Bombilla, el payaso de Villa Alem que hace preguntas existenciales

Bombilla, el payaso de Villa Alem que hace preguntas existenciales

Sebastián Chazarreta cuenta cómo es la vida de un clown en Tucumán y de qué se trata su nueva obra, “Sensación térmica” hecha para chicos y adultos

LISTO PARA SALIR A ESCENA. Sebastián Chazarreta explica que en teatro sería un clown, pero que en la calle es solo un payaso. la gaceta / fotos de franco vera LISTO PARA SALIR A ESCENA. Sebastián Chazarreta explica que en teatro sería un clown, pero que en la calle es solo un payaso. la gaceta / fotos de franco vera

El pesado portón rosa se abre y suelta una melodía ronca mezclada con los marcados tonos agudos de las bisagras. La luz rojiza del atardecer inunda las coloridas paredes de su casa de Villa Alem, un ex centro cultural que conserva en cada rincón el amor por el circo, el teatro y la plástica. Sebastián Chazarreta recibe a LA GACETA con un buenas tardes. Pucho en mano, acomoda su traje verde amarillo; los zapatos, galera, corbata y la nariz roja están meticulosamente ordenados. Es la pilcha del payaso Bombilla, personaje nacido hace 20 años en el Tucumán profundo, que se presentó en variados escenarios: desde las villas más necesitadas hasta convites refinados. Con su característica tonada, las muletillas y el humor tucumanos caracterizan sus presentaciones: payaso de calle y clown.

Actualmente, con 47 carnavales vividos arrancó su gira con su obra humorística de clown “Sensación térmica”. Es una obra itinerante, que se presenta una vez por mes y se amolda al escenario espacio y lugar de turno.

Carismático, gestor cultural, malhumorado e incomprendido, Sebastián relata la historia viva de la cultura en movimiento y del teatro popular, nacida en los años oscuros de la dictadura.

- ¿Cuáles son tus herramientas artísticas?

- Mi base es la escritura, soy escritor y poeta, tengo oído musical, utilizo la actuación como herramienta principal para ser el payaso Bombilla. Soy dramaturgo, en el ambiente teatral sería un clown, pero en la calle me dicen payaso. Compongo el guion de la obra, la música le da color y ritmo, todos los ingredientes en su medida justa; esa es la formula de la alquimia.

FRENTE AL ESPEJO. El artista comienza a maquillarse como clown. FRENTE AL ESPEJO. El artista comienza a maquillarse como clown.

- ¿Cómo es la vida de un clown en Tucumán?

- Durísimo; el público tucumano es bravo y exigente, te lo tenés que ganar. Lo remarcan colegas de otras provincias. Tenemos un código muy local. Años atrás no existía la cultura de consumir teatro popular y callejero, mucho menos “a la gorra”. La gente no estaba acostumbrada a pagar por ver un espectáculo en escenarios alternativos, como parques o la calle, no lo consideraba un trabajo del artista; lo entendía como un pasatiempo. Eso cambió y hoy se acepta y se respeta. Muchas veces deja buena paga, que es una manera de que aprueben tu trabajo. Fue una tarea larga y constante de muchos colegas artistas.

COLORES VIVOS. El traje de “Bombilla” es de tonalidades brillantes. COLORES VIVOS. El traje de “Bombilla” es de tonalidades brillantes.

-¿Como es la previa a la presentación?

- La noche anterior a un show grande intento estar bien descansado y concentrado, es sanador el arte para mí. El público es muy exigente, muy perceptivo. La obra tiene que contar con un guion bien ajustado y estar ensayada. De esa manera se puede utilizar la frescura de la improvisación y disfrutar del espectáculo desde el escenario. Todos los días sos clown. Voy a comprar a la verdulería y de pronto observo mi alrededor y siento como si estuviera en un circo; muchas escenas de mis monólogos las construyo del caminar el día en Tucumán.

TRANSFORMÁNDOSE. Mientras se pinta, cuenta cómo es su vida. TRANSFORMÁNDOSE. Mientras se pinta, cuenta cómo es su vida.

- Comenzaste una gira con una nueva obra de clown dirigida a niños y a sus padres y abuelos, ¿de qué se trata esta obra?

- A “Sensación térmica” la fui trabajando sin prisa, pero sin pausa, mientras recorría junto al trío Bomba Payaso o cuando solo actuaba con Bombilla. Hace años que se viene gestando, no tuve que forzarla, tiene que ver con el entretenimiento. El público es parte del escenario, existe una cercanía y una interacción fluida, el límite entre el payaso y los espectadores es flexible, pero Bombilla nunca pierde el control de la obra.

Es una pieza lúdica planteada desde el teatro del absurdo: un payaso que te hace preguntas existenciales. Por ejemplo ¿qué es la dignidad? ¿por qué hay personas que tienen más plata que vos? ¿por qué existe la maldad? ¿las personas son malas o buenas? ¿para qué vivimos? La actualidad de nuestro país me ayudó a cerrar esta obra desde lo absurdo. Es la sensación de que estamos vivos, pero que todo estalla en cualquier momento. Que el dólar blue, la inseguridad esa sensación térmica que no siempre es la realidad, sino una emoción subjetiva interpretada desde uno. La obra nos permite recorrer desde las simples y directas respuestas de las niñas y niños hasta el melodrama de los adultos.

ZAPATONES. Para completar su atuendo de payaso, Sebastián se pone unos enormes y abultados zapatos negros. ZAPATONES. Para completar su atuendo de payaso, Sebastián se pone unos enormes y abultados zapatos negros.

La tarde cae en “Villa Harlem”, y Bombilla afirma que si “vos caminaste los barrios tucumanos y saliste de a pie, estás preparado para cualquier batalla”. Nos despide el clown mientras sus amigos de la obra en construcción de al lado le gritan: “¡Tirate un baile, Bombilla!”, al verlo con su atuendo multicolor y su conejo en la mano.

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