Cañas y trapiches, de Alberto García Hamilton *

Cañas y trapiches, de Alberto García Hamilton *

El destacado actor e investigador, fallecido el domingo pasado, estudió la obra dramatúrgica del fundador de LA GACETA. Descubrió que Alberto García Hamilton fue el primer dramaturgo residente en la provincia que enfocó sus problemáticas sociales, económicas y políticas.

Cañas y trapiches, de Alberto García Hamilton *
03 Julio 2022

Por Juan Antonio Tríbulo

Para LA GACETA - TUCUMÁN

Al bucear en el pasado para reconstruir la historia del acontecer teatral de nuestra provincia, recurrimos a los pocos documentos disponibles: fotos, notas periodísticas, críticas, programas de mano, afiches y, fundamentalmente, a los textos dramáticos. Cuanto más antiguos son los períodos investigados, menores son los testimonios que pueden encontrarse. El material indispensable para nuestra tarea es la obra teatral. Al analizarla, apreciaremos su valor literario y determinaremos su género y si continúa alguna corriente ya iniciada o propone novedades y rupturas en su temática y su estructura. Al haber rescatado del olvido Cañas y trapiches, de Alberto García Hamilton, que la compañía Esteves-Arellano puso en escena en el Teatro Belgrano en 1909, pudimos establecer que es la primera obra teatral con la que se cuenta -hasta este momento- escrita por un autor residente en Tucumán, que trata un tema local y cuyo valor se acrecienta cuando advertimos que lo hizo con originalidad e ingenio. Estimulado por los hallazgos del texto en la biblioteca de Argentores 1 y de datos sobre su estreno en algunos números del diario El Orden, quisimos saber algo más sobre lo que pasaba en nuestro teatro en ese momento particular.

Para reconstruir el paso por nuestra provincia de la compañía Esteves-Arellano, que la estrenó, recurrimos a los números de El Orden publicados ese año del 3 de marzo al 10 de mayo. La compañía porteña estaba encabezada por el actor y director Enrique Arellano y las “primeras actrices” Lina Estévez y Angela Tesada, e integrada por otras siete actrices y diez actores, dos apuntadores (colaboradores esenciales, ya que las obras se ensayaban sólo cuatro o cinco días y, dado el extenso repertorio, constituido por dos o tres piezas diarias que cambiaban de cartel cada día, los actores no se aprendían los textos de memoria), un maquinista y el escenógrafo José Luque Ramos. Este debió encargarse de realizar las ambientaciones para los múltiples estrenos que se sucederían esa temporada, dado que “con el objeto de estimular el arte nacional”, quedó abierto un concurso literario teatral, con tema libre “pero moral”. Además, la compañía ofreció en su larga temporada un repertorio de obras de autores nacionales como Roberto J. Payró, Julio Sánchez Gardel, Gregorio de Laferrère, Enrique García Velloso, Nemesio Trejo, Nicolás Granada, Enrique de María, Rodolfo González Pacheco, José León Pagano y “el uruguayo” Florencio Sánchez…

El 14 de abril se anunciaba para el día siguiente la inauguración del Primer Concurso Tucumano de Obras Teatrales -verdadero acontecimiento para la época y trascendente punto de inflexión de nuestra historia-, con el estreno de la comedia en tres actos Cañas y trapiches, “cuyo argumento se desarrolla en la campaña tucumana, siendo sus principales personajes un cañero y su familia”. Respecto de su autor, en la secretaría del Belgrano se guardaba la más rigurosa incógnita, mientras se hacía circular el dato de que eran varios los aficionados a las letras que se disponían a presentar trabajos con temas locales, que ya contaban con aprobación y que serían representados de inmediato.

