Noruega no competirá en Qatar, pero juega como “la voz de la conciencia”

Noruega no competirá en Qatar, pero juega como “la voz de la conciencia”

Klaveness, presidenta de la Federación de Fútbol de su país, presiona a la FIFA para que la Copa sea un punto de inflexión en términos de transparencia y respeto por los derechos humanos. Ante esas impugnaciones, las autoridades qataríes aseguran que las libertades estarán garantizadas durante el torneo

CONTUNDENTE. Cuando le tocó hablar en el Congreso de la FIFA, realizado en Doha, Klaveness criticó la elección de Qatar como sede del Mundial  CONTUNDENTE. Cuando le tocó hablar en el Congreso de la FIFA, realizado en Doha, Klaveness criticó la elección de Qatar como sede del Mundial

El delantero Erling Haaland mirará el Mundial desde las tribunas o la pantalla, al igual que el resto de la Selección de Noruega, pero una cosa son los avatares de las eliminatorias y del deporte, y, otra, las vicisitudes de la política en la galaxia de la FIFA. En el plano dirigencial, los noruegos se destacan como defensores de la demanda de que el fútbol abrace la transparencia y el respeto por los derechos humanos, posición crítica que toca las fibras sensibles de una institución internacional con una trayectoria más que controvertida en tales agendas. Ese protagonismo tiene un objetivo, según manifestó la presidenta de la Federación de Fútbol de su país, Lise Klaveness: que la Copa de Qatar sea un punto de inflexión en la historia de los Mundiales.

Las fricciones entre la ex futbolista femenina noruega Klaveness, la FIFA y el Comité Supremo para la Organización y el Legado (SC por sus siglas en inglés) se intensificaron durante el último año, cuando falta muy poco para la inauguración del torneo y es improbable que pueda haber más reformas. Qatar lleva 13 años preparándose para este momento y sus representantes sostienen que hicieron una transformación mayúscula en cuanto al acceso a derechos, en particular para la mano de obra extranjera empleada en la construcción de una infraestructura colosal. Pero Klaveness considera que los cambios son insuficientes y que existen inquietudes fundadas sobre la situación de los sectores vulnerables, y así se manifestó abiertamente en marzo, en el Congreso de la entidad que preside Gianni Infantino.

“Nuestro juego puede inspirar sueños y derribar barreras, pero, como líderes, debemos hacerlo bien y con los más altos estándares”, dijo Klaveness a sus colegas, casi todos varones. “No podemos ignorar los llamados al cambio y la forma en que la FIFA se maneja tiene mucho que decir sobre cómo se percibe el fútbol. La FIFA debe actuar como un modelo a seguir”, añadió. La futbolista retirada recordó incluso los cuestionamientos y sospechas que generó la elección de Qatar, el Estado más pequeño de la península arábiga, para la organización de la competencia de 2022, la primera de Oriente Medio.

“En 2010, la FIFA otorgó las copas del Mundo de manera inaceptable con consecuencias inaceptables. Los derechos humanos, la igualdad y la democracia, los intereses centrales del fútbol, no estaban allí. Estos derechos básicos fueron desalojados del campo como si fuesen cuestiones secundarias, principalmente por voces externas. La FIFA ha abordado estos problemas, pero aún queda un largo camino por recorrer”, acotó la oradora en el Congreso de Doha. Klaveness añadió que hablaba por Noruega, pero, también, por los demás países nórdicos.

Ataque y contra

Las manifestaciones de la presidenta de la Federación de Fútbol de Noruega agitaron las aguas, y reavivaron la discusión relativa al alcance de la responsabilidad y el papel de la FIFA, y si de verdad existe un límite que separe lo deportivo de lo extradeportivo. El hondureño José Ernesto Mejía, secretario general de Federación Nacional Autónoma de Fútbol de su país, tomó a continuación el micrófono y cruzó a Klaveness: según su criterio, ese no era “el foro ni el momento adecuados para hacer comentarios de tal naturaleza”.

El secretario general del SC, Hassan al-Thawadi, no esquivó el ataque. En su discurso en Doha, el catarí reivindicó los esfuerzos institucionales desarrollados, y aseguró que las libertades que tanto preocupaban a la representante noruega estaban garantizadas durante el Mundial y la invitó a “educarse” antes de criticar. Al-Thawadi manifestó que su emirato árabe llevaba más de una década de trabajo continuo dedicado a asegurar que el torneo deje legados sociales, humanos, económicos y ambientales auténticamente transformadores, y dignos de ser recordados. “Somos muy conscientes del centro de atención que conlleva presentar el mayor espectáculo del mundo y lo hemos aceptado”, refirió el anfitrión de la Copa.

