El mercado hace sus apuestas electorales

¿Qué sucederá con las acciones y con el dólar?

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Marcelo Aguaysol
Por Marcelo Aguaysol 29 Octubre 2022

El clima electoral ya se percibe. La política trata de acomodarse al escenario de recambio en medio de fuertes pujas dentro de las coaliciones mayoritarias para encontrar la mejor oferta para los argentinos que irán a las urnas en 2023. Pero el mercado también vive su propia elección. Por estos días se observan escenarios de apuestas que repercuten, por ejemplo, en el valor de las empresas que cotizan en Bolsa. A ese proceso de lo denomina “trade electoral”.

El mercado de deuda en pesos se encuentra saturado y el Banco Central se encuentra interviniendo en la curva CER (Coeficiente de Estabilización de Referencia) para evitar un episodio como el de junio/julio de este año. En este marco, es posible que se haya dado una salida desde bonos en pesos a hacia títulos en dólares, que se encuentran con paridades mínimas, advierte GMA Capital. Por otro lado, de acuerdo con las experiencias pasadas, sería algo temprano para comenzar a hablar de un trade electoral, advierte la consultora. Mientras tanto, la calma financiera en los tipos de cambio libres permitió ganancias en dólares superiores al 30% en 3 meses. La pregunta en boca de todos es por cuánto tiempo más esta dinámica continuará, en especial por los desequilibrios macroeconómicos que se están acumulando.

¿Dónde se unen las expectativas electorales de la política con las del mercado financiero? Hace poco, el diputado Máximo Kirchner dio a entender que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no se postularía como candidata en 2023. Este hecho coincidió con la revalorización de los títulos en dólares, por lo que se ingresó en temporada alta de debate sobre si comenzó o no el “trade electoral”. Vale aclarar que la suba de los bonos en dólares ya estaba en curso previo a esas declaraciones. Aun así, a un año de las elecciones generales parece apropiado revisar experiencias previas. En esta línea, GMA analiza la valorización de la deuda argentina por encima de la del resto de los emergentes para buscar comportamientos idiosincráticos.

-El escenario político/electoral actual tiene algunas semejanzas con el de 2015. En aquel momento, los bonos en dólares habían comenzado a responder ya un año antes de los comicios generales, con alzas que superaron el 18% (por encima de la dinámica emergente) entre octubre de 2014 y 2015. Aun así, la mayor aceleración se dio entre las elecciones generales y el ballotage.

-En apenas un mes los títulos en moneda extranjera treparon 9%. Otra experiencia que el mercado recuerda es la de 2013. En ese caso, el “trade electoral” puso primera en mayo, a tres meses de las PASO y a casi seis de las generales.

-Más allá del antecedente 2015, en la mayoría de casos la apuesta se concentró con mayor precisión entre los tres y seis meses previos a las elecciones. Tomando como punto de partida las PASO, el análisis podría sugerir que a partir de febrero próximo deberíamos empezar a ver las primeras jugadas sobre el resultado electoral de agosto y octubre de 2023.

De todas formas, apuntan los economistas Nery Persichini y Santiago Franco, existen varios factores que podrían retrasar aún más el “trade electoral”.” Teniendo en cuenta que son bonos con vencimientos a largo plazo, un resultado electoral favorable para la oposición no es garantía de mucho. Para tomar dimensión, solo el 44% de los vencimientos del GD30 (uno de los Globales más cortos) serán durante la próxima gestión”, indican los expertos de GMA. El gran desafío de la próxima gestión será estabilizar la macroeconomía exitosamente para alcanzar solvencia fiscal, reforzar reservas netas y empezar a recuperar la confianza del mundo. Pero como el punto de inicio podría ser incluso más comprometido que el de 2015 y el regreso a los mercados internacionales todavía suena a ciencia ficción, el mercado sigue desconfiando de que Argentina esté en condiciones de pagar entre 1% y 2% del Producto Bruto Interno (PBI) en materia de cupones de renta de la deuda reestructurada. Mientras tanto, la falta de un orden macroeconómico y una posición de liquidez externa limitada hicieron que Fitch, una de las principales agencias crediticias, le bajara el rating a Argentina de “CCC” a “CCC-“. El acuerdo con el Fondo y las metas cuantitativas que incluye parecen ser casi parte del “Plan Llegar” del Gobierno nacional, señalan los economistas. Adicionalmente, la Argentina no tiene un mal historial crediticio, sino más bien un prontuario de defaulteador serial: de los 10 impagos de la deuda externa, tres se concentraron en los últimos 20 años. Así, tanto los antecedentes como la realidad actual impide que los bonos coticen por rendimiento y sigan operándose por paridad con elevadas probabilidades implícitas de default, indica el reporte de GMA.

¿Y el dólar?

Alejado del bullicio de las curvas, la calma de los precios libres del dólar, en un contexto de aceleración inflacionaria y elevadas tasas nominales, garantizó retornos en dólares para enmarcar. En los últimos tres meses, el retorno total de una inversión clásica como el plazo fijo fue 26% en dólares (152% anualizado), apunta GMA. En el caso del plazo fijo UVA, la recompensa asciende a 33% o 211% anualizado en moneda dura. Con la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía de la Nación, el dólar financiero pasó de $ 330 a $ 280 y se mantuvo estable por casi tres meses, con una brecha que volvió a ubicarse debajo del 100%. Por otro lado, el endurecimiento monetario, que llevó a las tasas anualizadas por encima de los tres dígitos, fue el segundo driver que permitió esas ganancias extraordinarias.

Pero los árboles no crecen hasta el cielo, alerta la consultora. Una brecha de 98%, la más baja en cuatro meses, aunque asistida por un “crawling peg” (devaluación controlada) de 110% que cierra el gap cambiario desde abajo, parece ser un valor retrasado para los desequilibrios que la economía está acumulando, apuntan los consultores. Sergio Massa y su empoderamiento sobre la botonera de la macro, si bien evitaron el abismo financiero en julio y reconstituyeron reservas netas por U$S 5.000 millones gracias al “dólar soja”, no representan una condición suficiente para aplacar a un mercado al que las cuentas empiezan a no cerrarle. 

De continuar esta dinámica, consideran, la película que sigue implica menos dólares (con restricciones a las importaciones y un tipo de cambio real en niveles mínimos en 5 años) y más pesos, debido a la dificultad de renovar los vencimientos de más $ 11 billones hasta finales del 2023 con casi el 90% de los compromisos indexados, pasivos remunerados con ratios no vistos desde los años 80, gasto público que ajusta a paso lento y presiones sindicales para seguir con la indexación. En estas circunstancias, es probable que las inversiones en pesos hayan visto lo mejor de su rally y den lugar al conocido proceso de dolarización de carteras en el preludio de la carrera presidencial, reflexionan los economistas. “En este contexto, para aquellos quienes están dispuestos a digerir mayores dosis de volatilidad, los títulos soberanos en dólares parecen instrumentos atractivos, teniendo en cuenta que operan a paridades mínimas en términos históricos, ofrecen cobertura cambiaria (desde arriba) y garantizan retornos interesantes aún en los escenarios de reestructuración más ácidos”, sugieren.

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