Un perro halló a un capo narco en México

Escondido entre unos matorrales, Rafael Caro Quintero -uno de los narcotraficantes más buscados en México y en Estados Unidos- pretendía despistar a quienes lo perseguían por el municipio de San Simón, en Sinaloa. Pero no pudo escapar del olfato de Max, un sabueso que dio con él y terminó con una huida de nueve años, durante los que el “Narco de Narcos” había burlado a los agentes de la DEA y de las fuerzas de seguridad mexicanas.

Caro Quintero, de 69 años, estaba prófugo después de haber sido dejado en libertad por un juez en 2013, cuando había cumplido 28 de los 40 años a los que fue condenado a prisión. Cuando lideraba el cartel de Guadalajara le decían “El Príncipe”, por la ropa de lujo y las joyas ostentosas que siempre portaba. En sus tiempos de esplendor, en los años 80, fue el mayor productor de marihuana de México y poseía una fortuna valuada en 500 millones de dólares.

Pero todo se desmoronó para Caro Quintero por culpa de una venganza. En una de sus propiedades se concretó la mayor operación contra las drogas en la historia de México: más de 10.000 toneladas de marihuana cultivadas en el rancho El Búfalo fueron destruidas. Entonces el capo narco ordenó secuestrar a quien habían descubierto el cargamento, el agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, así como al piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar. Ambos fueron torturados y asesinados. La muerte del policía estadounidense Camarena provocó una de las crisis más profundas en la relación entre México y EEUU. Caro Quintero huyó a Costa Rica, donde fue detenido en abril de 1985, extraditado y condenado. Desde entonces sólo conoció dos vidas: la de la cárcel y de la de un prófugo. Hasta que Max lo encontró.