El “dólar soja” ayudó a cumplir una meta, pero aún hay riesgos

El “dólar soja” ayudó a cumplir una meta, pero aún hay riesgos

El objetivo fue no devaluar, aunque se aceleró la emisión monetaria.

ANUNCIOS. Massa promoverá el “dólar Tecno” e intentará frenar la demanda por efecto del “dolar Qatar”. ANUNCIOS. Massa promoverá el “dólar Tecno” e intentará frenar la demanda por efecto del “dolar Qatar”.

“La meta de reserva está cumplida”, ha dicho el viernes el ministro de Economía, Sergio Massa, al anunciar que la liquidación de divisas a través del “dólar soja” le permitió al Banco Central cosechar U$S 8.126 millones. Y el cumplimiento es respecto de las pautas que la Argentina asumió en el Programa de Facilidades Extendidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para renegociar un crédito de U$S 44.000 millones. Así, la gestión de gobierno del presidente Alberto Fernández logró ganar tiempo, mientras analiza otras medidas para calmar los reclamos de los distintos sectores productivos que también quieren un tipo de cambio diferencial como el ofrecido a los agroexportadores.

El problema es que, cualquiera sea la orientación de las acciones cambiarias que adopte el Palacio de Hacienda, todas serán costosas. Comprar dólares a $ 200 (el caso de la soja) y venderlos a $ 145 es, cuanto menos, antieconómico. De hecho, por los casi U$S 5.000 millones que el Banco Central (BCRA) pudo acumular pagó un tipo de cambio implícito de $ 230, que implicó una brecha de 61% frente a la cotización mayorista, advierte GMA Capital. En consecuencia, al valuar las nuevas reservas al tipo de cambio oficial, la pérdida patrimonial del BCRA fue de $ 430.000 millones o U$S 3.000 millones en menos de un mes. Según los economistas Nery Persichini y Santiago Franco, la emisión monetaria por compras netas de divisas en septiembre alcanzó $ 1,14 billón. Para tomar dimensión, por minuto se imprimieron $ 33 millones por el tiempo en que operó este tipo de cambio diferencial. Así, la base monetaria se expandió 28% en menos de 30 días, señalan en el reporte semanal de GMA, al que accedió LA GACETA. Semejante inyección de pesos en un contexto de demanda de dinero deprimida e inflación anualizada de tres dígitos equivaldría a echar nafta al fuego, alertan.

Si bien la totalidad de la expansión monetaria fue esterilizada a través de Leliq y pases, también es cierto que el billón de pesos emitidos llegó a las manos de los productores agropecuarios. Una gran parte de esos pesos fue destinada a fondos Money Market, instrumentos que brindan una rentabilidad menor a los plazos fijos (58% versus 75% de Tasa Nominal Anual), pero que ofrecen liquidez inmediata. Desde el 6 de septiembre, la suscripción neta a FCI Money Market superó los $ 415.000 millones.

Septiembre ha dejado un interesante balance respecto de las decisiones de política económica nacional y de la situación de algunas variables macro en particular. Invecq Consulting observa el siguiente escenario:

• La sustancial acumulación de divisas que propició el “dólar soja” deja en evidencia que los resultados deseados (incrementar las reservas) son más fáciles de obtener con incentivos que con castigos (restricciones).

• Las dinámicas del mes pasado fortalecen aún más la noción de que el tipo de cambio real ya se ubica en niveles no sostenibles a mediano plazo (ajustado por tipo de cambio real multilateral es un 30% menos competitivo que en diciembre 2019).

• La decisión de propiciar un dólar soja en lugar de convalidar un salto discreto del dólar oficial muestra la absoluta convicción del Gobierno por “no devaluar”.

Invecq señala que, a costa de ese “dólar soja”, el Gobierno abrió las puertas de un régimen de múltiples tipos de cambio y cotizaciones diferenciales sectoriales mucho más complejo que el actual. “A pesar de esto, la tensión cambiaria y la expectativa de devaluación implícita en activos financieros continúa latente”, dice la consultora que dirige el economista Esteban Domecq.

El “dólar soja” ayudó a cumplir una meta, pero aún hay riesgos

¿Qué puede pasar a partir del fin del “dólar soja”? Según Invecq, emergen dos senderos: un salto cambiario discreto del dólar oficial (devaluación) o una profundización de la multiplicidad de tipos de cambio que dé lugar a un esquema de control de cambios aún más administrado y con diversas cotizaciones sectoriales. Ese es un régimen insostenible a mediano plazo pero que en el corto plazo podría servirle al Gobierno para cumplir su principal objetivo: no devaluar. Eso, según el ministro de Economía, sería empujar más argentinos hacia la pobreza. “No hay paz social sin estabilidad macroeconómica pero tampoco estabilidad macroeconómica sin paz social”, dijo.

Massa promete cuidar “cada dólar que entró”, pero su gestión tendrá que adoptar nuevas medidas para apuntalar el ingreso de divisas y evitar que haya una fuga ante la cercanía del Mundial de Fútbol que se disputará en Qatar y que puede alimentar la demanda de dólares por parte de los argentinos que quieran ir a presenciar ese torneo. Se estima que serán más de 40.000 personas las que viajarán y Economía teme que se disparen las operaciones con tarjetas de crédito.

El “dólar soja” ayudó a cumplir una meta, pero aún hay riesgos

Mientras se analizan acciones para evitar esa fuga de divisas (se habló de un valor de $ 300 por “dólar Qatar”), el Gobierno pondrá en marcha el denominado “dólar Tecno” para incentivar inversiones entre las empresas de la economía del conocimiento. Tendrán libre disponibilidad a una parte de las divisas para importar y podrán pagar sueldos en dólares. Además, Massa dará a conocer mañana un programa de administración de comercio exterior para que las divisas que ingresaron durante la vigencia del “dólar soja” sean destinadas a la producción nacional. A su vez, el jefe del Palacio de Hacienda informó la creación de un fondo de $ 42.000 millones al que podrán acceder pequeños y medianos que no hayan participado del programa de fomento exportador para financiar el 50% de sus compras de semillas y fertilizantes. La medida está destinada a quienes hayan sembrado hasta 200 hectáreas de soja y/o 100 hectáreas de maíz en la campaña 2021/22, y que hayan comercializado hasta el 85% de su cosecha de soja al 31 de octubre.

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