Riesgos que acechan en “la curva de los toboganes”

Riesgos que acechan en “la curva de los toboganes”

Le llaman, comúnmente, “la curva de los toboganes”. Se encuentra, aproximadamente, en el kilómetro 4,9 de la ruta provincial 339, que une la comuna de San Pablo con la Municipalidad de Yerba Buena, en la zona conocida como La Rinconada. Se ha convertido, por su diseño, la topografía del terreno y las falencias en materia de infraestructura y cuidado de la calzada, en un escenario de recurrentes accidentes automovilísticos. Especialmente durante los fines de semana.

Para los que van de Yerba Buena hacia el sur por esta arteria, que es la prolongación de la calle Solano Vera, representa una curva cerrada en la que, simultáneamente, se eleva el terreno. Para los que van desde San Pablo a la “ciudad jardín”, se trata de una curva pronunciada que, inmediatamente, presenta un pronunciado descenso en la calzada. En el lugar no están pintadas ni las líneas blancas que delimitan los bordes de la ruta ni tampoco las líneas amarillas dobles que deberían marcar no sólo la divisoria de carriles, sino que además deberían indicar que está prohibido adelantarse a otro vehículo en el lugar. Como agravante, en la misma curva se abre el empalme que lleva al camino de tierra que, bordeando el country San Pablo, lleva al Centro Deportivo de Alto Rendimiento (Cedar).

Si ya durante las “horas pico” de tránsito se convierte en una zona crítica, por lo angosto de la calzada, la alta velocidad de los vehículos, y el hecho de que por el lugar transitan varias líneas de colectivos así como camiones, de noche la situación se torna sumamente riesgosa: la calzada carece de cualquier forma de señalización y no hay ninguna estructura de alumbrado público. Todo ello a pesar de que la zona se ha poblado de barrios cerrados, entre otras urbanizaciones (al country mencionado se suman The Point, Santa Barbara Hills y La Arboleda; el barrio Farmacéutico en el ingreso a San Pablo, y el campus de la Universidad San Pablo-T donde termina la ruta 339).

En la curva, propiamente, se puede observar que el guardarail brinda testimonio de lo accidentado del tramo: la valla de metal se encuentra, según el sector, chocada, vencida, desplazada o aplastada. La curva debe tomarse a una velocidad de 60 kilómetros por hora para maniobrar con tranquilidad y sin frenadas. Sin embargo, no hay carteles indicando la velocidad máxima.

La situación no es nueva: ya el 30 de octubre de 2013, una nota de LA GACETA, titulada “Cerca de San Pablo, la noche multiplica su peligro”, informaba del “gran crecimiento inmobiliario” de la zona, y del hecho de que “la ruta 339 permanece a oscuras”.

La Dirección Provincial de Vialidad anunciaba “obras” para la zona en ese entonces, pero prácticamente una década después no sólo no se han realizado obras viales para el mejoramiento de una calzada cada vez más densamente transitada: tampoco se han realizado obras de infraestructura imprescindibles para ese punto neurálgico de la ruta 339. En esa curva, cuando hay lluvias torrenciales, se producen anegamientos de vastísimas proporciones en la entrada misma del Parque Acuático La Rinconada (popularmente conocido como “los toboganes”). El agua, en el fragor de la tormenta, corre con fuerza de correntada en el lugar, lo cual en innumerables oportunidades ha terminado arrastrando vehículos que terminan volcados en la banquina. No hay ninguna señalización que recomiende no transitar en caso de fuertes precipitaciones. Como tampoco hay luz, muchos conductores que no conocen la zona terminan entrampados en una laguna que, cuando escurre, ha dejado la calzada cubierta de piedras y de sedimentos.

La actual estructura de la ruta 339 ha quedado obsoleta para el tráfico que debe soportar en la actualidad, producto del desarrollo urbanístico y también educativo de este sector del Gran San Miguel de Tucumán. Y “la curva de los toboganes”, en particular, es una trampa fatídica. Vialidad y la Provincia deben dar una respuesta urgente a esa situación.

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