NUEVO LIBRO. Enz publicará “Los sicarios de la caja” el mes próximo.
Daniel Enz, periodista de investigación oriundo de Paraná (Entre Ríos), es el hombre del momento. Quizás porque consiguió algo que muchos de sus colegas ambicionan: señalar irregularidades, desentrañar la mecánica de la corrupción de un Gobierno que se creía impune y conseguir una condena. Desde sus programas de radio y TV, y en sus artículos de la revista Análisis -que se edita desde hace 33 años-, Enz fue detallando la investigación iniciada cuando comenzó a notar irregularidades en la gestión de Sergio Uribarri. Finalmente, el ex gobernador entrerriano fue hallado culpable y debió renunciar al cargo de embajador en Israel.
El 7 de abril pasado, Urribarri fue condenado a ocho años de prisión e inhabilitación perpetua y absoluta para ejercer cargos públicos. La Justicia entrerriana encontró al ex gobernador peronista, que cumplió mandato entre 2007 y 2015, culpable de los delitos de negociación incompatible con la administración pública y peculado. Durante el debate se puso bajo la lupa su gestión y se lo acusó de ser parte de un esquema de cartelización de empresas que posibilitó desvíos de fondos.
Pero días pasados, mientras Urribarri continuaba en Israel y los pasos administrativos se demoraban debido a la falta de un decreto presidencial, un jury de Entre Ríos destituyó a la fiscal anticorrupción Cecilia Goyeneche. Ella había impulsado la investigación contra el ex gobernador. En Twitter, Uribarri se mostró participando en la celebración patria del 25 de Mayo en la Embajada argentina en Israel, a pesar de la condena que pesa sobre él.
En detalle
“El expediente repite nuestros artículos que son largos, de nueve, 10 páginas”, cuenta Enz como anécdota a LA GACETA, minutos después de finalizar su programa de radio diario.
Las denuncias contra Urribarri se remontan a cuando era presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia y desviaba subsidios. “Terminaron condenando a diputados de la oposición y no a él, que era el que daba esos subsidios, por una maniobra de presión de quien era su abogada. Hoy ella integra el Tribunal Superior de Justicia de Entre Ríos, la misma sala que va a tener que definir la situación de Urribarri. Así que espero que se excuse”, resaltó.
“Investigué al ex gobernador y conté que había desviado, por lo menos, más de 100 millones de dólares. Y en este juicio son casi nueve millones de dólares que se lo acusa de desviar, pero tiene tres causas más graves, por dinero que sacó del Estado”, recordó.
Si bien el día que se comunicó la sentencia Enz estaba emocionado, en diálogo con LA GACETA afirma que no le asignó tanta importancia a esa resolución de la Justicia. “Estaba terminando mi último libro, ‘Los sicarios de la caja’, que narra cómo funcionó la corrupción en Entre Ríos durante los últimos 30 años. Es el libro más largo que hice, son 690 páginas, y el objetivo de escribirlo es, fundamentalmente, contarle a las nuevas generaciones qué sucedió al respecto, porque se repiten los personajes, los abogados, los operadores”, explicó. El libro saldrá a fines de junio.
- ¿Cómo comenzó todo?
- Comenzamos a observar y a seguir los movimientos del cuñado de Urribarri, Juan Pablo Aguilera, porque comenzó a hacer una serie de inversiones que sorprendían. Empezó con una pequeña imprenta y se hizo cargo de la mayoría de los trabajos de impresión del Gobierno, que se dejaron de hacer en la imprenta oficial que tiene el Estado. Más tarde comenzó a armar otras sociedades importantes, con maquinarias costosas. En aquel momento Aguilera tenía una imprenta de 30 a 35 metros de frente por 50 metros de fondo que quedaba cerca de mi casa. Por esa época yo trabajaba con imprentas de Santa Fe, que comenzaron a notar que ya no las contrataban y me preguntaban qué había pasado, por qué ellos empezaban a perder el trabajo. Ahí empezó todo. Las imprentas tienen los mismos proveedores grandes y cuando hablabas con ellos te decían que el cuñado del gobernador estaba comprando una gran cantidad de insumos. Más adelante, crearon varias empresas, distintas sociedades. Tenían tres empresas con diferentes domicilios, matrículas y socios. Fue muy bien armado todo. Inclusive eran empresas que competían entre ellas en las licitaciones pero eran todo lo mismo, todos amigos financiados por el gobernador.
- ¿Qué sucedió después?
- Empezamos a contar la historia. Como periodistas de investigación fuimos atando cabos, armando el rompecabezas.
- Muchos asumen que los medios -especialmente en provincias, ciudades o municipios chicos- tienen como principal ingreso la pauta oficial y eso hace que no se investigue al poder. ¿Cómo funcionó esto en el caso de ustedes?
- Yo siempre lo cuento: nosotros nunca dejamos de tener pauta publicitaria. Cuando hablábamos con la gente de información pública les dije muchas veces que si querían retirar la publicidad, lo hicieran. Ellos tenían derecho a patalear así, digamos. Pero la realidad es que nosotros seguimos trabajando y denunciando, pero no nos castigaban de esa manera.
- ¿Cómo fueron las primeras reacciones en la Justicia, que muchas veces está fuertemente ligada al poder político?
- Hubo muchos abogados que fueron con la revista y un escrito de una carilla, pidiendo que se investigara, y la Justicia finalmente tomó este tema de oficio. Durante el proceso, la Justicia se nutría de lo que nosotros íbamos informando. Yo fui a declarar numerosas veces pero ellos no avanzaban. Yo explicaba todo lo publicado mientras nuestras investigaciones sí avanzaban.
- ¿Cómo te llevás con las emociones que genera denunciar estos casos, la frustración de que la Justicia no avance o lo haga más lento de lo deseado, la satisfacción de que el caso haya llegado a juicio y condena?
- Me ha pasado y no tanto. Antes de este caso hubo otros con condena de personas importantes, como un senador del Partido Justicialista, un ex diputado radical que hemos investigado y han tenido su condena. Nosotros seguimos trabajando con la revista mensual y continuamos haciendo nuestro trabajo, como siempre. Pero sí es cierto que algunas historias avanzan y otras no. Entonces, de 10 denuncias, sospechas o cuestiones que tenemos vamos avanzando en cinco, las que son más firmes. Antes de salir con una denuncia la estudiamos bien y queremos que salga lo más completa posible, son notas de seis a 10 páginas para no dejar ningún cabo suelto, hay que ser muy estricto en ese sentido.
- ¿Qué es lo más difícil de investigar y probar en estas causas de corrupción?
- El manejo de los testaferros es lo más difícil. Es una modalidad que se instaló en los últimos 20-25 años. Es difícil de probar para los periodistas pero para la Justicia no tanto, porque una vez que inician la investigación ya se pueden cruzar datos: conversaciones telefónicas, mensajes, e-mails, los datos de las computadoras. La mayoría de los acuerdos se cierran por un WhatsApp y la vinculación queda ahí al descubierto.








