Blanca Podestá engalanó los escenarios tucumanos

Blanca Podestá engalanó los escenarios tucumanos

Tras seis años de espera, la provincia recibió en 1926 a la reconocida artista. Una familia de teatro.

Los tucumanos de principios del siglo XX esperaban con gran expectativa la llegada de las compañías teatrales más renombradas del país, y los actores tenían en claro las exigencias que implicaba actuar en las salas del Jardín de la República. Hacia fines de agosto de 1926, justamente el 20, hacía su debut la compañía de la reconocida actriz y directora Blanca Podestá, miembro de una destacada familia de teatristas argentinos: los hermanos Podestá. La intérprete ya había estado en nuestra provincia allá por 1920 dejando un gran recuerdo en el público, que esperaba su regreso.

La crónica del debut comenzaba: “a pesar de la noche fría que poco convidaba al largo paseo hasta el Odeón (hoy San Martín), la concurrencia llenó el teatro, tributando un homenaje de admiración y cordialidad a la compañía que nos visita. La obra estrenada, La danza del fuego de Luis Rodríguez Acasuso, sirvió más para presentarnos a las primeras figuras de elenco, que para acreditar grandes merecimientos literarios. El autor sólo busca la emoción y lo consigue”.

El comentario del periodista acreditado agregaba: “el público aplaudió todos los finales de acto y al final tributó una ovación delirante, rompiendo el frío protocolar que suele acompañar al debut de las compañías en nuestros ambientes”.

Además, tuvo palabras de reconocimiento para la presentación escénica que “fue verdaderamente suntuosa”, junto con la felicitación para el director Alberto Ballerini por su puesta. Para la protagonista se reservó más palabras de elogio sobre su temperamento en el escenario y su destellante figura, “que sacudió nuestro nervios entregándose plena al arte que interpreta”.

Éxito a sala llena

Día a día, con dos funciones diarias, la compañía llenó el teatro de la avenida Sarmiento. La temporada se extendió por 17 días, hasta el 7 de septiembre.

El cierre del ciclo fue con la obra Santa Juana, “las más formidable realización escénica de la vida de Juan de Arco y con la que obtuviera uno de los triunfos más rotundos el vigoroso comediógrafo inglés Bernard Shaw”.

El relato de entonces decía que los decorados de los seis actos eran magníficos y destacaba el gusto del director artístico. Acerca de Blanca Podestá, indicaba: “la actriz ha recogido nuevamente de nuestro público los aplausos que merece su destacada labor escénica, aplausos hondamente merecidos puesto que ha ejecutado en su actuación las piezas de mayor éxito estrenadas en la temporada última en la metrópoli y que ha constituido verdaderas primicias para el público de Tucumán”.

La lista de obras fue de mucha importancia para el éxito de las presentaciones. Junto a piezas de gran dramatismo se pudieron ver comedias interesantes que expusieron sobre las tablas la gran ductilidad de la compañía. Entre las obras de profundo valor dramático se presentó Vía Crucis, de Aníbal Ruiz Huidobro, “una obra dolorosa, de fuertes concepciones y hondas escenas, que ha producido sensación en cuantos lugares ha sido representada”.

En referencia a Santa Juana se indicaba: “la obra es de una gran fuerza moral, levantadora de espíritus; esta fuerza está realzada con la excelente interpretación que a juzgar por las críticas, hace de ella la compañía Podestá“.

Por otra parte, El poema inmortal, de Jorge Issacs, celebrado romance sentimental teatralizado por Eduardo Rossi, presenta en el segundo acto la Gran Fiesta Ecuatoriana, con cantos y bailes típicos de aquella república sudamericana, que generaron gran interés en el público.

En la segunda jornada, Blanca reafirmó su calidad artística como protagonista de Maternidad, “robusta producción de Roberto Bracco, en la que la eminente primera actriz hace una creación”.

Además, el cronista destacó el gran nivel del elenco, que tuvo una brillante actuación durante la cual se demostraron “hábiles intérpretes, conocedores profundos de la escena en la que actúan con dominio absoluto del arte que cultivan”. El grupo hizo tres presentaciones en la tercera jornada, por ser domingo -costumbre de época-, ya que los fines de semanas se intensificaba la actividad. El público tucumano esperaba el estreno de Manuelita Rozas, poema dramático en cuatro actos de Eduardo Rossi, que venía precedido del reconocimiento del público y la crítica porteña.

En nuestra provincia, el conjunto presentó El ataja-camino, drama colla en tres actos del poeta Juan Carlos Dávalos y Ramón Serrano, obra especialmente escogida por la actriz. Serrano, un actor, director y maestro de declamación español residió en Tucumán hasta 1930, estuvo a cargo del recitado “del bellísimo prólogo del drama”. Esta obra fue presentada por otra recordada compañía que vino a nuestra provincia, la que encabezaba Nicolás Freuges, que también fue miembro de la de Luis Arata.

Un nombre clave

Blanca Podestá nació en La Plata en julio de 1889. Era hija de Gerónimo Podestá, hermano de José, ambos fundadores de la gran dinastía de artistas argentinos fundadores del circo criollo. Desde muy pequeña conoció lo que significó presentarse en un teatro. El dramaturgo español Jacinto Benavente la consideró como la figura teatral del Río de la Plata por su fuerte temperamento dramático. En 1910 protagonizó el film de Mario Gallo sobre Camila O´Gorman. El famoso Multiteatro de avenida Corrientes 1283 llevó su nombre luego de su muerte en mayo de 1967 pero se fundó como cine Smart en 1904 y la actriz se hizo cargo de su dirección en 1924. Por allí pasaron figuras como Miguel de Molina, Mecha Ortiz, Florencio Parravicini y Margarita Xirgu entre otras. Allí en 1933 se conocieron Carlos Gardel y Federico García Lorca.

Viene José Podestá

La actuación de Blanca sirvió de antesala para la presentación de su tío José Podestá, inimitable creador de la figura del gaucho argentino y “difícilmente, que en los escenarios nacionales su labor sea superada”. El culto a la figura de José venía precedido de su gran prestigio actoral que se remontaba a casi medio siglo antes con renombrados personajes como Juan Moreira o Pepino el 88, ambas figuras irremplazables del famoso circo criollo. Así que los tucumanos habían aplaudido a la gran figura de Blanca y les quedaba por delante la actuación de Pepe Podestá.

Tras seis años de espera Tucumán recibió en 1926 a la reconocida artista. Una familia de teatro

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