Escenario opositor con una fórmula sorpresiva

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Juan Manuel Asis
Por Juan Manuel Asis 13 Noviembre 2022

Un teatro de operaciones; es lo que se observará la semana que se inicia, especialmente en la oposición, con sus protagonistas y probables maniobras sorpresivas de último momento, como ya veremos. Y con espectadores de lujo, aunque ocultos en las sombras de las plateas: los oficialistas, ansiosos de descubrir a los culpables de sus alegrías o de sus preocupaciones de cara a 2023. En el Gobierno, sin embargo, hacen apuestas sobre cómo será finalmente el desenlace de la obra, que por ahora tiene todos los condimentos políticos para una puesta de suspenso: intriga, lealtades, traiciones, desconfianza, espías y doble espías, e inocencias. Un auténtico trabajo de Hitchcock, se podría decir; aunque otros preferirían sostener que se trata de una obra de terror, digna de Stephen King.

Lo real es que el tiempo electoral está corriendo y mete presión adicional, porque a Juntos por el Cambio le queda cada menos tiempo para arreglar sus cuitas internas y, nada menos, resolver el sistema por el que se definirán las candidaturas ejecutivas: gobernador, intendentes y comisionados rurales. El consenso, el instrumento que evita discordias, resentimientos y heridos -el arma predilecta de los peronistas cuando huelen que el acceso al poder está al alcance de las manos, como en 2019-, no parece que vaya a ser el camino a elegir. Sería así, más que nada por las ambiciones de los principales referentes del espacio, que públicamente han expuesto sus aspiraciones y que los enfrenta por el mismo puesto: Roberto Sánchez (UCR), Germán Alfaro (PJS) y Sebastián Murga (CREO).

Los tres quieren ser gobernador, aunque el intendente capitalino envió señales de que podría renunciar a la candidatura; lo que más que nada debe interpretarse como una invitación a sus pares a que finalmente sea el consenso el que se imponga. Un gesto destinado a evitar quiebres que afecten el espectáculo y que le baje el telón por anticipado a la obra opositora; aunque seguro igualmente habría aplausos: el de los oficialistas. Un pacto, o un acuerdo político entre dirigentes, teóricamente fortalecería al espacio porque mantendría -también en teoría- a todos los jugadores dentro del equipo, transpirando por igual la camiseta. No es garantía suficiente, pero sí necesaria.

El otro método que la conducción nacional de Juntos por el Cambio les bajó a los tucumanos es usar encuestas para determinar quién obtiene más consideración para encabezar la coalición; sin embargo, es el medio al que se le rehuye porque es el más discutible y menos confiable. Y porque cada uno iría con su propio muestreo bajo el brazo, con sus propios números, lo que implicaría una pérdida de tiempo. Y la oposición lo que más debe evitar es incorporar elementos irritativos a una interna ya de por sí, conflictiva.

Ayer, el concepcionense volvió a insistir: soy candidato a gobernador, y no se baja. Tendrán que convencerlo de que él no es el indicado, o ganarle en una interna para doblegarlo. Murga, por su lado, ratifica que quiere llegar a la Casa de Gobierno, pero liderando la boleta opositora. Choque de intereses. Sin embargo, en las últimas horas se viene rumoreando sobre una fórmula compartida entre ellos, lo que vendría a ratificar la alianza entre radicales y CREO que se concretó en las primarias del año pasado y que venció en el rubro diputados nacionales al binomio PJS-PRO. Es decir los que se impusieron a Alfaro, el tercero en la disputa.

Las versiones hasta ayer parecían más una advertencia al contrincante interno peronista, de dos contra uno. Pero, según se menciona, mañana, en un acto en un hotel céntrico se lanzaría la fórmula Sánchez-Murga. De suceder, le pondría presión al intendente capitalino.

