“Existen varones muy machistas en todas las clases sociales de Tucumán”

La psicóloga Gabriela Córdoba presentó su libro “Ser varón en tiempos feministas. Entre el conflicto y el cambio”. Los tres tipos detectados.

ESTUDIO. Gabriela Córdoba relevó la autopercepción machista tucumana. ESTUDIO. Gabriela Córdoba relevó la autopercepción machista tucumana.
Paula Barbaran
Por Paula Barbaran 22 Diciembre 2021

Uno de los debates de nuestro siglo tiene que ver con si existe o no una identidad femenina, algún rasgo común a todas y cada una de las mujeres. Así, los estudios de género llegaron para analizar el feminismo y la construcción de la mujer y, en paralelo y como consecuencia, a cuestionar la construcción cultural de la masculinidad en los varones.

Muchos textos y ensayos presentan a la masculinidad como represiva y nociva para hombres y mujeres. Y todos buscan estrategias necesarias para establecer una nueva masculinidad, más rica e igualitaria. Las “nuevas masculinidades” o “masculinidades alternativas” proponen replantear la idea de la masculinidad, desaprender los roles de género adquiridos durante toda la vida y perpetuados a lo largo de siglos; es decir, deconstruirnos.

Gabriela Córdoba es psicóloga y como tesis doctoral estudió estas nuevas masculinidades en el Gran San Miguel de Tucumán, y las presentó en el libro “Ser varón en tiempos feministas. Entre el conflicto y el cambio” (Editorial Noveduc, junio 2020). Entrevistó a varones de entre 25 y 45 años. “Elegí ese rango de edad porque, actualmente, es entre esos años que se toman decisiones trascendentales sobre la sexualidad, la pareja, los cuidados y la paternidad. Las entrevistas, anónimas y voluntarias, brindaron una idea de los tres tipos de masculinidades que conviven hoy en la sociedad tucumana. Las nuevas masculinidades se analizan en base a la influencia y los avances de las mujeres que han alterado la vida de los varones y de cómo se define el género en la sociedad”, explicó la autora a LA GACETA.

Los varones se toman literalmente esto de “muerte al macho”, cuando en realidad hace referencia al patriarcado en el que hombres y mujeres crecimos.

- ¿Cuál es la idea que circula mayormente y en la actualidad sobre el “ser varón” en Tucumán?

- La representación referencial que mencionan todos es que el varón tiene que ser protector, trabajador y proveedor. En mi investigación encontré varones muy machistas en todas las clases sociales de Tucumán. Algunos con altos estudios, buen pasar económico eran muy machistas; por otro lado, en sectores de mayor vulnerabilidad social y económica, también. En todos existe la idea de que las mujeres son, ante todo, madres. La diferencia principal se da en el rol femenino, es decir, si la mujer está o no inserta en el mundo laboral. Por lo general, en los sectores más vulnerables si la mujer no trabaja no genera cuestionamientos a los varones. Pero si lo hace, se genera el conflicto porque la mujer no quiere perder su rol social, su independencia y el hombre no está dispuesto a darle ese espacio. Si la mujer gana más que el hombre también se generan problemas.

-¿Cómo describirías a los varones tucumanos, según tu estudio?

- Hay tres tipos de varones en función de los tiempos feministas, esto quiere decir, en base a las ideas de las mujeres que están avanzando en el pedido de igualdad y cómo estas demandas generan conflicto en los varones porque siempre les enseñaron a ser más que la mujer. Entonces aparecen tres respuestas, tres tipos de varones. El primer grupo está conformado por quienes sostienen un machismo extremo, consideran que “no está bueno” lo que hacen las mujeres feministas, se vuelven resentidos, se enojan con el cambio y se atrincheran poniendo en entredicho y cuestionando todo lo que dicen las mujeres feministas. No quieren sentirse desmasculinizados y apelan a valores más conservadores. Son los que dicen “en mi casa mando yo” y, por lo general, apelan a la violencia cuando se desdibujan los roles. Entienden los vínculos de otra manera, a la vieja usanza, con una relación más distante con los hijos, por ejemplo. Luego, están otros varones que viven un momento de transición. En su discurso adhieren a los valores nuevos pero, en la práctica, siguen haciendo lo mismo que las generaciones anteriores y esperan que la mujer “los atienda”. Son quienes dicen “en mi casa decidimos todos por igual”, pero en la práctica siguen esperando que las mujeres atiendan las cuestiones domésticas y de cuidado, por ejemplo. Esto se da porque son roles naturalizados y cuesta romper con esa estructura. Uno de los casos que estudié era entre una pareja, ambos profesionales con igual formación y educación pero que, con la llegada del primer hijo, se armó un lío porque aparecía la idea de los roles preestablecidos culturalmente y costaba correrse de ese lugar: ellos “ayudaban” pero no estaban convencidos de su rol en una pareja con iguales responsabilidades, sino lo hacían para no “tener problemas”. Por último, están los que se encuentran en un proceso más consciente de cambio. Son varones que están continuamente prestándole atención a estas cosas, que se dan cuenta de que no es justo para la mujer trabajar, cocinar, atender las tareas domésticas y de cuidado. Son los que dicen, “bueno, vos cocinás, yo lavo los platos”. Nadie tiene que recordárselo que lo hagan. Pero, estos varones me confiesan en las entrevistas que esta tarea deben pensarla continuamente porque el modelo hegemónico con el que fueron masculinizados se naturalizó tanto que deben hacer un esfuerzo consiente para funcionar de manera diferente.

-Los varones tienden a funcionar como grupo y quien cambia o apunta a hacer algo diferente es tratado como “gobernado”.

- ¿Cómo influye la relación con los pares entre los varones?

- Tienden a funcionar como grupo y quien cambia o apunta a hacer algo diferente es tratado como “gobernado”. Muchos varones piensan distinto a sus pares, pero no quieren que se sepa para que no le hagan bullying. Lo que piensan los amigos es importante porque eso los legitima. Muchas veces hacen cosas diferentes pero quieren que no se note.

- ¿Cuáles son los mandatos con los que crecieron los varones?

- Hay varios y son complicados. Para mí, el mandato más importante es que tienen la idea de vivir al cuerpo como una maquinaria y usan esta frase de “hasta que el cuerpo aguante”. No consultan al médico y solo se acercan cuando ya es evidente que algo no está bien. Tiene que ver con que se les ha atribuido una omnipotencia y que para ser considerados machos tienen que negar la vulnerabilidad. No se cuidan, no van al médico y llevan en adelante todo el tiempo comportamientos masculinos temerarios; siempre están compitiendo en quién bebe más alcohol, las picadas. Tienen un comportamiento temerario para ellos y para los demás.

-¿Los varones cuestionan su rol en la sociedad?

- Son quienes menos lo están haciendo. El modelo de masculinidad se sigue transmitiendo en la sociabilización que los varones no cuestionan. Incluso presenta resistencia al cambio por la fuerza radical del movimiento feminista. Los varones se tomen literalmente esto de “muerte al macho”, cuando en realidad hace referencia al patriarcado en el que hombres y mujeres crecimos. No lo hacen con maldad, está naturalizado en sus actitudes y prácticas. Si no empezamos a tener en cuenta la realidad de los varones para favorecer un posicionamiento subjetivo, va ser difícil el cambio. El espacio de reflexión debe empezar de chicos, hay que ir a donde se reúnen los varones. Pensar con otra lógica.

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