El uso constante del celular y el apego a las pantallas afecta de diversas maneras la pareja

El uso constante del celular y el apego a las pantallas afecta de diversas maneras la pareja

Un peculiar desafío, reflexiones y qué dicen los especialistas sobre los vínculos digitales o de carne y hueso.

El uso constante del celular y el apego a las pantallas afecta de diversas maneras la pareja

“Te necesito”, “cuando estoy a tu lado el tiempo vuela”, “en vos encuentro todo lo que busco”... es divertido pensar en la cantidad de frases que podemos usar para referirnos tanto a nuestra pareja como al celular. No se trata de cosificación, sino de dos clases diferentes de compañía.

En una época en la que los dispositivos electrónicos se volvieron un injerto corporal, las estadísticas despiertan una alarma permanente. Entre ellas, el portal especializado en planes de telefonía WhistleOut devela que, en promedio, una persona pasa a diario entre cinco y seis horas mirando la pantalla. Lo peor es que, al sumar las pequeñas fracciones de tiempo, el resultado equivale a casi nueve años de vida.

El pase de factura es completo y -a la par de las consecuencias de salud- la manipulación desmedida de la tecnología resulta capaz de lapidar nuestras relaciones románticas. “En la actualidad, sabemos que casi la totalidad de los vínculos afectivos se inician a partir de lo que sucede mediante este objeto, pero hay un aspecto paradójico: por un lado es lo que nos une, y a la vez separa”, expresa el psicólogo Gabriel Artaza Saade.

Durante las consultas, los males se materializan en reclamos por la falta de atención y una sensación de desinterés al contar problemas graves o algo importante y percatarnos de que el oyente no deja de mover sus pulgares. Además, existen muchos enamorados que se sienten excluidos o relegados.

A las disputas de pareja por la presencia del celular, Artaza Saade suma también la fantasía de la infidelidad. En las redes sociales, los memes alusivos abundan. “Desde esta perspectiva, son un clásico los de mujeres celosas versus los varones que están pensando en alguna cosa de importancia masculina (autos, fútbol, etcétera). Lo cierto es que hoy hay más hombres celosos, solo que emplean otros recursos para disimularlo. Entre ellos, el papel del seductor serial: un modo de anticiparse en el cual, antes de que el otro me produzca celos, yo los genero”, comenta.

Motivos

Para que una relación funcione sabemos que la escucha o contención son imprescindibles. No obstante, hay instancias en las cuales el amor y la comunicación se dan con gotero. ¿Por qué cuesta tanto despegarnos del móvil, aún al estar pasándola increíble juntos?

“Desde la filosofía y la sociología hay autores que plantearon el crecimiento cada vez más exponencial del narcisismo. Lo que Freud ideó como un concepto fundamental del psicoanálisis en la construcción de la subjetividad se convirtió en la enfermedad del siglo XXI”, reflexiona el coautor del libro “Estúpido y sensual amor” y escritor de “Una nueva virilidad”.

La gran cuestión es que para hacer una verdadera “conexión” con alguien lo primero es salir de uno mismo. Algo difícil al pensar en las demandas, los hábitos y los estereotipos con los que lidiamos y la constante oda al individualismo o el postureo digital.

“El otro nos interesa en tanto es un reflejo de la imagen que nos agrada ver, pero cuando se convierte en una alteridad el interés se pierde. Esto se representa muy bien con un chiste de Tute que decía: 'se enamoró de mí por lo que soy, y me dejó por lo que no soy'”, acota.

Prioridades

Por hartazgo, ira o incomprensión (elija usted el veneno) es usual escuchar que uno de los miembros de la pareja le exija al otro la desaparición del celular en los eventos compartidos o cortar con las interacciones por redes sociales. Para preservar el amor, ¿sirve ponernos en este papel?

“Prohibirle algo a alguien termina generando una mayor tentación, nos enseña el psicoanálisis y la vida misma. Eso no implica renunciar a expresar nuestro disgusto pero quizás el mejor modo es evidenciar que así no se comparten los momentos; porque si alguien chatea mientras al lado hay otra persona, en realidad no está ahí”, resalta.

Para evitar que nos gane la máquina y Cupido dé paso a un algoritmo, la recomendación es recuperar la experiencia sensible. “Conectar es -en un principio- hacer lazo al cuerpo ajeno. No en el sentido del acto sexual sino de recuperar la importancia de la caricia, la dimensión de la cadencia de la voz, el olor de la piel… Cada vez más sujetos se muestran 'desafectivizados' del vínculo con el otro. Son simples consumidores de emociones y utilizan a la pareja como una mera alegría pasajera. Así pasan, sin escalas, de una relación a la siguiente sin elaborar duelos”, apunta.

Espías o amantes

La obsesión por el smartphone transita por varios caminos y algunos representan rutas con un verdadero cartel de peligro frente a nuestros ojos. Aunque cada unión sexoafectiva moldea sus acuerdos y límites, hay hechos que no deberíamos pasar por alto.

“Un fenómeno que preocupa (en especial entre los jóvenes) es la cantidad de amantes que controlan, vigilan y laceran el derecho a la privacidad. Dígase, al husmear en los archivos que guarda la pareja, espiar en secreto las conversaciones de WhatsApp o chats en redes sociales o contestar mensajes en su nombre”, señala la terapeuta Silvina Musul.

Los justificativos orbitan alrededor del temor al engaño o las mentiras, las malas experiencias del pasado y la baja autoestima. “Esta práctica es característica de los vínculos abusivos y opera junto al chantaje emocional (con frases del tipo ‘si no me ocultás nada ¿por qué no me dejás ver lo que dicen tus amigos?’)”, detalla.

Para evitar las discusiones o al considerarnos con la conciencia limpia, solemos ceder en esta instancia. “La verdadera inseguridad se asienta en la base de la relación y cosas similares son apenas una marca que se repetirá incansablemente. Permitir que la pareja juegue al FBI por un rato- es contraproducente a futuro porque solo va a generar una tranquilidad momentánea”, acota Musul.

Después, las dudas y la desconfianza continuarán en un ciclo con el doble de pedidos y minucias. Parar el carro cuando corresponde y rechazar la intromisión excesiva es sano, jamás hay que sentirnos culpables por negarnos a una apertura completa.

“Los secretos (positivos y no dañinos para con terceros) son parte de ese espacio individual que no debe ser avasallado. Las relaciones se conforman y preservan con respeto, la invasión y los pensamientos o actos intrusivos permanentes no son amor, que quede claro”, resalta.

Una Campaña viral para parejas

Este mes una marca de licor llamada Kahlúa lanzó en Estados Unidos un desafío que pone a prueba nuestro affaire permanente con el celular. El reto (llamado “Agita tu rutina”) va dedicado a las parejas y consiste en pasar 30 noches seguidas sin utilizar ningún tipo de dispositivo con conexión a internet. Para eso -cada día, de 18.30 a 6.30- los aparatos deberán colocarse en una caja especial y al finalizar el periodo se les hará a los enamorados un cuestionario con polígrafo (también conocido como detector de mentiras). Quienes consigan superar el desafío y completar su “desintoxicación tecnológica” ganarán US$ 25.000.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios