Juguetes sexuales: ellos también tienen una función terapéutica

Más allá del placer o la diversión que brindan, estos productos pueden ayudarnos a resolver algunos malestares que aparecen en la intimidad.

DIÁLOGO ANTE TODO. Hablar con la pareja sobre los juguetes sexuales puede ayudar considerablemente a superar distintos problemas en la relación. DIÁLOGO ANTE TODO. Hablar con la pareja sobre los juguetes sexuales puede ayudar considerablemente a superar distintos problemas en la relación.

Además de darle al sexo o a nuestros momentos íntimos un sazón distinto, el uso de juguetes sexuales no se limita solo al plano lúdico. Al contrario, estos productos también poseen una función terapéutica y pueden ser de gran apoyo para resolver varios conflictos o emociones negativas en la cama.

“Dentro de la terapia sexual o de pareja, los sex toys suelen sugerirse y/o emplearse como una herramienta extra que acompaña un proceso más amplio para resolver la inquietud o el problema que posee el paciente”, explica la sexóloga Abigail Ale.

Por ejemplo, suelen recomendarse mucho para trabajar la autoestima, el autoreconocimiento corporal, romper con la rutina y mejorar la libido.

Entonces… ¿ellos son los protagonistas buenos de la historia? ¿Deberían recibir una medalla de honor por su ardua labor? “Aunque en las últimas décadas cambió bastante la visión que teníamos (en el pasado los juguetes para adultos eran entendidos como sustitutos de una persona real o parte de algún fetiche), todavía mucha gente vivencia confusión, miedo o vergüenza al hablar de sex toys”, comenta.

El motivo de tales percepciones se debe a la cantidad de opciones que abundan en el mercado (con modelos que parecen sacados de películas futuristas o un museo de arte abstracto); sumado a la falta de asistencia o colaboración a la hora de comprarlos.

“Antes de comprarlos tenemos que ser conscientes de cuáles son nuestros objetivos, límites, en qué zonas queremos usarlos y qué tipos de materiales y tamaño nos resultan más cómodos. Cuando esos detalles no quedan claros vienen las malas experiencias”, agrega Ale.

Vibradores y placer

Hoy, tener un vibrador está literalmente al alcance de la mano. Sin embargo, la estandarización y fama de estas maquinitas arrancó -durante el siglo XIX- precisamente como una herramienta “terapéutica”.

En esa época, los vibradores eran utilizados en el campo médico para curar el paroxismo histérico o la histeria femenina. El tratamiento consistía en estimular los genitales y zona pélvica de las mujeres para librarlas de la enfermedad.

Si bien la nomenclatura quedó a años luz de distancia, la necesidad de crear algún dispositivo que simplificara la labor de los doctores condujo luego a la innovación tecnológica y la venta de los vibradores como un dispositivo que fomentaba la belleza y el vigor.

“En el presente los vibradores suelen sugerirse para abordar la falta de orgasmos; esto puede deberse a diversas causas entrelazadas que van desde lo mental a lo físico. Bajo esas circunstancias, el sex toy permite desviar la atención de la mera penetración o se lo agrega con la consigna de estimular otras áreas erógenas”, destaca la terapeuta.

Dolor en la penetración

En casos de vaginismo (contracción involuntaria de los músculos que rodean la vagina) o dispareunia, la penetración vaginal se vuelve dolorosa y hasta imposible.

“Durante el tratamiento, los dildos representan una ayuda para permitir la dilatación y que la pareja logre retomar de a poco sus encuentros o la mujer inicie alguna rutina de ejercicios para retomar el camino del placer”, acota.

Eyaculación

Para las disfunciones eréctiles o la eyaculación precoz hay juguetes sexuales que también logran mitigar (más no resolver por cuenta propia) el malestar.

En busca de mantener la erección por un mayor tiempo, las fundas para penes o los anillos son dos accesorios ideales para probar porque estimulan el flujo de sangre hacia el área y permiten descubrir sensaciones diferentes gracias a sus texturas.

“Lo mismo pasa con las bombas peneanas, cuando logramos conectar con nuestras sensaciones después resulta más sencillo identificar las respuestas del cuerpo y lo que requerimos en cada momento para alcanzar el clímax o mantenerlo”, resume Ale.

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