El día del estreno (15/04/1909), El Orden confidenciaba haber recibido una esquela firmada por “Le autor” (sic) en la que les pedía que hicieran constar que su obra “es un modesto boceto de comedia de costumbres tucumanas hecho con el deseo de contribuir a despertar entre nosotros la afición a escribir para el teatro, pero sin mayores pretensiones de éxitos literarios”. El 16, con el título de Noches del Belgrano, se publicó un comentario en reemplazo de lo que debió ser una crítica: “El estreno de anoche, que para tratarse de una obra local había despertado verdadero interés, llevó al Belgrano numerosísima concurrencia. Ocupaban los palcos las principales familias de nuestra sociedad y no se veía una sola localidad desocupada. El título Cañas y trapiches indicaba que la obra era de ambiente tucumano, y, lógicamente, debía interesar a nuestro público, por lo menos hasta tanto se pudiera juzgar después de su representación. Ello explica la enorme concurrencia de anoche en la sala del Belgrano. Poco después de las nueve principió el espectáculo con la comedia en un acto del autor catamarqueño Julio Sánchez Gardel, Cara o cruz, correctamente interpretada por los artistas. El primer acto de Cañas y trapiches comenzó poco antes de las diez en medio de intensa expectativa. No vamos a hacer el análisis de la obra. No podemos hacerlo. Su autor se halla estrechamente vinculado a nuestro diario y nos ha pedido que reservemos nuestro juicio para evitar comentarios que es fácil prever. Aunque esta sección se encuentra a cargo de un comité ajeno a la redacción de El Orden, hemos debido acceder a ese pedido -contra nuestra voluntad- por razones que a nadie se oculta. Nos limitaremos a decir, pues, que los aplausos interrumpían a cada instante a los artistas, produciéndose verdaderas ovaciones al finalizar cada uno de los actos y especialmente en el primero y tercero. El público pidió con insistencia que saliera el autor y se vio éste en el caso de acceder, apareciendo en el escenario nuestro compañero de tareas Alberto García Hamilton, saludado por aplausos calurosos”.

Sabemos que, desde su llegada a Tucumán después de un gran periplo iniciado en su Montevideo natal, a fines del siglo XIX y hasta fundar LA GACETA, AGH se desempeñó como periodista de El Orden, y llegó a ser su Jefe de Redacción y director interino.

El 20 de abril se presentó la segunda obra premiada: Los cuises, juguete cómico en un acto de Alberto J. Weisbach y música de Palma; el día 30 se estrenó Actor, autor, crítico, monólogo del tucumano Antonio Guasch; el 4 de mayo continuó la presentación de obras ganadoras, con Deber por deber, dos actos de Emilio Warnes, y Las buenas amigas, entremés cómico, segunda pieza de Alberto García Hamilton; el 6 se presentó la tercera firmada por él, el monólogo Después del baile -”escrito especialmente para la actriz Lina Estévez de Arellano, en cuyo beneficio se realizó el espectáculo”-; el 8 continúa con Heroísmo de amor, de Antonio García Mieg y en la despedida, el 10 de mayo, se estrena ¡Malas armas!, “original del autor residente en esta localidad” Eusebio Valls, “de propaganda anticlerical”.

De toda esta producción fundacional de nuestra dramaturgia sólo ha llegado a nuestras manos un ejemplar de Cañas y trapiches, de AGH. Al analizarlo, hemos podido registrarlo -en la Historia que estamos escribiendo- como el primer dramaturgo residente en esta provincia que no sólo “pintó su aldea” sino que denunció sus problemáticas sociales, económicas y políticas con notables y genuinos recursos teatrales. Por añadidura, se ha convertido -por el momento, y hasta donde alcanza nuestro conocimiento- en el primer texto teatral con temática tucumana que se conserva.

Lamentamos que no hayan tenido igual destino los otros dos textos de este autor (Las buenas amigas y Después del baile)…

Después de aquella inicial triple producción teatral de AGH, recién en 1922 registramos otro estreno suyo en Tucumán, en el Teatro Alberdi. Se trata de El zorro azul, representada por la Compañía Nacional Rioplatense, y, para desventura de este investigador, tampoco hemos podido encontrar el texto dramático. Pero el relato de esa nueva incursión teatral del fundador de LA GACETA merece otro artículo.

© LA GACETA.

* Artículo publicado originalmente en junio de 2004.

NOTA:

1) En la biblioteca de Argentores, Sociedad de Autores Teatrales, de Buenos Aires, pudimos fotocopiar el único ejemplar de Cañas y trapiches, Alberto García Hamilton, Talleres de El Orden, Tucumán, 1909.

Perfil

Nacido en Entre Ríos en 1942, Juan Tríbulo se instaló en Tucumán en 1984, donde fue uno de los impulsores de la creación de la carrera de Teatro en la UNT. Algunas de sus actuaciones más recordadas fueron en Tío Vania y Personalmente Einstein, unipersonal que se mantuvo en cartel durante una década. En 2006 publicó el libro Stanislavski-Strasberg: mi experiencia de actor con la emoción en escena. Fue colaborador de LA GACETA Literaria. En 2015 recibió el Premio ARTEA a la Trayectoria. Murió el domingo pasado, a los 80 años, en Tucumán.

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