La cabeza del Comité Supremo, un organismo estatal creado ad hoc para organizar el Mundial de 2022 en el que originalmente se implicó el actual emir Tamin bin Hamad Al Thani, duplicó la apuesta al manifestar que el acontecimiento futbolístico iba a permitir “corregir los prejuicios que veían al mundo árabe como un lugar de conflicto y de exclusiones”. Al-Thawadi dijo que los sindicatos internacionales habían validado los progresos del sistema laboral de Qatar, donde hasta hace poco tiempo regía un modelo semiesclavista denominado “kafala”: “nuestros adversarios se han convertido en aliados e, incluso, nuestros críticos más duros, como Amnistía Internacional, reconocen nuestro compromiso”.

En otro tramo de su exposición en el Congreso de la FIFA, el secretario del SC contraatacó a la dirigente noruega y afirmó que lo decepcionaba que no se haya interiorizado con mayor profundidad acerca de la realidad de Qatar. “La señora presidenta visitó nuestro país y no solicitó una reunión (con nosotros). Ella no intentó un diálogo antes de dirigirse al Congreso. Siempre hemos estado abiertos a la conversación, siempre hemos recibido críticas constructivas, y siempre hemos tenido las puertas abiertas para cualquiera que quiera entender los problemas, y que quiera educarse antes de emitir un juicio”, manifestó Al-Thawadi.

Foco de atención

Noruega ya venía alentando un escrutinio más estricto sobre las prácticas autoritarias y la cultura machista de Qatar cuando fueron arrestados dos periodistas con pasaporte de aquella nación que habían ido a Doha a investigar la situación de los trabajadores migrantes. La privación de la libertad ocurrió en noviembre pasado y se prolongó durante 36 horas. Halvor Ekeland, un periodista deportivo de la emisora pública noruega NRK, y el camarógrafo Lokman Ghorbani estaban preparándose para abordar el vuelo de regreso cuando la Policía los detuvo. El diario británico The Guardian relató que Ekeland había concluido que cundía el terror entre los empleados de los contratistas del Mundial y que las autoridades cataríes dispusieron el arresto del equipo por considerar que había filmado sin permiso en una propiedad privada. Thor Gjermund Eriksen, director de NRK, consideró injustificada y arbitraria a la privación de la libertad, y dijo que esta constituía una agresión a la prensa que ponía en duda la efectividad de las medidas adoptadas por la FIFA.

La actuación policial contra los periodistas reforzó las prevenciones de los integrantes de la Federación de Fútbol de Noruega en un momento de sensibilidad extrema ante las tiranías como consecuencia de la guerra en Ucrania. Klaveness, quien en sus redes sociales es una militante activa contra la invasión rusa, insistió en distintas entrevistas que ya está saldada la discusión sobre si la FIFA puede hacer caso omiso a los abusos y violaciones de derechos humanos, y a la corrupción en general en las iniciativas de su incumbencia. Al abrir el polémico Congreso de marzo, Infantino reflexionó: “vivimos en un mundo agresivo y polarizado, pero creo firmemente en el poder del fútbol para unir a las personas y romper las barreras culturales. Nelson Mandela dijo que el deporte tiene el poder de cambiar el planeta. El fútbol es el deporte de todos. Por supuesto, no somos tan ingenuos de creer que el fútbol puede resolver los problemas del mundo”.

En una conversación tras su intervención en el encuentro de la FIFA en Doha con Cadena Ser, la emisora española, Klaveness opinó: “este Mundial ha sido decidido por 22 hombres en una habitación cerrada. Estaba claro que iba a salir mal. Hemos tenido muchas conversaciones con Hassan Al-Thawadi: parece un buen líder para el Comité. No lo conozco personalmente, pero me he reunido con él. Creo que intenta ser abierto, pero ha partido de un punto en el que todo estaba muy cerrado y tener transparencia es un proceso”.

Algunos meses después, Noruega tomó una decisión: no boicoteará el Mundial, pero se involucrará de una manera muy activa para monitorear los compromisos asumidos por Qatar. El listado de temas es amplio porque incluye desde la solicitud para que las muertes dudosas de trabajadores migrantes no queden impunes hasta un planteo para que las mujeres y las minorías sexuales no sean discriminadas -la homosexualidad es ilegal en el país que rige Al Thani-. Son objetivos muy ambiciosos, pero, según The Guardian, Klaveness considera que es “ahora o nunca”. En una publicación de abril, la lideresa noruega dejó el siguiente mensaje: “tenemos una oportunidad y es nuestra tarea empujar más porque el foco de atención de la Copa del Mundo puede ser efectivo siempre que sepamos usarlo”.

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