“El doble crimen de los Gardelitos”, tercera parte: hipótesis del hombre malo

“El doble crimen de los Gardelitos”, tercera parte: hipótesis del hombre malo

LOS DETENIDOS. Ángel “El Mono” y Rubén “La Chancha” Ale y Jorge “La Bruja” Vázquez Carranza. LOS DETENIDOS. Ángel “El Mono” y Rubén “La Chancha” Ale y Jorge “La Bruja” Vázquez Carranza.

Durante 68 días estuvieron prófugos los acusados del “Doble crimen de los ‘Gardelitos” hasta que decidieron entregarse. Nadie los atrapó. Ellos eligieron el momento para presentarse y responder ante la Justicia. Estaban tranquilos. Los investigadores y los allegados a las víctimas supieron que esto ocurrió sólo después de que los imputados tuvieron su estrategia defensiva bien montada. Ángel “El Mono” y Rubén “La Chancha” Ale y Jorge “La Bruja” Vázquez Carranza tuvieron de un lado a otro a los policías que decían buscarlos. Los parientes de los fallecidos Santos Pastor Aguirre y Enrique Soria, así como el herido Juan Carlos Beduino, nunca creyeron en su fuga. Siempre sostuvieron que se habían mantenido ocultos en Tucumán, amparados por el poder político.

“La entrega de los Ale y de Vázquez fue precedida de una serie de llamadas a los medios de comunicación, anunciando la inminencia del hecho. Canal 10 filmó las alternativas del procedimiento que tuvo lugar en Marco Avellaneda, entre Mendoza y Córdoba”, publicó LA GACETA el 10 de marzo de 1987. “Ayer se propuso una cita en un bar ubicado en 24 de Setiembre y San Luis y desde allí, ir a presenciar la entrega”, se consignó. “La Policía también fue alertada. Cinco patrulleros con efectivos armados fueron destacados para el operativo, a las órdenes del jefe de la Brigada de Investigaciones”, se detalló.

El juez natural de la causa, Eduardo Bichara, se presentó en la sede de la ex Brigada para controlar la detención de los tres prófugos. Prácticamente no habló del expediente. “Estamos disponiendo ahora el mecanismo adecuado para trasladar a los detenidos a la sede del juzgado donde prestarán declaración indagatoria”, aseguró el magistrado que había sido cuestionado por los familiares de las víctimas.

MAGISTRADO I. El juez Eduardo Bichara se inhibió en la causa luego de ser denunciado. MAGISTRADO I. El juez Eduardo Bichara se inhibió en la causa luego de ser denunciado.

Beduino, uno de los tres sobrevivientes del ataque registrado el 31 de diciembre de 1986 y que se convirtió en querellante de la causa, a través de su abogado Juan Carlos Ponssa, al enterarse de la detención de los sospechosos, presentó un nuevo escrito. “Mientras los crímenes de Tucumán no se resuelven, ellos (en referencia a los Ale) dicen: ‘estuvimos 70 días prófugos’. Extorsionaron a un montón de gente. Su representante económico saqueó para tener dinero para los defensores. Todos se cotizaron”, indicó.

En la presentación adjudicó a la Policía estar prestando apoyo logístico a “una farsa, una parodia”. “Los Ale consiguieron tener su propia telenovela por Canal 10. Al menos 10 autos los siguen en caravana, la Policía aparece justo, bien equipada, prolija y se hace toda una farsa. A las 15, ellos tienen a su juez de instrucción y a un prosecretario. ¿Y las armas? ¿Y el aguantadero?”, se preguntó. Por último, calificó a los sospechosos del doble crimen como “asesinos sádicos que gozan con sus hechos”.

“Como ya lo había afirmado antes, ellos estuvieron con el jefe de Zona de la Policía porque nos querían matar. Tuvieron una reunión de más de cinco horas porque ellos querían matarnos. No viene al caso decir dónde estuve, pero estuve en la finca de un tío al que no quiero mencionar por su buen nombre”, explicó “El Mono” Ale en una nota con LA GACETA, 35 años después de que se produjera el doble homicidio. “Cuando consigo garantías, especialmente de Canal 10, me presento”, agregó uno de los acusados del hecho.

Batalla legal

La causa tuvo un extraño desarrollo. Bichara fue el primer juez que la instruyó. Estuvo en la escena del crimen, pero el expediente pasó a las manos de Emilio Gnessi Lipi, que era el magistrado de feria. Tomó contacto con el expediente pasado el mediodía del 1 de enero, es decir, más de 20 horas después de que se produjera el doble homicidio. “Ahora se trata de recuperar todo el tiempo perdido que, en este tipo de asuntos, es muy importante”, indicó el segundo magistrado en intervenir en el hecho.

MAGISTRADO II. Emilio Gnessi Lipi, el juez que ordenó las detenciónes. MAGISTRADO II. Emilio Gnessi Lipi, el juez que ordenó las detenciónes.

Bichara se reincorporó en febrero y el expediente volvió a sus manos. “Es una falacia afirmar que no tomé todas las medidas procesales correspondientes. No se escapó ninguna. Y es importante señalar que en esa jornada también di instrucciones en torno de homicidios en Lules y Famaillá, un asalto en Suipacha al 700 y otros casos que totalizaron 10 causas, o sea que no tenía tan solo el caso de los ‘Gardelitos’”, añadió el juez que seguiría al frente de la investigación del caso. El planteo de recusación planteado por la querella sería resuelto por uno de sus pares.

“La presentación es temeraria, irreverente y agraviante a la dignidad de la Justicia, ya que carece de todo fundamento serio. Todo ello se ve corroborado por el posterior escrito que presentó el recusante, dándose por satisfecho por las manifestaciones del juez Bichara”, indicó el juez Carlos Rolando Costanti al rechazar la recusación en contra de Bichara.

MAGISTRADO III. Juan Carlos Costanti fue el juez que procesó a los hermanos Ale.  MAGISTRADO III. Juan Carlos Costanti fue el juez que procesó a los hermanos Ale.

“No debe admitirse bajo ningún aspecto, que situaciones como esta traten de empañar o poner en tela de juicio la honorabilidad y majestuosidad de la Justicia y menos sin fundamentos poner en tela de juicio la honorabilidad del magistrado”, añadió en el escrito.

Pese a semejante respaldo, Bichara terminó inhibiéndose en la causa. “Las manifestaciones públicas del querellante han creado contra mi persona una situación de violencia moral insostenible a través de términos y frases capciosas y calumniosas contra la magistratura que ejerzo”, explicó en el escrito. El magistrado agregó: “se trata de una situación inadmisible, ya que se puso en duda la intervención policial y la imparcialidad del proveyente y del prosecretario Luis Acosta, creando ante la opinión pública, una situación de desconcierto total y de duda, hacia la magistratura y a la independencia de este poder que represento”.

El expediente, entonces, terminó en manos de Costanti.

Las primeras medidas

En el marco de la investigación del doble crimen, se produjeron más de 10 detenciones. La primera de ellas había sido la de Beduino, uno de los tres sobrevivientes del ataque. Luego, por orden de Gnessi Lipi, fueron apresados:

• Carlos Almirón: integrante de la banda que días antes de que se produjera el doble crimen se encontraba detenido acusado de lesiones graves. Había atacado, en un bodegón de avenida Sarmiento al 600, a los abogados Guillermo Herrera y Miguel Roldán Vázquez.

• María Ester Nieva: había sido individualizada como la entregadora de las víctimas. Ella fue la que llamó a los “Gardelitos” para conversar. Estuvo prófuga varios días hasta que se entregó a las autoridades. Luego fue exonerada.

• Carmelo Prado: fue señalado como el hombre que condujo el vehículo en el que se escaparon los Ale. Fue detenido porque en un allanamiento realizado en una de sus propiedades se encontraron los autos en el que se habían escapado los sospechosos. Según la versión oficial, se quebró una pierna al saltar un muro cuando intentó huir.

HERIDO. Carmelo Prado se quebró la pierna al intentar escapar de la Policía.  HERIDO. Carmelo Prado se quebró la pierna al intentar escapar de la Policía.

• Eduardo Lencina: otro que fue señalado como colaborador de la fuga de los principales acusados. Con el tiempo, y al no haber pruebas en su contra, terminó siendo sobreseído.

Todo cambió con la entrega de los Ale y de “La Bruja” Vázquez. La estrategia defensiva planteada por los defensores Pacual Daniel Tarulli y Carlos Ruiz Núñez fue clara. “El Mono” se hizo cargo de las dos muertes y así despegó a su hermano. Dijo que en realidad él se había defendido de un ataque que habían intentado perpetrar los “Gardelitos”. Relató también que “La Chancha”, que se encontraba compartiendo un asado en la casa un tal “Gringo” Soulé, al escuchar los disparos salió en su defensa.

Sobre la base de ese testimonio, el juez Costanti comenzó a pedir las detenciones de otras personas que podrían haber estado vinculadas al caso. Fundamentalmente fueron los que estuvieron con los Ale ese fatídico 31 de diciembre. Entre otros, pasaron por un calabozo hasta que declararon Ana María “La Piturra” Ruiz (novia del “Mono” Ale que se encontraba en el vehículo con Nieva y que lo habría acompañado en su huida a Bolivia), José “El Chino” Sarmiento (uno de los líderes históricos de la barra brava de San Martín), Héctor “Gamuza” Katín (amigo de los sospechosos al que casualmente sólo lo podían identificar por su sobrenombre) y Julio “El Sapo” Navarro. También quedó involucrado César “Monito” Manca, que había sido detenido días antes por la policía cuando fue descubierto llevando armas en su auto. Con el tiempo, se sospechó que esas pistolas, en realidad, habrían sido utilizadas en el hecho.

La resolución

El 26 de marzo de 1987, el juez Costanti decidió acusar a “El Mono” Ale de ser presunto autor voluntario y responsable del delito de doble homicidio calificado. En tanto que a “La Chancha” Ale le endilgaron el cargo de homicidio en grado de tentativa. Para Vázquez se resolvió la falta de mérito, pero siguió vinculado a la causa.

“Las piezas probatorias de la causa, expuestas en tres voluminosos cuerpos, demuestran que este suceso -remarcó el juez- debe merecer su más severa calificación, en el marco de la más estricta justicia en base a sus atribuciones, y tratar de corregir el orden jurídico y social convulsionado por este hecho”, argumentó el magistrado. Según Costanti, el proceder de “Ángel Ale bajo ningún pusto de vista puede ser excusable y revela a las claras su peligrosidad. Fue él quien buscó el enfrentamiento, pudiendo evitarlo, y que atacó a sus enemigos con alevosía y saña, para demostrar así su condición de hombre malo”. Sobre Rubén Ale señaló: “surgió de los testimonios que actuó en apoyo de su hermano y disparó contra Beduino haciendo impacto en la espalda”.

Después de haber resuelto, un empleado judicial fue el encargado de notificar personalmente al “Mono” Ale sobre su situación procesal y que se le había dictado la prisión preventiva. Pero no se trató de un notificador cualquiera. El destino quiso que Luis Benito Sosa, técnico de Atlético, fuera el hombre que realizó esta tarea. El entrenador recordó oportunamente -ya ha fallecido- cómo fue ese momento. “Nos presentamos en ese lugar como a las 10 y lo encontramos durmiendo. Era el único que lo hacía. Estaba rodeado de otros detenidos que ni se movían para no interrumpir su sueño. Lo despertamos y le explicamos lo que había decidido el juez. Él sólo dijo varias veces ‘si señor, si señor’. Firmó los papeles y se volvió a acostar”, supo recordar el DT.

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