“The Matrix: Resurrections” relanza el clásico de acción

“The Matrix: Resurrections” relanza el clásico de acción

Neo no está muerto: vive feliz con sus pastillas azules. Pero un encuentro con Trinity lo lleva de nuevo a decidir sobre su destino.

DE REGRESO. Keanu Reeves personifica nuevamente a Neo en la nueva Matrix, a 18 años de su última vez. DE REGRESO. Keanu Reeves personifica nuevamente a Neo en la nueva Matrix, a 18 años de su última vez.

Por segunda semana consecutiva, el tradicional estreno de cine de los jueves se adelanta un día. Si el miércoles pasado fue por “Spider-Man: Sin camino a casa”, hoy se concreta por “The Matrix: Resurrections”, la cuarta entrega de la saga protagonizada por Keanu Reeves, a 18 años de la última vez que personificó a Thomas Anderson-Neo y a 22 de su debut en el personaje.

Este adelanto en las salas argentinas (se estrena en simultáneo en la plataforma de streaming HBO Max) es una demostración empírica de la expectativa que genera una nueva vuelta de tuerca a la historia de mundos paralelos y una realidad manipulada por seres cibernéticos que dominan el planeta, para mantener a los humanos bajo su control sin que lo sepan.

En sus orígenes, la idea Matrix (ver “Historia...”) motivó libros que fueron best sellers de venta y debates filosóficos acerca de lo real y lo falso, la subjetividad del concepto de verdad y sus múltiples interpretaciones. Lo cierto es que, como núcleo de negocios, las películas estuvieron entre las más exitosas de su generación, al punto que mantienen su vigencia y son programadas por cable frecuentemente (más allá de la maratón que ofrecieron ayer las señales Space y Warner Channel por el estreno de esta nueva producción).

Sólo en los cines de Estados Unidos, más de 100 millones de personas vieron la trilogía inicial; costaron en bloque U$S 363 millones y recaudaron casi U$S1.700 millones. De ella derivó la serie de cortometrajes “Animatrix”, con material extra y que oficia de enlace entre la primera y las otras dos películas; y un exitoso videojuego con varias versiones, además de jugoso merchadising siempre actualizado.

Otro signo distintivo de esas producciones fue la innovación tecnológica en el uso de cámaras y dispositivos, una verdadera revolución en su tiempo que luego se popularizaron y pasaron a ser lugar común en las producciones de ciencia ficción. Y que sus escenas se hayan transformado en memes o referencias (hasta Los Simpson las usaron) confirman que fueron el signo de una época, que ahora quieren reactualizarse en el presente.

Las que repiten

Mucho de que lo logrado hace dos décadas se haya convertido en un clásico y que haya pasado de generación en generación se debió a la imaginación y al desafío que asumieron las hermanas Lana y Lilly Wachowski en el diseño y dirección del proyecto. Era apenas su segunda película (habían debutado en 1996 con el thriller “Bound”). Esta vez, la primera asume la conducción en soledad por compromisos de Lilly. Lana, además, escribió el guión junto a Aleksandar Hemon y a David Mitchell, quienes habían trabajado en la serie futurista “Sense8” (disponible en Netflix), que fue muy bien recibida por la crítica.

No solo Reeves vuelve a dar vida a su personaje; también lo hace Carrie-Anne Moss en su rol de Trinity. Y en versiones reprogramadas y rejuvenecidas y con otros rostros retornan Morfeo (ahora a cargo de Yahya Abdul-Mateen II, con el tremendo desafío de reemplazar a Laurence Fishburne) y el temido agente Smith (Jonathan Groff, ya que Hugo Weaving, quien lo interpretó en las tres películas anteriores, no pudo sumarse a las filmaciones por problemas de agenda artística). Jada Pinkett Smith repite su papel de Niobe, lo mismo que Daniel Bernhardt (agente Johnson) y Lambert Wilson (Merovingio), con Christina Ricci, Jessica Henwick, Priyanka Chopra Jonas y Neil Patrick Harris sumados al elenco.

A partir de quienes vuelven, pareciera que la historia más tenderá a repetirse que a innovarse. La sinopsis podría confirmarlo: la acción se sitúa 20 años luego de las anteriores, en un mundo que sigue dividido entre dos realidades, lo cotidiano normalizado y lo oculto tras esa fachada. Anderson no ha muerto, como pareció en la última película del primer tramo, con su sacrificio supremo. Por el contrario, vive tranquilo en San Francisco, y buena parte de su estabilidad se debe al consumo de las pastillas azules (desde la primera Matrix, las rojas permiten descubrir que todo es mentira) recetadas por su psiquiatra.

Pero ese estado de confort es provisorio cuando se cruza con Trinity; aunque no la reconoce, hay algo que queda retumbando en su cabeza. El regreso a la acción de la mano de un aggionardo Morfeo hará que todo recomience en una nueva aventura llena de acción para encontrar la vía de acceso a Matrix, que esta vez es más poderosa e intrincada que en ocasiones anteriores.

Por los adelantos que se difundieron, Trinity asumiría un papel central en el impulso de la historia (al punto que algunas teorías hablan de que será la heroína, en reemplazo de Neo en ese rol, aunque sean una icónica pareja insustituible en más de un sentido), que se presenta como una ampliación de la original y no una simple continuidad. Así, la trama volvería a empezar, con giros en otras direcciones. De este modo, oficiará como puente entre dos eras: la del final del siglo pasado y la actual, lo que motiva su propio balance.

Al momento de sentarse en la platea, entonces, pesará mucho la expectativa de con qué podrá sorprender esta vez el guión o su realización cinematográfica, a la espera de nuevos recursos al servicio de lo que se quiera contar.

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