Los inicios no son lo mismo que los principios

Los inicios no son lo mismo que los principios

La periodización de la historia de Eric Hobsbawm devino canónica. El XIX -propuso él- fue un “siglo largo”: se extiende desde el ciclo de las revoluciones de finales del 1700 (la Norteamericana, en 1776, y la Francesa, en 1789) hasta la Primera Guerra Mundial, en 1914. El XX -pautó- fue un “siglo corto”, que se inicia cuando la Gran Guerra y termina con la caída del muro de Berlín, en 1989, y la postrer disolución de la URSS, en 1991.

La lógica del historiador británico no pretende desautorizar los calendarios, tan intransigentes en su decisión de que todo comience el 1 de enero y concluya el 31 de diciembre, sino que propone pensar procesos. Más aún, hay quienes debaten, con esos parámetros, si el siglo XXI no comenzó con los atentados terroristas contra los Estados Unidos perpetrados en 2001, porque se prefiguró otro mundo a partir de entonces. Y, desde hace dos años no son pocos los que proclaman que el tercer milenio se inició con la Covid-19, por la trascendencia de la pandemia en todos los órdenes de la vida.

Esta perspectiva propuesta para la historia también aplica para la política. O, cuanto menos, habilita un ejercicio para tratar de desentrañar la lógica de los procesos que se han echado a andar en Tucumán. Si los ciclos de poder comarcano están regidos por las elecciones en las que cada cuatro años se renueva la totalidad de los cargos electivos, y tanto en el oficialismo como en la oposición las pujas de poder ya están desatadas, ¿cuándo comenzó 2023?

Hay dos respuestas, pero arrojan una conclusión común: el año que viene ya empezó. Y las señales están por doquier. Por caso, la UNT acaba de cerrar su ciclo electoral con un holgado triunfo del binomio Sergio Pagani - Mercedes Leal (el margen de ventaja, por así decirlo, es “Gordo”), en horario para que las lides partidarias no contaminen ese proceso.

El “Grupo de los Seis”

En el peronismo gobernante, 2023 acaba de comenzar. Su inicio opera con la revelación del gobernador Osvaldo Jaldo de que la intención oficial es celebrar las elecciones provinciales en junio del año próximo.

El anuncio es el equivalente a la bandera de la largada para la interna del oficialismo. Y la consecuencia “natural” es que ya ha surgido un contendiente: el intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera. Por cierto, no se trata de una empresa puramente voluntarista: media docena de jefes municipales están reuniéndose detrás de ese objetivo. El “Grupo de los Seis” es como, inclusive, han nombrado al grupo de WhatsApp “oficial”.

Junto con el taficeño se encuentran Francisco “Pancho” Serra, de Monteros; Carlos Galia, de San Isidro de Lules; Roberto Moreno, de Trancas; Leopoldo Rodríguez (h), de La Cocha; y Jorge Leal (h), de Burruyacu.

Estos son los “socios fundadores”, a quiénes ya se han sumado dos legisladores, por afinidad política y familiar: Leopoldo “Puma” Rodríguez y Jorge Leal, padres de los dos últimos intendentes mencionados. Leal (padre) reviste una particularidad que, aunque circunstancial, no es menor: es el presidente del Congreso provincial del PJ. Y por carta orgánica, si no hay elecciones internas (que se anticipen los comicios es causal para eludirlas), es ese órgano partidario el que define las candidaturas del partido.

El surgimiento del “Grupo de los Seis” es la revelación de que la interna entre manzuristas y jaldistas sigue rabiosamente encendida en todo el territorio. Las cabezas de ambos sectores, claramente, han arribado a un alto al fuego. Es un armisticio antes que un tratado de paz, pero al menos sirvió para que cesaran las hostilidades entre Manzur y Jaldo. El actual jefe de Gabinete busca un futuro en el escenario nacional y el actual gobernador busca pasar del interinato a la titularidad en el próximo turno, así que esos intereses principales no se chocan. A “Juan” le sirve de mucho tener pacificado su propio distrito. Y “Osvaldo”, desde la Casa de Gobierno, está más cerca que desde cualquier otro ámbito para aspirar a la sucesión. Pero “por abajo” no hubo pausa para las hostilidades. Todo por el contrario…

A 56 semanas

Lo ríspido no es una sensación: es una realidad institucional. Los concejos deliberantes siguen profundamente escindidos entre manzuristas y jaldistas. Son legión los intendentes que siguen administrando teniendo el cuerpo de ediles en franca hostilidad, porque las PASO se concretaron en septiembre, pero la batalla que estalló entonces no ha terminado. En todo caso, la orfandad es un sentimiento común en las huestes de uno y otro bando. Los manzuristas se sienten huérfanos de su deseo de hacer tronar el escarmiento contra el jaldismo. Al borde de una tragedia de Esquilo, ganaron las internas abiertas sólo para perder la gobernación. Los jaldistas, en tanto, se sienten huérfanos del anhelo de revancha: sentaron a su líder en el sillón de Lucas Córdoba y… fin del listado de consagraciones en despachos de la Casa de Gobierno.

