“El teatro es un arte específico de la presencia y la identidad’’

“El teatro es un arte específico de la presencia y la identidad’’

Pompeyo Audivert transforma en un unipersonal un clásico de William Shakespeare en “Habitación Macbeth”, en cartel en la costa y en la Capital Federal. Sus postulados en contra de la virtualidad.

DESDOBLAMIENTO. Pompeyo Audivert interpreta distintos personajes en su monólogo “Habitación Macbeth”, que sólo se ve en modo presencial. DESDOBLAMIENTO. Pompeyo Audivert interpreta distintos personajes en su monólogo “Habitación Macbeth”, que sólo se ve en modo presencial.

El teatro en verano en las principales plazas turísticas se identifica con propuestas comerciales pasatistas. Pero también existe en la cartelera obras de excepción como “Habitación Macbeth”, en la que Pompeyo Audivert revee la clásica tragedia de William Shakespeare en formato unipersonal, desdoblado en distintos roles a partir de una concepción estética y política de la puesta.

El monólogo tendrá una corta temporada en Mar del Plata (estará hasta el domingo en el Teatro Auditorium) y luego regresará al Centro Cultural de la Cooperación en la Capital Federal. La construcción de la obra fue realizada en soledad: en tiempos del primer confinamiento por el coronavirus, el actor, dramaturgo y director recorría las playas desiertas de Mar del Sur eligiendo los textos y componiendo sus personajes.

“Sentí que la humanidad estaba en una situación prehistórica o posatómica. Veía fragmentos de un mundo que se había caído, con todas las personas adentro, clausuradas; me quedaba el teatro encerrado en mi propio cuerpo. Y ‘Macbeth’ era la obra adecuada para este tiempo, con su protagonista atravesado por fantasmas y fuerzas sobrenaturales, lleno de una desmesura demencial, con el actor como último reducto de lo teatral, con sus zonas luminosas y oscuras”, afirma.

La idea de habitación en el concepto de Audivert implica “un cuerpo habitado por otros en el presente, o haber sido habitado en el pasado o serlo en el futuro en la fenomenología teatral, sin que pase por la cabeza la reacción artística”. “El público suspende su identidad cuando va al teatro para alcanzar otra, y el actor también lo hace. Tengo mucho miedo a que pierda su identidad ritual con la virtualidad, no creo que sobreviva a ese formato”, agrega, al reivindicar en diálogo con LA GACETA la importancia de la presencialidad en las funciones.

- ¿La pandemia te sirvió para desarrollar esta obra que en otros momentos no hubiese existido?

- Pude desatar ciertas fantasías teatrales que no sé si las hubiese desarrollado en otras circunstancias. Pero no es una suerte lo que estamos viviendo.

- Tu versión aborda otros autores aparte de Shakespeare.

- Aparecieron lecturas en el camino para intensificar la idea que quise desarrollar, como Olga Orozco (fue amiga de mi madre y su poesía tiene mucho que ver con lo teatral), Octavio Paz, Ezequiel Martínez Estrada... También está hibridizado con la danza butoh y el clown, incluso con el naturalismo y el realismo. Busco que la máquina teatral se revista de una obra que se preste al mestizaje, con recursos y procedimientos variados, y en esta puesta con música en vivo a cargo de Claudio Peña.

- ¿El desdoblamiento en varios personajes, ahora forzado por las circunstancias, era algo que querías hacer desde antes de la cuarentena?

- Lo habitual es que sobre el escenario uno haga un solo personaje, como hice en otras obras. Pero sentía que había lugar para más, que no daba cuenta de todo lo resonante de la actuación. Supongo que el teatro prehistórico debe haber sido así, con un único actor en contacto con diversas fuerzas, rodeado de otros seres que lo veían sorprendidos cómo era poseído.

- El público presencial, en tanto parte fundamental del teatro...

- El público llega a la sala para ensayar la muerte y la resurrección, y a veces el teatro está en sintonía con su tendencia, pero no siempre porque se queda en un espejo histórico ficcional alienado y el público entra en relación con ese espejo. En otras oportunidades, el teatro arroja un piedrazo, rompe ese espejo y da cuenta de la pertenencia de cada uno a otro nivel (NdlR: en 2019 lanzó su libro, precisamente titulado “El piedrazo en el espejo: teatro de la fuerza ausente”). El teatro, entonces, es la fuerza de choque contra esa ficción.

- ¿Esa experiencia se puede dar en el terreno de lo virtual?

- El teatro es un arte específico de la presencia y de la identidad. Es una asamblea metafísica destinada a sondear pertenencias a una escala extracotidiana, que sólo puede concretarse en un ritual presencial: esto es indiscutible.

- ¿Cómo interpretás las búsquedas que se están haciendo de nuevos lenguajes espectaculares?

- Las nuevas tecnologías permiten aventurarse a otras experiencias, que son parateatrales. Dentro de ese concepto, pueden ser posibles pero dependen del tipo de lenguaje que está en juego. Para el que yo practico y para la concepción teatral que tengo y defiendo, esas tecnologías no sirven, no se avienen a los propósitos artísticos que tengo. Pero supongo que hay otras formas en las cuales pueden ser útiles.

- Pero no te seducen...

- No es lo que me interesa, no es en lo que creo y me produce cierto temor ese devenir de las fuerzas propias de lo teatral. Se distorsiona la perspectiva: pienso en gente joven que comienza a considerarla en contra de otras, que son las propias de la máquina teatral. Es una forma de disipar nuestras fuerzas. Ya la palabra tecnología es bastante peligrosa, siendo que ella está en manos del poder.

- ¿El teatro es una manifestación del antipoder?

- Nuestros rituales están a salvo de esas manos del poder, más allá de que hay capturas y mucho que analizar al respecto. Pero todavía tenemos como libertad, como autonomía y como característica propia el hecho de lo presencial, el estar todos juntos en el mismo tiempo y lugar para compartir un pasaje a otro lado. Es muy poética la maniobra artística, muy metafísica, y no veo ningún artefacto dando vueltas por esa experiencia, y menos la mediatización de la cámara y la pantalla.

- ¿Tu posición entraña una idea política de fondo?

- Tendríamos que abandonar toda tentación de los órganos sexuales del capitalismo como es esa tecnología, que están destinados a pervertirnos, a inocularnos subjetividad, a readaptarnos a otros medios y formatos, a disiparnos, a atenuarnos. No creo en lo virtual ni en el streaming y me parece peligroso, porque no son fuerzas revolucionarias ni poéticas, de ningún modo.

- ¿Se podrá hablar en el futuro de un arte pandémico, no teatral?

- Pero la pandemia produjo teatralidades también, como esta “Habitación Macbeth”, que después vieron la luz en forma presencial cuando las restricciones mermaron. Me parece que son formas que aparecen y que no tienen nada interesante. No veo nada atractivo en una persona sentada frente a una pantalla.

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