¿Seremos en el futuro un país de analfabetos?

¿Seremos en el futuro un país de analfabetos?

¿Seremos en el futuro un país de analfabetos?

¿Qué tipo de país seremos dentro de 20 años? ¿Quiénes serán nuestros dirigentes? ¿Habremos superado la grieta? ¿Habremos recuperado algunos de los valores que hoy se hacen imprescindibles y que no aparecen a la hora de pensar una Argentina mejor? ¿Nuestros hijos estarán preparados para tomar las riendas de este país y llevarlo hacia el destino que todos soñamos que debería tener? ¿La educación será nuestra principal herramienta para devolver los lauros a esta tierra maravillosa? Veamos si hay respuestas.

Hoy estamos en una crisis educativa. De base. Según las estadísticas, con datos del Indec, en Argentina el 51% de la población nace en un hogar pobre o con las necesidades básicas insatisfechas. Es decir que los chicos llegan a la escuela desde el primer momento con, como mínimo, deficiencias alimenticias que derivan en problemas de salud y por ende, que repercuten en el aprendizaje. Hoy, menos del 5% de los argentinos acude a la Universidad, y poco menos del 25% de la población que tiene trabajo alcanzó el nivel superior o el universitario completo. Sólo un 50% de los alumnos termina la secundaria en el tiempo establecido, y otro 10% lo hace ya en la adultez.

Los datos son duros, pero permiten ponerle nombre y apellido a una realidad que estamos viviendo. Parecemos encaminarnos a ser un país analfabeto. ¿Y qué están haciendo nuestros dirigentes hoy para revertir esa tendencia? En los últimos días se conocieron dos noticias que parecen ir en el sentido opuesto. En Formosa, el Ministerio de Cultura y Educación resolvió que los alumnos de las escuelas secundarias podían pasar de año con hasta 19 materias previas. Eso significa que al comenzar el año 2022, los estudiantes podían adeudar todas las materias de 2020, otras tres de 2019 y tener al menos tres materias sin aprobar de 2021. Nunca visto. Pero eso no es todo. A partir de una resolución del Consejo General de Educación de Entre Ríos, los estudiantes secundarios no serán calificados con una nota menor a 4 en el primer trimestre. Según los funcionarios, las notas del 1 al 3 “obturan el proceso de aprendizaje” y producen un “impacto subjetivo” en los estudiantes. ¿Es así como se pretende revertir esta crisis?

Hace unos días estuvo en Tucumán el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk. El funcionario, sin embargo, negó que Argentina estuviera en una caída educativa. “Viene con algunos avances y con algunos retrocesos; Argentina tiene avances”, dijo. Y fundamentó: “en términos de escolarización, de cobertura, de finalización de la tasa de egreso, se viene avanzando y hay momentos en que han mejorado en los rendimientos en las pruebas, hay momentos que se han estancado y hay momentos en que se ha retrocedido. En el 2019, se retrocedió, en 2013, se había avanzado, así que la verdad que hay datos que son complementarios y contradictoriamente complementarios. Tenemos una tasa de cobertura muy importante respecto de otros países. Y tenemos algunos otros datos que nos ocupan, ¿no?, no todos aprenden lo que tienen que aprender o no terminan”. Es decir, en 2019, con Macri (ah, pero con Macri) se retrocedió, pero con Cristina se había avanzado. Pareciera ser un discurso obligatorio para todos los funcionarios actuales.

Luego de dos años de pandemia, la situación de la educación es dramática, pero por sobre todas las cosas, por las insalvables desigualdades sociales. Según el Observatorio de Argentinos por la Educación de cada 100 alumnos, sólo 16 concluyen el ciclo lectivo a tiempo. De esa cantidad, más de la mitad proviene de familias de mayor nivel socioeconómico. La dos terceras partes son de colegios privados. ¿Más datos? Se observan diferencias por tipo de gestión escolar (estatal o privada). El 34,3% que llega al último año de la secundaria asiste a escuelas del sector privado. Sin embargo, quienes llegan en tiempo y con los conocimientos satisfactorios representan el 63,7% en escuelas de gestión privada y el 36,3% en estatales. Mariano Narodowski, coautor del informe de Argentinos por la Educación concluye: “es un escenario atravesado por condiciones de desigualdad y segregación socioeconómica y educativa en el que, debido a la edad de los estudiantes, priman más las diferencias de cuna que las basadas en el mérito. De esto se desprende la necesidad de cambiar las políticas educativas que han regido en las últimas décadas que han propiciado mayor desigualdad y la exclusión de los alumnos más débiles. Es necesario generar otras políticas basadas en la igualdad, no meramente declarada, abriéndonos al mérito y al talento independientemente del nivel socioeconómico”.

¿A qué se debe que no todos aprenden o terminan la escuela?, se le preguntó a Perczyk: “A las condiciones sociales que tenemos que mejorar, a la discontinuidad de las políticas educativas, a momentos de desinversión, a varias cosas…”. Con otro “ah, pero con Macri” se lo podría explicar mejor.

En dos meses se conocerá el resultado de las pruebas Aprender que se tomaron en 2021, aún con una educación virtual por la pandemia. En las de 2019 se confirmó que el 70% de los estudiantes no sabía resolver un problema matemático.

Con más de 600.000 chicos que tras la pandemia no regresaron a la escuela, y las consecuencias que el virus dejó en la enseñanza, las preguntas del principio sólo pueden tener respuestas negativas. Aunque se quisiera ser optimista, en base a la actualidad, las penumbras parecen envolver el futuro.

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