Entonces, los gestos y las posibles movidas de los protagonistas eliminan el consenso y las encuestas como instrumentos posibles para superar el entredicho interno; por lo que solo quedaría en la mesa de discusión la elección interna a través de las urnas. Justamente con esta posibilidad es la que viene jugando Alfaro que, también en modo advertencia, pidió ir a internas, cerradas o abiertas, mostrando que confía en su poder territorial. Y, más que nada, en la posible fractura del voto radical, producto de las divisiones entre sus referentes, que están dispersos en varios espacios y enfrentados entre sí por los choques de intereses y miradas sobre cómo debe encararse el proceso electoral.

Justamente, en las PASO del año pasado, hubo un tercer grupo que compitió en contra de Sánchez y de Alfaro, la dupla José Cano-Silvia Elías de Pérez. ¿Hacia dónde migraría ese voto radical que los acompañó si eventualmente se llega a las urnas en la alianza opositora? Un elemento a sopesar por los principales actores de esta trama. La pregunta es casi obvia; ¿Alfaro irá por ese lado o saldrá con alguna novedad política eligiendo a su segundo?

De cualquier forma, subirán al escenario el martes según la cartelera que han dado a conocer, pero la trama es secreta, solo tiene indicios para mantener captada la atención. El oficialismo compró los boletos de primera fila para verla a la espera de observar el desenlace, si es que lo hay; y hasta se dice que tiene sus propios actores metidos en la obra para tratar de digitar un final que le convenga, un final explosivo. ¿Habrá sorpresa? Ser o no ser todos opositores, esa es la cuestión para Juntos para el Cambio.

Al margen de las discusiones respecto del método para decidir cómo se definen las candidaturas, que es lo primordial para la oposición, hay una situación que puede influenciar en este proceso de debate interno y que deberían sopesar los dirigentes opositores: el tiempo entre los comicios provinciales y la fecha de presentación de precandidatos para competir en las PASO de agosto del año entrante. ¿Por qué? Porque los que pierdan, y el modo en el que resulten derrotados (suponiendo que la oposición pierda ante el Frente de Todos en la provincia el 14 de mayo), pueden aspirar a pelear por una banca de diputado nacional en las generales.

Ese cargo ya lo tiene, por ejemplo, Sánchez, por lo que queda fuera de esa eventual disputa a futuro, pero no el resto. Léase Alfaro, Murga, Ramiro Beti y el resto de los referentes de la coalición. La distancia entre los procesos electorales, provincial y nacional, permite que en eventuales negociaciones para resolver lo local se puedan incluir aspectos relacionados con lo nacional. Para simplificar, algo así como: no serás gobernador, o vice, pero tenes asegurada la postulación a diputado nacional.

El combo de una posible negociación, entonces, no tendría que ajustarse a la discusión por las candidaturas provinciales, sino por considerar el plano nacional como parte de una negociación más amplia. Ya supo suceder en la historia tucumana, cuando se resolvió la llegada al poder de un candidato peronista a cambio de una senaduría a futuro y de ocupación de ministerios. Nuevos naipes, o alternativas, para llegar al escenario de la oposición.

Cuando se reúnan se sabrá si es que alguien estuvo merituando esta posibilidad, o si ni siquiera se la contempló por lo menos para superar diferencias internas a partir de incorporar en la negociación elementos extras, pero posibles de ser arrojados a la mesa. Sea que pase o no, vale señalar que el tiempo entre los comicios provinciales de mayo hasta la presentación de los precandidatos para competir en las primarias abiertas es de 42 días. Seis semanas para acomodarse para encarar otra campaña electoral, incluso hasta para aquellos que puedan resultar electos legisladores provinciales ya que una buena elección los puede catapultar a intentar pelear por una banca en la Cámara Baja.

Para ser más claros, la ley electoral nacional establece que la presentación de los precandidatos para las PASO debe hacerse 50 días antes de los comicios. Si esta votación debe hacerse el 13 de agosto de 2023, aquella instancia debe cumplirse el 25 de junio. O sea, 42 días después de la elección provincial. Seis semanas para repensar qué hacer después de haber probado suerte en la votación provincial.

A esperar un buen juego de truco en la oposición.

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