La soja sigue en alza, pero los dólares se esfuman

La soja sigue en alza, pero los dólares se esfuman

Las reservas no logran capitalizar los buenos precios externo de la oleaginosa. El Estado se queda con el 61,5% de la renta agrícola

La guerra de Ucrania abre oportunidades en el comercio exterior. Si bien las exportaciones crecen, se pierden reservas porque el aumento en las importaciones y el turismo al exterior es mayor. La mala organización y gestión del Estado llevan otra vez a desaprovechar un contexto internacional inéditamente favorable, señala un informe elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa). El valor de la oleaginosa cerró ayer en valores récord. En el mercado internacional, la posición julio subió a U$S 639,31 la tonelada, acercándose al récord del 4 de septiembre de 2012 cuando se negoció a U$S 650,74. Aún así, el Gobierno nacional no logra capitalizar la estampida del valor de l soja porque los agrodólares que ingresan salen para cubrir las necesidades de importación energética.

El conflicto entre Ucrania y Rusia tiene fuertes impactos sobre la Argentina. Por un lado, porque tanto Ucrania como Rusia son muy importantes proveedores mundiales de productos agropecuarios. En Ucrania, la guerra provoca enormes dificultades para gestionar la producción y la comercialización. En el caso de Rusia, las sanciones comerciales implican menor oferta en el mercado internacional. “Esto beneficia a la Argentina por ser exportadora de los mismos productos agropecuarios. Por otro lado, Rusia es un importante proveedor de energía y, por las sanciones, hay escasez. Cuando la Argentina es importadora de energía”, expone el diagnóstico de Idesa.

Planteado de manera simplificada, los profundos y abruptos cambios en el comercio internacional están generando nuevas oportunidades, pero también nuevas dificultades. En la argumentación del oficialismo, dice el reporte privado, se resalta las pérdidas de divisas por las mayores importaciones de energía. Pero en una evaluación más completa hay que considerar también los impactos positivos que se están dando por el lado de las exportaciones agropecuarias.

La manera más ilustrativa de dimensionar las oportunidades que se le presentan al país es con el precio internacional de su principal producto de exportación: la soja. En este sentido, según datos del Ministerio de Economía se observa que:

• Entre 2015 y 2020, el precio de la soja fue de U$S 350.

• En 2021, subió a U$S 510.

• En lo que va de 2022, roza los U$S 640 la tonelada.

Estos datos muestran que el precio del principal producto de exportación está en un nivel récord, similar al pico que alcanzó en el último ciclo de bonanza en agosto de 2012. Adicionalmente, en otros productos con alta participación en las exportaciones, se registran tendencias parecidas. Por ejemplo, el precio del trigo se ubica en U$S 380, un nivel que es el segundo más alto de los últimos tiempos y asimilable al de febrero del 2008 (el más alto fue en marzo de ese año a U$S 400).

Comparando el primer cuatrimestre del año en curso con igual período del año anterior, las exportaciones aumentaron U$S 4.300 millones, pero las importaciones registraron un incremento del orden de los U$S 5.400 millones, de los cuales menos de la mitad se atribuyen a la guerra porque se originan en mayores importaciones energéticas, analiza Idesa. A esto se suma el incremento en el saldo negativo en los servicios del orden de los U$S 2.300 millones, explicado principalmente por la mayor demanda de turismo en el exterior. La principal consecuencia es que el Banco Central no sumó ningún dólar neto a sus reservas y tuvo que apelar a consumir parte del desembolso que recibió del FMI.

Las evidencias muestran que el contexto internacional resulta muy favorable. Pero nuevamente se está desaprovechando debido a la mala organización y gestión del Estado. El principal ejemplo es la necesidad de apelar a cobrar retenciones a las exportaciones más “cepo” cambiario en medio de una bonanza internacional, considera la entidad. A esto se suma la escasez de gasoil, justo en el momento de la cosecha de soja. No hay divisas para importar más gasoil, pero se usan fondos públicos para promover el turismo en el exterior, que consumen las escasas divisas, a través de subsidios a Aerolíneas Argentinas, finaliza.

El Estado, ese socio

Ahora bien, ¿cuánto es la participación del Estado en la renta agrícola? Según la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), “por cada $ 100 de renta que genera una hectárea promedio, $61,50 se va en impuestos”, explica David Miazzo, economista Jefe de la entidad. El índice de junio es 3,4 puntos porcentuales más bajo que el registrado en marzo, de 64,9% a 61,5%, dentro de los informes trimestrales que elabora FADA. Esto se da principalmente por la suba de precios y también por una leve suba de los rendimientos considerados, ya que los impactos de la sequía fueron menores de los que se estimaban, explica.

“Aunque bajó la participación del Estado en la renta agrícola, igualmente la recaudación fiscal aumentó, porque la cantidad de impuestos en pesos que pagó una hectárea promedio aumentó”, afirma Miazzo. En el caso de soja, los impuestos nacionales que paga una hectárea pasaron de $ 74.250 a $ 89.986, en maíz de $ 45.316 a $ 54.480, en trigo de $ 26.209 a $ 38.069 y en girasol de $ 22.306 a $ 42.693.

La suba de precios internacionales no sólo generó un mayor aporte fiscal, sino que también un mayor ingreso de dólares. En los primeros cinco meses del año el sector cereales y oleaginosas ingresó al país U$S 15.329 millones por exportaciones, lo que representa un récord histórico de ingreso de divisas.

“Con estos números se puede apreciar que una suba de precios de los granos no sólo beneficia a la producción agropecuaria, sino que también el Estado recauda más e ingresan más dólares al país, señala Nicolle Pisani Claro, economista de FADA. Mientras más divisas ingresen al país es mejor para toda la economía, ya que se disponen de más dólares para importar gas y combustibles, por ejemplo. “Además, mientras más valga la producción, más actividad económica se genera, en particular en los pueblos y ciudades del interior productivo. Más actividad significa más movimiento para todos los sectores económicos, no sólo el campo”, agrega .

El informe también analiza los cultivos uno por uno y muestra que la participación del Estado en la soja es del 68,4%, maíz 53,9%, trigo 50,4% y girasol 44,8%. La carga impositiva está compuesta por impuestos nacionales, provinciales y municipales. Los nacionales no coparticipables representan el 66,8% del total que afronta una hectárea agrícola en Argentina. Se componen principalmente por los derechos de exportación, a los que se le suma el impuesto a los créditos y débitos bancarios.

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