Ser, no ser y no querer ser

Tres formas de asumir las responsabilidades del poder. Héctor Cámpora y su servicial gestión para Perón. Alberto Fernández y su contradictoria actitud al frente del Poder Ejecutivo.

Ser, no ser y no querer ser

El Presidente de la Nación marca un rumbo. Avisa lo que vendrá. Describe si el mar está proceloso para navegarlo o si, simplemente, no hay obstáculo para seguir el camino hasta el final. Los presidentes tal vez no saben eso y actúan según ordenen las circunstancias, los miedos o las encuestas.

Si algún desprevenido lector recorre los estantes de cualquier librería encontrará un título impactante. Los títulos son la puerta de entrada al libro, pero por sobre todo componen la síntesis perfecta de miles de palabras amontonadas a lo largo de las páginas. Desprevenidamente, aparece “El presidente que no quiso ser”. Es una obra de la periodista Silvia Mercado. Hay quienes leerán este trabajo con profundidad y otros que lo harán con liviandad. Algunos aprovecharán el libro para hundirse más en la grieta y otros para sentirse informados. Lo que ninguno podrá evitar es zambullirse en el título y masticarlo. El título inevitablemente alcanza para entender muchas de las cosas que pasaron en el país. Y, este título tiene un poco de historia. Hay quienes podrán recordar una obra mayúscula de otro periodista, Miguel Bonasso, que analizó a fondo la gestión de Héctor José Cámpora quien presidió la Argentina entre el 17 de marzo de 1973 hasta el 13 de julio del mismo año. El libro de Bonasso se tituló “El presidente que no fue”.

Las primeras páginas del trabajo de Silvia Mercado son aterradoras porque describen un presente al que todavía le queda más de un año de vida. “…un hombre no del todo confiable, capaz de decir cualquier cosa para convencer a alguien, y exactamente lo contrario para salir de una situación”, es una de las definiciones sobre Alberto Fernández.

“Y son infinitos los datos acerca de visitas nocturnas que recibió el Presidente en alguno de los chalets de la residencia de Olivos, en muchos casos con información que buscó precisar la mismísima Vicepresidenta. Mientras los rumores llegaban a oídos de los más empinados miembros del círculo rojo, en la opinión pública empezó a dominar la idea de que el Presidente podía decir una cosa en determinado momento, pero una hora después decía lo contrario, como si no tuviera compromiso con nada ni con nadie”, se puede leer en la página 15. Mercado precisa que Alberto no estaba preparado emocionalmente para ser Presidente.

En otra página advierte: En una ocasión, Leandro Santoro, joven dirigente radical que llegó a la Cámara de Diputados gracias a que Alberto lo puso como primer candidato en la lista por la Ciudad de Buenos Aires (es decir, alguien que se siente agradecido y hasta lo quiere) me confesó que “la verdad, no sé qué piensa y no sé si alguien lo sabe. Es más, no sé si él lo sabe”.

Doble personalidad

El jefe de Gabinete de la Nación no tiene “las dificultades para concentrarse, analizar y tomar decisiones que padece el Presidente”. Pero muestra síntomas de una doble personalidad, o, al menos, una doble intención que lo obliga a ser dos personas en un mismo cuerpo. Juan Manzur es el Jefe de Gabinete y también el gobernador de la Provincia. Se prepara para ser el futuro vicegobernador de Tucumán y para integrar la fórmula de candidatos (presidente o vice, principalmente) de la Nación. ¿No será una exageración? No, es ambición.

El poder es tan absorbente que nunca debe haber leído a Hemingway cuando decía que “hay momentos para pescar y momentos para dejar secar las redes”.

El país vive una de sus peores crisis con tanta incertidumbre que expulsa. En busca de hallar soluciones hay quienes se miran en el espejo de los 90 o le piden pistas al de 2001. Pero los niveles de desocupación y pobreza son tan alarmantes que los espejos se rompen y ya sabemos cuántos años de mala suerte traen esas cuestiones, según los cabuleros.

En medio de esa crisis, Manzur se da el lujo de pasar días en Tucumán y largas jornadas en Buenos Aires. Cuando viene a la Provincia deja de ser Jefe de Gabinete para actuar y pensar como gobernador o como candidato a vice. Y, a veces, en la misma Casa Rosada confunde los roles, como pasó esta semana que nunca más volverá y en la cual le dedicó varias horas a los concejales del Frente de Todos de la Capital, que viajaron de la mano del presidente del Concejo Deliberante, Fernando Juri.

Estas cosas no dejan de llamar la atención y dan lugar a suspicacias: la principal es si su rol en el gobierno nacional se ha vuelto casi decorativo. Curiosamente, y en forma paralela, estallaron versiones de que podría tener otras responsabilidades en el gabinete, aunque siempre siendo bien cuidado por Alberto Fernández. A los dichos de que pudiera convertirse en Canciller en serio de la Nación se sumó el dato de que se analizaba que un hombre de Manzur podría ser ministro de Desarrollo. Alberto se cuida de no maltratar al tucumano.

Mientras se cuecen estas habas en la Rosada, en Tucumán nadie puede dudar de que arrancó la carrera electoral. El rechazo judicial de las presentaciones contra el adelantamiento de las elecciones provinciales dejó firme el anuncio de Osvaldo Jaldo. Como parte del equilibrio político, el vice devenido gobernador parece haber dejado a Manzur el manejo de la estrategia electoral en la Capital. Jaldo no quiere discutir la candidatura a intendenta de la diputada Rossana Chahla, obsesión del Jefe de Gabinete.

