¿Tucumán es una ciudad accesible?

¿Tucumán es una ciudad accesible?

Qué elementos de infraestructura pública y privada faltan para que nuestra urbe se vuelva accesible para todos. La función del diseño universal y algunos registros de avances.

GUÍAS PODOTÁCTILES. Estos carriles son una gran ayuda para las personas no videntes. la gaceta / fotos de antonio ferroni GUÍAS PODOTÁCTILES. Estos carriles son una gran ayuda para las personas no videntes. la gaceta / fotos de antonio ferroni

En nuestra urbe, el caos obra de muchas maneras. Tenemos filas interminables de autos, peatones kamikaze que cruzan por donde ven un hueco y calles tan desiguales que parecen haber surgido haciendo tatetí... Tal panorama nos convierte en una ciudad totalmente atomizada y agresiva para muchísimos ciudadanos. Sin embargo, existe una solución: apostar por el diseño universal.

“Este concepto implica crear o refaccionar espacios arquitectónicos pensando en la pluralidad humana con la cual coexistimos. Es decir, que se contemplan las necesidades y las limitaciones de todos, para que podamos disfrutar de la ciudad o transitar por ella en igualdad de condiciones”, explica Josefina Ocampo Guchea, miembro de la Comisión de Diseño Universal del Colegio de Arquitectos de Tucumán.

La propuesta va más allá de sumar rampas en las esquinas o refaccionar las cuadras para que la gente con diversidad funcional logre avanzar. También hablamos de incluir a personas mayores, embarazadas, niños y hasta mascotas.

“Muchas veces, las condiciones en que se encuentran los servicios o espacios públicos no son adecuadas. Esto conduce automáticamente a que algunos ciudadanos queden marginados o con sus derechos vulnerados. Por eso, resulta importante construir y proyectar a nivel local ambientes en los cuales prime la inclusión”, explica María Elena Flores, profesora a cargo de la cátedra Legislación y Ejercicio Profesional de la carrera de Arquitecturade la UNT.

AYUDAS. Hamaca para sillas de ruedas, carriles táctiles y semáforos para no videntes. AYUDAS. Hamaca para sillas de ruedas, carriles táctiles y semáforos para no videntes.

Desde 2011, su materia contempla la optativa “Diseño universal” y es tanta la cantidad de alumnos que se inscribe que hubo que fijar un cupo de 200 estudiantes (en comparación, otras asignaturas oscilan entre 20/30 alumnos).

“Este año nuestra electiva fue premiada por Zero Project (una organización austríaca que convoca proyectos internacionales relacionados con la discapacidad y accesibilidad). Junto con la Biblioteca Argentina para Ciegos somos los únicos en Argentina en recibir tal reconocimiento”, indica orgullosa.

Cuentas pendientes

¿Hay que demoler la ciudad y renacer de los escombros? Primero, para eso nos faltaría presupuesto; y segundo, tampoco es indispensable. El diseño universal puede implementarse a través de pequeñas modificaciones. Por ejemplo, sumando áreas de lactancia o baños adaptados en las plazas y los parques.

Con las últimas remodelaciones del casco histórico y el microcentro, ambas profesionales afirman que el tema de la accesibilidad ya forma parte de la planificación urbana y existe -en los municipios- una intención positiva por mejorar la trama de la urbe y peatonalización.

El problema pasa porque las soluciones no se dan a corto plazo ni son inmediatas. “Encarar una planificación urbana requiere de procesos extensos; por lo cual los esfuerzos por mejorar la ciudad recién aparecen materializados muchos años después. En la mayoría de casos, los gobiernos no tienen este concepto arraigado porque solo duran cuatro años y quieren ver o inaugurar nuevas obras pronto”, reflexiona Ocampo Guchea, docente de la universidad San Pablo T.

Junto a la “ansiedad política”, uno de los factores que más nos perjudica es la falta de concientización. “Aunque exista una actitud estatal a favor de la equidad, nosotros mismos opacamos los avances. Entre las escenas típicas aparecen los negocios que ponen su cartelería u objetos sobre las sendas para ciegos, las motos estacionadas en las veredas o los autos en doble fila que cortan la libre circulación. También, con los semáforos sonoros, hay usuarios que reclaman por el ruido molesto”, detalla Flores.

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Estos hechos van hermanados a la siguiente carencia en las políticas públicas: la falta de control constante y de sanciones efectivas a quienes hacen oídos sordos a las reglamentaciones.

Además, pese a la lavada de cara del microcentro, aún falta para que los esfuerzos se repliquen generalizadamente en las zonas periféricas y más alejadas de la capital y otras ciudades.

Actitud

Los cambios siempre arrancan por casa. En la lucha contra el vandalismo y para fomentar el bienestar de las minorías, Ocampo Guchea enfatiza nuestro rol como ciudadanos activos.

“Está bien reclamarles a las entidades municipales por baches o carencias en las obras públicas. No obstante, también debemos empoderarnos y participar -sea en grupos, por medio de asociaciones o centros vecinales- de las medidas de cuidado y preservación. Las actitudes positivas se imitan y crean un efecto multiplicador”, reflexiona.

Reglamentaciones

Existen bastantes normativas alusivas a la inclusión urbana. El tema es que (vamos a ponernos un tanto filosóficos) “su mera existencia no basta”.

Para arrancar, Argentina está adherida desde 2008 (mediante la Ley N° 26.378) a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

También nos incorporamos a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU; acuerdo en el cual el tema se aborda en varios de sus objetivos.

A nivel nacional, en nuestro país opera, desde 1994, la ley N° 24.314. En ella hay tres artículos que hablan sobre la arquitectura y transporte accesible.

Por su parte, Tucumán se sumó a este panorama al sancionarse la ley N° 6.830 y con ordenanzas municipales.

En plazas y Parques

Un referente de inclusión en espacios verdes es el parque cerrado El Provincial. Al recorrerlo, podemos encontrar una hamaca y rueda adaptadas y algunos juegos con texturas. A medida que se inauguraron sus diferentes sectores, la Municipalidad capitalina instaló planos hápticos (uno en cada manzana) con la información en braille y también en relieve. Al tiempo, casi todas las placas fueron robadas y hoy siguen quedando los huecos vacíos. En Plaza Urquiza también hay una hamaca (en condiciones regulares).

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Semipeatonales

El ensanchamiento de las veredas (en las calles 25 de Mayo, San Martín y Laprida) cumple con el discurso del diseño universal al ofrecer mayor comodidad a los peatones. Además, los bancos de madera que aparecen cada tanto ofrecen una solución para que las personas mayores se sienten a descansar. A su costado, el margen que queda libre permite incorporar sillas de ruedas o cochecitos.

Semáforos sonoros

Para el caos vehicular con el cual lidiamos a diario, los semáforos sonoros que existen en el microcentro son insuficientes. Al haber dejado claro eso, la presencia de este elemento aparece en la esquina de la Catedral (por la calle 24 de Septiembre) y sobre la avenida Roca, en su intersección con las calles 9 de Julio y Buenos Aires. Los semáforos funcionan mediante señales sonoras (su emisión es permanente) que cambian de secuencia para indicar un cruce seguro.

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Guías podotáctiles

Se trata de unas bandas que marcan el camino y sus diferentes variaciones para que los ciudadanos invidentes o con visibilidad reducida puedan transitar. Estas tienen varias texturas (puntos o líneas) que difieren según haya desniveles, giros, vados o impedimentos a los cuales permanecer alerta. Podemos hallarlas en la plaza Independencia, partes de las semipeatonales y calles céntricas aledañas.

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