San Martín: errores capitales

San Martín: errores capitales

Si bien la eliminación se terminó consumando el sábado, había comenzado a gestarse tiempo atrás

ÚLTIMA CAMINATA. De Muner se retira rumbo al vestuario tras la eliminación. El entrenador hizo pública su renuncia. ÚLTIMA CAMINATA. De Muner se retira rumbo al vestuario tras la eliminación. El entrenador hizo pública su renuncia. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

“Al equipo no se lo vio suelto, no se lo vio fluir, no se lo vio jugar, no se lo vio concentrado, no se lo vio atento... Este no fue el San Martín que jugó a lo largo del torneo”, advirtió Pablo De Muner durante un pasaje de la conferencia de prensa pos eliminación. Y en parte, el entrenador tiene razón.

El San Martín que había recogido elogios durante las primeras fechas de la temporada, o aquel que supo sumar un buen porcentaje de puntos en el torneo no estuvo presente en la noche de sábado en La Ciudadela.

El “Santo” jugó mal y fue superado de principio a fin. No compitió nunca, no mostró rebeldía, no tuvo carácter para torcer una historia que pareció sentenciada desde el mismo momento en el que Nicolás Benegas marcó el 1-0, casi en el amanecer del duelo.

Todos y cada uno de los jugadores fueron superados durante los 90 minutos y no se pudieron despertar ni gracias el aliento popular. No estuvo en cancha el “Santo” y una muestra irrefutable de ello fue que ni bien se consumó la eliminación, los futbolistas se retiraron cada uno por su cuenta del campo; casi sin reunirse en el centro y sin levantar los brazos hacia los fieles que los habían acompañado durante todo el campeonato.

No fue el San Martín de siempre. O tal vez sí, incluso mostrando la peor imagen de todas que podría haber exhibido. Porque el declive del equipo en el torneo fue clarísimo. Y si uno se pone a desglosar el torneo, se da cuenta que en la última docena de partidosSan Martín cayó en picada; en rendimiento y en producción.

Las imágenes que había dejado en las derrotas contra San Telmo y Villa Dálmine o en los insulsos empates contra Deportivo Riestra, Gimnasia de Jujuy e incluso contra All Boys (pese a que en esa ocasión logró levantar un 0-2) no invitaban a ser muy optimistas; aunque el “Santo” se las arreglaba para ganar rápido otro partido para “maquillar” los defectos.

El equipo había perdido la fluidez de su juego y además se lo notaba uno o dos cambios por debajo del resto de sus oponentes. Otro punto clave es que a lo largo de los 38 partidos que jugó durante la temporada (37 por el torneo de la Primera Nacional y uno por la Copa Argentina), nunca pudo dar vuelta una historia que comenzó mal. Ocho veces arrancó perdiendo. Terminó igual -incluso sin convertir goles- en cinco ocasiones, y al menos pudo empatar en tres (Agropecuario, Atlético de Rafaela y All Boys).

Ese es un dato contundente pese a que muchos no lo hayan querido ver; ni siquiera el psicólogo deportivo que trabajó junto al grupo durante el año. Un error de principiante porque que un equipo se caiga ante la primera adversidad es una señal de alarma inequívoca.

“No estuvimos a la altura”, dijo de manera terminante De Muner, intentando asumir todas las culpas. “No hay que señalar a nadie; sólo a mí y a mi cuerpo técnico. Somos los máximos responsables de no haber podido lograr el objetivo”, sentenció cuando alguien insinuó que algunos jugadores no habían dado la talla. Pero no es así; porque este “golpazo” no es culpa de un entrenador o de tal o cual jugador. Es producto de una sucesión de errores y de (malas) decisiones que posibilitaron que el sueño se termine derrumbando cual efecto dominó.

Pese a que defendió en todo momento a sus jugadores, el entrenador no come vidrio y es consciente de las falencias que tuvo su equipo durante el año. Por eso durante la rueda de prensa hizo pública su renuncia. “La forma en la que se dio el partido es un cierre. Después el club analizará qué es lo que corresponde. No veo ningún motivo para poder continuar. Hablaré con (Carlos) Cisneros, pero la estoy haciendo pública a la decisión. Sólo queda pedirle disculpas a la gente que durante todo el torneo nos apoyo”, sentenció bajándole el telón a un ciclo que duró un año, seis meses y un día.

La forma en la que quedó eliminado San Martín debe servirle de aprendizaje. El torneo comienza a ganarse (o a perderse) un tiempo antes del inicio del mercado de pases; cuando se elabora el plan de lo que se desea y se trazan los objetivos a cumplir en cada etapa.

Por eso, más allá del dolor que deben sentir todos en Bolívar y Pellegrini por una nueva frustración, es tiempo de levantarse, sacudirse, tomar nota de cada uno de los errores (para no repetirlos) y comenzar a darle forma a la nueva temporada.

En los últimos tres campeonatos, el “Santo” comenzó a perder el ascenso en la previa a cada inicio de competencia. Por eso, ahora debe poner primera y apuntar a que no se le escape en la próxima; sin tiempo que perder.

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