto?

- Tenemos que lograr que los chicos lleguen a la noche a la cama diciendo: mis papás están contentos conmigo; entonces yo estoy contento conmigo mismo. Eso conduce a autoestimas sólidas, a adecuados recursos defensivos y a crecimientos saludables. Le doy algunos ejemplos prácticos para los más chiquitos: pocas cosas prohibidas (las que realmente valgan la pena) y dejar pasar algunas cuestiones menores (lo que no ocurrió justo delante de nosotros, como que le haya quitado el juguete al hermanito).

Evitar situaciones

Llegado este punto, la psicóloga sugiere evitar enfrentamientos en situaciones en las que podemos no ganar, como comida, sueño o control de esfínteres. “No es posible obligar a los chicos a comer lo que no quieren comer ni a quedarse dormidos (sí a permanecer en la cama). Son temas que se manejan de otra forma (con cuentos y con juegos); de lo contrario se convierten en síntomas y fuentes de problemas de todo tipo”, expresa.

Seitún advierte que los grandes no deben estar encima de los chicos, respirándoles en la nuca y observando cada paso que dan. “Otro tip necesario es hablarles claro y concreto. Muchas veces, los más chiquitos no hacen caso porque no entienden lo que se les dice”, aclara.

Por último, menciona la importancia de los hábitos. “Sin convertirnos en esclavos, la estructura, la rutina y la anticipación son los tres pilares de la obediencia, porque ellos saben a qué atenerse. De ese modo no se resisten tanto al baño, a las tareas, a guardar o a preparar el uniforme”, cierra.

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