La baja visión no le impide ir en bici desde La Quiaca hasta el Obelisco

La baja visión no le impide ir en bici desde La Quiaca hasta el Obelisco

La tucumana Sofía Nadal se sumó al proyecto “Atre-verse”, en el cual un grupo de ciegos recorre 1.700 km para demostrar que las personas con discapacidades sí pueden hacer deportes.

UN GRAN DESAFÍO. Juan y Sofía se sumaron al proyecto “Atre-verse” y estarán un mes y medio en las rutas. UN GRAN DESAFÍO. Juan y Sofía se sumaron al proyecto “Atre-verse” y estarán un mes y medio en las rutas.

La vida nunca fue fácil para Sofía Nadal. Hace 40 años se asomó al mundo en forma prematura. Por el exceso de oxígeno en la incubadora, la retina no se formó bien. El diagnóstico “retinopatía del prematuro” no daba muchas opciones. Pero su familia luchó y, gracias a varias operaciones, ella ganó el 10% de visión en un ojo.

Para Sofía, tener baja visión nunca fue un obstáculo. La prueba de eso es que el viernes se subió a una bicicleta con la que piensa recorrer buena parte del país en el marco de una campaña para visibilizar que las personas con discapacidades sí pueden hacer deportes y lograr grandes metas cuando se lo proponen.

La travesía se enmarca en el proyecto “Atre-verse” (en Instagram @Atre_verse). El grupo que integra la tucumana está conformado por 12 ciclistas no videntes o con baja visión de todo el país y los acompañantes. El viaje se hace con las bicicletas conocidas como “tándem”, para dos personas. En cada uno de los rodados, irán pedaleando un guía y un deportista ciego o con disminución visual.

Gran esfuerzo

Pese a que puede ver muy muy poco, Sofía siempre tuvo mucha autonomía. Fue a una escuela común y al terminar el secundario estudió dos carreras: Recursos Humanos y Psicología Social (sus familiares le leían los textos para que ella estudiara). Desde hace algunos años, está viviendo en San Pedro de Colalao, donde su esposo Juan tiene un emprendimiento de ecoturismo.

Justamente fue en San Pedro donde empezó andando en bici, cuando era pequeña. Sofía, que es bastón verde (lo usan personas con baja visión) cuenta que le encantaba subirse a la bicicleta. “Siempre me iba siguiendo alguien para cuidarme. En esos años no había tantos vehículos y era posible andar segura. En la ciudad era impensable. Después vinieron otras épocas y no volví a subirme más a una bici hasta hace poco, cuando me reencontré con esta actividad que me gusta tanto”, cuenta.

“Andar en bici es un gran desafío. Lo hago por mí, por el paisaje, por todo lo que genera esta actividad que es maravillosa. Por la poca visión que tengo, necesito mucha confianza en mi misma, el querer superarme; todo esto me motiva, al igual que la sensación de que hago algo por mí, y esa libertad indescriptible que se siente”, explica.

“Son muchas las cosas que no puedo hacer por mi visión. En la bici siento que me voy superando. A veces esquivás una piedra enorme, y a veces no. Me pongo en una posición para mantenerme firme, ¡y que venga la piedra! Yo sigo adelante”, reflexiona, dejando en claro que caerse no un problema para ella.

Cuenta que decidió sumarse a la travesía “Atre-verse” apenas se enteró de qué se trataba: una actividad que busca la inclusión de personas con discapacidad en actividades recreativas y deportivas. “Es una forma de visibilizar lo que sí podemos hacer”, señala.

La baja visión no le impide ir en bici desde La Quiaca hasta el Obelisco

“Es un desafío muy grande y, además, es hermoso. También porque me acompaña en esa aventura mi esposo, que es guía, socorrista de montaña y, además, mi compañero incondicional. Así que será una experiencia inigualable sin dudas”, evalúa.

Otro punto que le gusta a Sofía es que sea una actividad grupal: “el tema es movernos todos juntos; si uno se queda todos nos quedamos”.