Este es el contexto en el que se larga la interna oficialista: a la trinchera del “Grupo de los Seis” no han llegado vientos de paz política y por ello entre sus “coroneles” opera el convencimiento de que la única forma de conseguir espacios de poder, teniendo enfrente al jaldismo arrellanado en el Poder Ejecutivo, es con la bayoneta entre los dientes.

Por caso, razonan, han pasado casi ocho meses desde la celebración de las primarias y no han recibido alivios ni convocatorias de la Gobernación, a diferencia de sus pares “jaldistas”. Afirman, por ejemplo, que aunque la Provincia consiguió 100 móviles policiales de la Nación, con las 93 delegaciones rurales como destino prioritario, buena parte de las comunas de sus departamentos aún no han recibido una camioneta policial. Entonces, a 56 semanas de los comicios anticipados, las opciones -asumen- son armarse para la interna o resignarse a quedar al margen de todo.

Roto y doblado

En la UCR, 2023 comenzó en noviembre del año pasado. Las listas de Juntos por el Cambio (la del Senado fue liderada por el alfarismo y la de Diputados por los radicales) quedó a solo dos puntos del Frente de Todos. Desde entonces, ese sector de la oposición considera que llegar a la gobernación es una posibilidad estadística cierta.

Superadas las elecciones generales, en el largamente intervenido distrito tucumano del radicalismo convocaron a la celebración de internas para elegir autoridades partidarias. La idea: normalizar al centenario partido dentro de la coalición opositora para disputar los lugares de poder contra los socios desde una situación empoderada. Hace prácticamente un mes que vienen fracasando parejo en ese objetivo.

LA GACETA publicó esta semana un informe elaborado por la Secretaría de la Justicia Nacional Electoral, el cual da cuenta de cuatro tipos de irregularidades en la proclamación de las autoridades del centenario partido: las “serias”, las “graves”, las “gravísimas” y las “impresentables”. En total, suman 215 las “observaciones” judiciales referidas tanto a la Juventud Radical como a los adultos. Es decir, la normalización ha redundado en un diluvio de anormalidades.

• Las irregularidades “serias” corresponden a 34 autoridades anotadas con un número de DNI que no concuerda con sus nombres y apellidos, o que, directamente, no existen.

• Las irregularidades “graves” refieren a 152 autoridades que ni siquiera figuran como afiliados a la UCR.

• Las irregularidades “gravísimas” tienen que ver con 28 autoridades que, en los registros de la Justicia Nacional Electoral, figuran como afiliados a otras fuerzas políticas.

Frente a este cúmulo de inconsistencias, la junta electoral de la UCR afirma que las fichas de afiliación de las autoridades que aparecen como extrapartidarios están, físicamente, en poder del ex interventor, José “Lucho” Argañaraz. El concejal de la capital, en tanto, advierte que son afiliaciones que datan del último cuatrimestre de 2021, con lo cual ninguno de los casos “observados” reúne los dos años de antigüedad mínima para ser candidatos, exigidos por la carta orgánica en su artículo 57. El soneto no rima. La enmienda lo empeora…

Como si estas 214 “observaciones” no fuesen ya lo suficientemente vergonzantes, la restante, la “impresentable”, le da a la situación un cariz acabadamente escandaloso: anotaron como vicepresidente de la junta departamental de Burruyacu a Juan Carlos Galván, DNI 24.098,576, a pesar de que el “correligionario” lleva casi cinco años muerto. No se trata de un número de documento mal anotado, o de una ficha de afiliación extraviada: para ser autoridad de la UCR se debe firmar, previamente, una “aceptación de candidatura”. Claramente, alguien falsificó ese documento.

Sin haber alcanzado la gobernación desde el retorno de la democracia, el radicalismo tucumano conserva dos “capitales” políticos: ser garante de la institucionalidad y contar con estructura dirigencial en toda la provincia. Entre el oprobio de proclamar a un fallecido en una junta departamental y los dos centenares de autoridades flojas de papeles, están poniendo en crisis las pocas “joyas de la abuela” que aún atesoran.

Olvidos sintomáticos

“Los muchachos peronistas / todos unidos triunfaremos”, canta la histórica marcha justicialista. Pero en Tucumán han olvidado ese dogma. Manzur y Jaldo llegaron a los alaridos a las PASO de septiembre y en las generales de noviembre esa desunión, imperante en el resto de la dirigencia, se materializó en una de las peores elecciones del peronismo tucumano. Los meses siguen pasando y no hay muestras (ni siquiera intenciones) de superar la fractura.

“El triunfo será nuestro / por la patria y el honor”, reza la marcha radical. Dos significaciones encarna esa ese axioma. El primero: en el radicalismo, el honor es un principio tan identitario como la patria. El segundo: no se puede ganar a cualquier precio. Léase, el triunfo es honroso, o es una derrota.

Que en Tucumán pueda discutirse cuando comienza 2023, en términos electorales, es un ejercicio político. Que en los grandes partidos hayan olvidado, incluso, los valores con que comienzan sus himnos, es todo un problema. El síntoma de una dirigencia que ha olvidado dónde comienza la política que pregona.

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