Conferencia de los Océanos: más de 140 países debaten cómo salvarlos y cómo salvarnos

De esta cita internacional, que se celebra en Lisboa, debe salir una hoja de ruta que se viene negociando desde hace años. Qué es lo más importante.

PREOCUPANTE. Alarma la cantidad de plástico que termina en los océanos. ARCHIVO LA GACETA PREOCUPANTE. Alarma la cantidad de plástico que termina en los océanos. ARCHIVO LA GACETA

"Lamentablemente, nos encontramos ante una emergencia de los océanos. No podemos tener un planeta saludable sin un océano saludable", se le oyó decir este lunes al ingeniero portugués António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas (ONU) durante la II Conferencia sobre los Océanos que se celebra en Lisboa y de la que se espera una declaración que se viene negociando desde hace dos años entre las distintas delegaciones de 142 países.

El encuentro certifica la relación directa entre la conservación oceánica y la climática. "Protegiendo los océanos estamos luchando contra el cambio climático", añadió Guterres. La primera edición de la conferencia se había celebrado Nueva York en 2017. La segunda había sido programada para 2020 y tuvo que ser pospuesta debido a la pandemia. Finalmente, se está llevando esta semana bajo el lema "Salvar el océano, proteger el futuro".

Es que los océanos aportan casi la mitad del oxígeno que necesita la humanidad. A cambio, reciben ocho millones de toneladas de plásticos cada año. Y no sólo son los pulmones del planeta, sino también su mayor sumidero de carbono.

Los mares, las plantas terrestres y el suelo son los principales reservorios naturales de carbono. Fijan el carbono de la atmósfera y mantienen un equilibrio entre las entradas y las salidas. Lo que ha hecho la humanidad en las últimas décadas es lanzar a la atmósfera más carbono del que esos sumideros pueden controlar. Con la destrucción de la vegetación nativa, con los cambios en el uso de la tierra y con la quema de combustibles fósiles se ha liberado el dióxido carbono que antes descansaba bajo las rocas o entre los árboles.

Ante este escenario, Amy Austin -la científica argentina que obtuvo el Premio Internacional L’Oréal-Unesco para Mujeres en la Ciencia- explica a LA GACETA que se requieren cambios radicales. "No podemos poner un freno de un día para el otro. Pero es lo que hace falta", dice.

Austin es ecóloga. Se desempeña como investigadora principal del Conicet en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas vinculadas con la Agricultura (Ifeva). Además, enseña en la Universidad de Buenos Aires. Nació en Washington, Estados Unidos. Transcurrió su infancia en Florida donde su papá, un ingeniero aeronáutico, participaba en el Programa Apolo de la NASA. Heredó la pasión por la ciencia y se graduó en la carrera de biología. A sus 20 años, una beca la trajo hasta el sur de la Argentina. Desde entonces, estudia el ciclo del carbono y los ecosistemas naturales.

"El cambio climático es real. Y está siendo provocado por las actividades humanas. Las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero son las más altas de la historia. Estamos emitiendo más dióxido de carbono y eso está calentando el planeta. Las predicciones son graves y serán peores si no dejamos de hacer lo que hemos estado haciendo", expresa.

- ¿Acaso estamos hablando de la supervivencia de la humanidad?

- Para nuestros hijos y nietos las cosas serán muy diferentes. Por no hacer sacrificios para mitigar el cambio climático acabaremos sacrificando esas generaciones. Existe un punto de inflexión del cual no hay vuelta atrás. Lo hemos pasado. El sistema climático global es complejo y se retroalimenta constantemente. Eso significa que no se puede volver al estado original.

- Suena como una catástrofe medioambiental sin precedentes.

- Es difícil predecir qué pasará con los ecosistemas y cuál será la reacción de la humanidad. Lo que sí se sabe es que nuestros nietos tendrán que ajustarse a un mundo distinto. Los eventos extremos, como las inundaciones y las sequías, aumentarán. Ni todas las ingenierías y tecnologías serán suficientes para mitigar el calentamiento en los próximos 100 años. No queda un solo ecosistema que no esté afectado por una elevada cantidad de dióxido de carbono.

Uno de los principales retos que actualmente se encuentran sobre la mesa en Lisboa es el de aumentar al 30 % el porcentaje de zonas marinas protegidas, una demanda largamente reclamada por las organizaciones conservacionistas. Además, muchos expertos reclamarán el fin de la pesca de arrastre o la necesidad de un Tratado sobre los Océanos. Desde Greenpeace, por ejemplo, plantean la necesidad urgente de dar con una normativa internacional que ayude a proteger los océanos.

Mientras tanto, un nuevo cálculo publicado por Nature Climate Change precisa que desde la década de 1960 se verifica una aceleración del aumento del nivel de los océanos y que esto no ocurre de manera uniforme por todo el planeta. Hay factores que influyen, como el recorrido de los vientos, la circulación de los mares e incluso los cambios en el campo de gravedad de la Tierra.

Según este comité científico, la aceleración comenzó a gestarse en el Pacífico Sur y los vientos desempeñaron un papel determinante. Hasta ahora, se sabía que las emisiones de gases de efecto invernadero han estado calentando el planeta alrededor de un grado desde los tiempos preindustriales hasta llevarlo a la emergencia climática en la que se encuentra hoy. Se sabía -también- que ese calentamiento provoca que el nivel del mar crezca. Y se sabía -finalmente- que el principal motivo, y más evidente, es el derretimiento de los hielos, que añaden más agua a los océanos. El nuevo cálculo añade otro motivo, algo más complicado: la absorción de calor provoca una expansión térmica de las aguas aumentando su volumen.

"La ciencia es clara: el océano se enfrenta a amenazas sin precedentes como resultado de las actividades humanas”, afirman los expertos de Naciones Unidas en un comunicado dado a conocer en vísperas del cónclave. En ese mismo texto, advierten además que la salud y la capacidad de los ecosistemas marinos para mantener la vida empeorarán a medida que aumente la población humana.

"Si queremos abordar algunos de los problemas más definitorios de nuestro tiempo, como el cambio climático, la inseguridad alimentaria, las enfermedades y las pandemias, debemos actuar ahora para proteger el estado de nuestro océano", concluyen. Queda claro que todo tiene que ver con todo. Que no podemos aislarnos de los problemas. Y que jamás vamos a salvarnos solos.





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