Un balance con mirada hacia el futuro de Javier Fiori

Un balance con mirada hacia el futuro de Javier Fiori

El folclorista celebra 20 años en la música en el escenario del teatro San Martín rodeado de amigos. Cómo es irse (y volver) de Tucumán.

NUEVA ETAPA. Javier Fiori está abocado a la producción artística. gentileza elena nicolay NUEVA ETAPA. Javier Fiori está abocado a la producción artística. gentileza elena nicolay

Cumplir dos décadas en la música amerita un festejo y Javier Fiori lo tendrá esta noche sobre el escenario del teatro San Martín (avenida Sarmiento 601). A partir de las 21 estará rodeado de amigos, compañeros de ruta y afectos, en una larga lista que integran Jeremías Nieva, Matthias Agüero Hinz, Javier Podazza, Alberto Villafañez, Víctor Agüero, Pablo Narvaja, Topo Bejarano, Eduardo Picco, Ignacio Berrizbeitia, Daniel Lobo, Fernando Llomplat, Álvaro Arruñada, Nerio González, Paulo Marigliaro, Agustina Ascárate, Arturo Aguirre Rodríguez, Alfonsina Miglioto Carignano, Germán Paz y Diego Ferronato.

“Estoy entrando en la madurez a nivel profesional dentro de la música. En este momento estoy produciendo a otros artistas, lo que me saca del centro de las miradas y me pone en una posición creativa privilegiada en la que puedo usar todos mis recursos para concretar las ideas”, afirma a modo de presente y futuro en diálogo con LA GACETA.

- ¿Cuáles fueron tus pasos?

- Mi inicio con el grupo Nehuen fue muy influenciado por el Chango Farías Gómez, Raúl Carnota, Aca Seca Trío y otros innovadores del hacer folclore, buscando romper estructuras que parecen caprichosamente impuestas, como en nuestro disco “Acorazado”. En 2003 me fui a vivir a La Plata, a un ecosistema totalmente diferente, mucho más diverso en géneros y estilos musicales. Comencé a escuchar jazz y a estudiar a los grandes maestros de como Bach, Beethoven, Stravinsky, Debussy... Eso tiñó de un color muy diferente mis canciones y arreglos de folclore para el disco “Justo aquí”. Al volver, me tocó despertar a una realidad social y cultural a la que me había desacostumbrado y me contacté desde la base de los ritmos populares latinoamericanos con la Orquesta Barricada con la que grabamos “Porrón y mortadela” en 2017. Y con Los Decididos de Tucumán armamos el espectáculo “Cantata por la Batalla de Tucumán”, para contar la historia a través de canciones propias y de Ariel Ramírez, Félix Luna, Juan Falú, Nestor Soria, Bruno Arias y otros, que recibió el sello de distinción Marca Tucumán.

- ¿Cuáles son los puntos más altos que reivindicás?

- Los encuentros y reencuentros. Toda esta experiencia me ha permitido conocer y relacionarme con personas increíbles a las que quiero y respeto mucho desde lo artístico y lo personal. Vivir fuera de Tucumán fue muy movilizante. Me enseñó otra idiosincrasia y me abrió la cabeza a nuevas formas de ser y hacer, lo que fue enriquecedor.

- ¿Hacer un recital de esta forma es más que un repaso?

- Sin dudas. Es entregar a la gente la cosecha artística de todos estos años; que quienes la conocieron antes la vuelvan a disfrutar y que los otros no pierdan la oportunidad de hacerlo. En lo personal es una retrospectiva con sabor a balance. Y volver a compartir un escenario con amigos me resulta emocionante, más ahora que estoy volcado a la producción, una nueva veta que me da la posibilidad de seguir aprendiendo desde lo técnico y me permite crear desde los diferentes ángulos: puedo componer, arreglar, dirigir, tocar y cantar, tanto para mi proyecto como para otros artistas.

- ¿Cómo estas viendo la música tucumana en este momento?

- Goza de buena salud. Hay muchos músicos, proyectos hermosos, todos los géneros y estilos. Basta mirar los videos del Septiembre Musical del año pasado para hacerse una idea del riquísimo mapa musical que tenemos. Lo mismo, nos falta más apoyo económico para festivales y encuentros, que los organizadores de eventos contraten más bandas locales, difusión más fuerte en los medios locales, exención impositiva para bares y boliches que programen artistas locales, desarrollo de sellos, promoción nacional, unión entre los músicos para luchar por derechos y que se paguen cachets dignos, porque el artista es un trabajador. La cultura y sus productos pueden ser una pata de la economía local si se desarrollan.

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