La odisea

Sofía y Juan llegaron a Jujuy el jueves. Estuvieron un día entero en Tilcara para aclimatarse. Y el viernes arrancó oficialmente el viaje. “Hasta dónde llegaremos es magnífico”, apunta. Sabe que el camino no será fácil. Pero todo vale la pena: la compañía, sentir el aire contra la cara, el sentimiento de libertad”, describe.

En los primeros días ya recorrieron paisajes jujeños a través de las localidades de Abra Pampa y Humahuaca. Luego, pasarán por San Salvador de Jujuy. Después, el mapa de ruta indica Salta. En cada lugar donde se detienen hacen promoción del deporte, comenta Héctor Rodríguez, uno de los coordinadores de la travesía. Para la organización, contaron con el apoyo de distintos municipios y de particulares, que les consiguieron alojamiento.

Cada día, arrancan a las 8.30 y pedalean hasta las 12 o 13 aproximadamente. En Tucumán, tienen previstas dos paradas: el 19 estarán en Tafí del Valle (donde todavía no consiguieron donde dormir) y el 20 en Famaillá. De ahí pasarán a Termas de Río Hondo. Después de Santiago del Estero, el itinerario sigue por Córdoba y Santa Fe, hasta arribar al Obelisco en Buenos Aires en octubre, luego de haber recorrido más de 1.700 kilómetros.

“Si pudiéramos pedalear todos los días unos 50 kilómetros serían 34 días corridos. Pero tenemos que tener en cuenta que habrá días de lluvia y eventualmente algún día de reparación o descanso”, remarca. En algunos lugares paran a dormir en hospedajes. Igualmente llevan carpas para acampar en cualquier lugar disponible.

Atrevidos

“No es un trayecto fácil, pero el mensaje es intentarlo para derribar barreras que la sociedad pone. Por eso nuestro lema es atreverse, de atrevidos”, explica Rodríguez. “En el grupo no hay expertos ni competidores. La idea es mostrar que todos podemos hacer algo, porque los deportes se adaptan a las posibilidades de las personas. A pesar de las limitaciones visuales se puede andar en bicicleta y hasta hacer una travesía”, añade. Y asegura que los límites están dentro de cada uno. “Siempre es posible vencer dificultades físicas desde la edad (la mía es 65 años, uno de los ciclistas ciegos tiene 73 años) o la disminución visual”, resalta.

En el camino se irán sumando otros deportistas que quieran participar de alguna parte del trayecto, según comenta Rodríguez. “Además, en cada localidad que visitemos convocamos a las personas ciegas o con disminución visual a hacer un paseo en bicicleta. Ya tuvimos una experiencia de esta y hubo dos casos de chicos (ciegos de nacimiento) de 20 años que nunca habían montado un rodado hasta ahora”, apunta.

Rodríguez opina que todas personas no videntes deberían tener la oportunidad de circular en bicicleta, ya que el uso de este tipo de vehículo se extiende cada vez más en la sociedad como un medio de transporte (es económico y no contamina) y de esparcimiento.

“Estamos solicitando a toda la sociedad (a través de sus legisladores) que incluyan la compra de las bicis “Tándem” dentro de las exenciones impositivas, como si fuera un auto 0km para discapacitados”, exclama.

Por último, Rodríguez señala que, si bien el eje del viaje será la actividad de personas con disminución visual, pretenden que esto sea un disparador para todos aquellos que tengan alguna discapacidad y que estén en contacto con la travesía, tanto personalmente como a través de los medios. “Estas acciones son los puntos de partida de distintos proyectos personales de aquellos que tienen algún tipo de dificultad o creencia de sus limitaciones. Hay un sin número de videos de gente que hace cosas extraordinarias con limitaciones físicas mayores a las que estamos abordando nosotros; el punto es que justamente queremos mostrar que no necesariamente hay que ser un súper atleta para hacer algo distinto y vencer los límites”, concluye.

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