Tal vez por esto se haya convocado a Buenos Aires a los concejales capitalinos del PJ, entre los que estaba Emiliano Vargas Aignasse, cuya hermana, la ministra Carolina, sueña con volver a sentarse en el sillón principal de San Miguel de Tucumán.

Tanto Jaldo como Manzur han sido terminantes: prohibidas las internas. En consecuencia, habrá digitación de candidatos. Eso implica que en privado, el uno y el otro, harán sus pulseadas y después los dedos de ambos definirán las candidaturas en Tucumán. ¿No estarán exagerando? El PJ, -esto incluye principalmente a Manzur y a Jaldo- se muestra muy confiado en que su tropa está en orden y que quienes tienen problemas son sus rivales. ¿Será así?

Tanto el Jefe de Gabinete como el gobernador minimizan el descontento –que no es poco- en el peronismo, especialmente de Capital. La digitación de la postulación de Chahla se percibe como injusta al favorecer a alguien que acaba de afiliarse, en desmedro de dirigentes que siempre militaron en el PJ.

“Osvaldito tenemos que sacar por consenso los cargos donde haya varios candidatos. No habrá internas. Donde tenga que decidir yo, lo hago yo; donde tengas que decidir vos, lo haces vos”. La voz de Manzur tronó en la antesala del festival de Monteros y estaban a su lado, en la mesa, Jaldo; la esposa del Jefe de Gabinete, Sandra Mattar Sabio; el intendente de Monteros Francisco “Pancho” Serra y el legislador Jorge Yapura Astorga. Ahí nomás estallaron las internas sin necesidad de expresar nada.

Mirando al obelisco

La Justicia inclinó su platillo en favor del Poder Ejecutivo en cuanto a la posibilidad de mover la fecha electoral. Jaldo se desgañitó aclarando que no hay adelantamiento sino que se ajusta a los tiempos electorales que indica los mandatos de quienes tienen hoy cargos. El gobernador interino mostró en esta interpretación la fragilidad de memoria que tienen los políticos de hoy que prefieren que esta amnesia selectiva borre los actos pasados. Lo cierto es que la Constitución tan destartalada pero Constitución al fin dice lo contrario. Y, esa Ley Fundamental es la que nos rige ordenando que se vote en agosto.

Obviamente, que en las engordadas huestes alfaristas se está analizando la apelación a aquel fallo que declaró inadmisible los planteos cuestionando el adelantamiento de las elecciones. La apelación estaría en manos José Roberto Toledo, quien está unido familiarmente con Alfaro. El experimentado jurista que debutó en política junto a Ramón Ortega estaría decidido a ir directamente a la Corte Suprema de Justicia de la Nación y no a la corte provincial, donde el alfarismo no parece sentirse muy cómodo. No hay que olvidar que el intendente le ha recordado, siempre que pudo, al presidente de la Corte sus incapacidades para estar en ese cargo. La Corte tucumana tiene grieta propia. Los ex tres fiscales de Estado están de un lado y Claudia Sbdar y Daniel Posse, del otro.

En la Municipalidad consideran que está en riesgo la forma representativa, republicana y federal de gobierno. Toman como ejemplo el caso de Santiago del Estero donde se le impidió un tercer mandato a Gerardo Zamora. Con el patrocinio del abogado y diputado nacional Ricardo Gil Lavedra se logró que el caso se tramitara directamente ante la Corte como Tribunal de instancia originaria y, además, obtuvo una cautelar para evitar que el gobernador Zamora intente una nueva elección al frente del Ejecutivo santiagueño.

Toledo además se ha cansado de despotricar contra la Constitución tucumana por considerarla un colador por la cantidad de artículos que tiene objetados.

En la arena política –no, judicial- la pulseada de Alfaro es con Jaldo porque el gobernador oportunamente les respondió a los radicales –rivales de Alfaro en Juntos por el Cambio- “ustedes pongan la cancha y la fecha yo no tengo problema en entrar a jugar”.

Tres presidentes

En la página 635, casi al final del libro (“El Presidente que no fue”), Bonasso cita una frase de Cámpora: “Mire usted, doctor Lira. Usted sabe que yo gané las elecciones y le entregué el poder al General. Pero en realidad yo siento q no las gané, sino que las ganó Juan Perón”.

En “El presidente que no quiso ser”, Silvia Mercado cuenta que Alberto “...llegaba a la Casa Rosada al mediodía, nunca se presentaba a horario en sus actividades, estaba cada vez más gordo y los esfuerzos de su entorno para que adelgazara fracasaban ante cada intento. También era evidente que le dedicaba demasiado tiempo a las redes sociales en las madrugadas. Ninguna presidencia podía funcionar en semejante contexto”.

Días atrás estuvo en Tucumán un presidente que fue dos veces presidente y que a pesar de sus 86 años no se jubiló de la política ni puso a su mujer ni a sus familiares como candidatos, ni fue capaz de negar a su opositor, al contrario escribe libros con su principal rival político. “El político es como el actor, el político está en la escena. Si el actor no está compenetrado con la duda hamletiana no llegará a nada, y el político que no esté compenetrado con su esencia, se le va a notar. Por eso, a veces, también se notan virtudes y defectos. En todos los órdenes de la vida, la autenticidad es fundamental”, expresó el uruguayo Julio María Sanguinetti el jueves en una entrevista pública.

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