Lo único peligroso de un arma es el que la usa

Lo único peligroso de un arma es el que la usa

Un arma de fuego es una máquina. Una obra de ingeniería. Algo inerte. Puesta sobre una mesa, dentro de una caja fuerte o incluso en un polígono de tiro no representa ningún peligro. Es imposible que se accione por sí misma. Siempre se necesita la intervención de un humano para ponerla en funcionamiento, y es allí donde comienzan los problemas. Vistas así las cosas, la eterna discusión acerca de si un arma de fuego es peligrosa se vuelve fútil. No son peligrosas. Los que son peligrosos, en todo caso, son los que las utilizan sin estar preparados. Es como tratar de responsabilizar a los autos o a las motos por la inseguridad vial cuando sin conductores serían meros objetos sin movimiento. El actor estadounidense Charlton Heston lo definió así: “No hay buenas armas o malas armas. Cualquier arma en la mano de una persona mala es mala. Un arma en la mano de una persona decente no representa ninguna amenaza”.

En los últimos meses surgió nuevamente la polémica por la cantidad de armas que circulan en el país, y la idea del diputado Javier Milei de promover la libre portación, ley que según él y a pesar de que la gran mayoría de los legítimos usuarios se oponen, contribuiría a mejorar los índices de seguridad en el país. Argentina, a diferencia de por ejemplo Estados Unidos, posee una ley muy rigurosa con respecto a las armas de fuego. Ser Legítimo Usuario está avalado por la ley y es un proceso muy estricto, no sólo desde el punto de vista físico y psicológico, ya que se requieren test que habiliten al postulante, sino además oneroso ya que alcanzar esa condición es caro. Y cabe la diferencia entre los Legítimos Usuarios, avalados incluso por la Constitución, y quienes tienen armas, pero no cumplen las normas. No hablemos ya de la portación, figura casi imposible de conseguir en Argentina a contramano, otra vez, de lo que sucede en Estados Unidos donde se pueden comprar armas en un supermercado solo con el documento. La posición de los Legítimos Usuarios en esto es terminante: advierten que es un error mezclar las armas de fuego ilegales en manos de delincuentes a la ley con las armas legítimamente adquiridas y registradas. Y que aunque una se dictara una ley que desarmara a los legítimos usuarios, siempre quedarían las armas de fuego en manos de los delincuentes que son los protagonistas de la escalada de inseguridad. El Gobierno, en tanto, viene impulsando un plan de desarme que, según datos oficiales, ya sacó de circulación más de 400.000 armas en los últimos 10 años. Según Natasa Loizou, directora de la Anmac, “existe un amplio acuerdo, tanto en nuestro país, como a nivel regional e internacional, en afirmar que la presencia de un arma de fuego en la cotidianidad de la ciudadanía, potencia las posibilidades de que un conflicto que, a primera vista pareciera no revestir peligrosidad, tenga en definitiva un desenlace fatal. Una discusión intrafamiliar cuya intensidad acrecienta y que, debido a la presencia de un arma de fuego al alcance de las manos de una de las partes, culmina con un resultado letal. Una discusión de tránsito o entre vecinos, algo tan habitual en la cotidianeidad de las personas, que termina con la utilización de un arma de fuego y un resultado irremediable”. “La presencia de armas en la expansión de las violencias, como la de género, la intrafamiliar o el bullying, entre otras, suele poner en riesgo la integridad física y psíquica de las personas, y llegar a acciones irreversibles. No son menores los casos en que la presencia de armas en los hogares puede ser peligrosa en una violación de ingreso al domicilio por otra persona, y/o en el caso de robo, y aumentan las posibilidades de que esas armas sean utilizadas para el ejercicio de violencias y la comisión de delitos, robadas e incorporadas en los mercados ilegales”, dijo.

Según los datos oficiales, hoy hay 1.016.843 usuarios legales que declararon 1.618.877 armas a la Anmac. El 84% pertenecen a civiles. En ese sentido, los miembros de la Federación de Legítimos Usuarios de Armas de Argentina, afirman en su decálogo que no son gente violenta sino, “por el contrario, somos gente pacífica y de profundo sentido familiar y comunitario” y que al mismo tiempo conciben sus armas como elementos deportivos, como pasatiempo y como pasión. “No compramos armas para dañar a alguien”, aseguran.

Armas y seguridad se suelen usar en la misma frase sobre todo cuando los índices delictivos se disparan. Es que una buena parte del mercado negro de armas se nutre justamente de las que son robadas durante atracos. Pero no es el único origen. En Tucumán incluso se denunció en diferentes ocasiones el robo de armas de depósitos oficiales, como el Judicial. Por eso, esta semana el secretario judicial de nuestra provincia Tomás Robert, explicó a LA GACETA que en 2021 se entregaron a la Anmac 3.504 armas de fuego que estaban secuestradas, provenientes de delitos, y que ya no eran del interés de una investigación judicial. Una forma de cubrirse ante posibles nuevos robos. En cuanto a la inseguridad, cada país tiene una realidad diferente. Por ejemplo, el número de armas en Brasil a manos de la población aumentó en un 474 % en los últimos tres años y medio, coincidiendo con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia. Y, según el Anuario de Seguridad Pública, las muertes violentas en el país se redujeron un 6,5 por ciento en 2021 en comparación con 2020, con un total de 47.503 muertes violentas, la menor cifra desde 2011. En Argentina, y teniendo en cuenta como ya se dijo que las normas para poder comprar un arma de fuego son muy estrictas, hay cada vez más incidentes relacionadas con ellas. Según las estadísticas mueren hasta ocho personas por día, unas 2.900 al año. Sólo en accidentes de tránsito mueren 5.000 personas anualmente en el país. La contracara es justamente Estados Unidos y su poco control sobre la venta de armas: el año pasado 45.222 estadounidenses murieron por disparos de armas de fuego, entre ellos unos 4.300 menores de 19 años. Las muertes por accidentes no llegan al 20% de esa cifra.

Si el Estado busca, como bien afirma la directora de la Anmac, disminuir la incidencia y reducción del circulante de armas de fuego en mercados ilegales, las leyes son claras. Quienes las incumplen deberían ser penados con todo el peso de la ley. Y sacar de circulación primero a los que delinquen. Las armas nunca van a dejar de ser un mero instrumento. Depende de cada uno el uso que se le de.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios