02 Enero 2022
El vocablo grieta pronunciado tiempo atrás por un conocido periodista de medios nacionales, constituyó desde entonces la palabra usualmente más expresada en distintos artículos, como símbolo de una sociedad fragmentada por diferencias partidistas y la tradicional calistenia electoralista que ejercen las dos principales fuerzas políticas opositoras en una interminable y traumática pugna, no exenta de una fuerte carga ideológica, y cuya acepción asume viso de esnobismo por su permanente e incesante actualidad. Esta palabra llamada grieta y definida por la RAE como hendidura, abertura, es usada, estimo, profesionalmente por ingenieros, arquitectos y todo lo que signifique ligado a estructuras y a las secuelas de los movimientos telúricos, y sin embargo en lo que concierne a su contenido su significado ha tomado un realce importante estos últimos años, debidos a desencuentros y en especial a la política que con su continua gimnasia de disensiones, desaciertos y enfrentamientos, provoca más ensanchamiento y más profundidad que un talud. Su denominación es esgrimida por la sagaz y oportuna clase política para avivar y engordar sus réditos políticos. Una recurrente recidiva nos afecta constantemente. Creo que la llama y el hielo no acusan entre sí tanta diferencia como la que separa al país. Ahora, con el nuevo año que se inicia, sólo nos resta esperar y erradicar ese vocablo llamado grieta, que se extendió entre nosotros como una mancha corrosiva provocando desencuentros y crispaciones, y hasta usada peyorativamente. Debemos reemplazarla por un sinónimo de concordia y armonía; debemos construir una nueva Patria, o “Matria” como gusta decir a Miguel de Unamuno, escritor español, (1864-1936), para que la cólera nos venza a la retórica.
Alfonso Giacobbe
24 de Septiembre 290
San Miguel de Tucumán
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