Por Carlos Werner
09 Diciembre 2021
EL CONDUCTOR. Battaglia es DT de Boca. Foto de Archivo
Es lógico. Con el resultado puesto, y con un campeón definido, para muchos (principalmente los hinchas de Boca), todo lo que haya pasado en el desarrollo del partido queda en un segundo plano. Pero vale decirlo: lo que se vio anoche fue un atentado al buen fútbol.
Las redes sociales permiten que cualquiera sepa al instante qué opinan los demás sobre, en este caso, un partido (por decirle de alguna manera). Así, calificativos como horrible, ordinario, vergüenza, surgieron con naturalidad. Es que de este árbol caído que fue la final fue sencillo hacer leña. Parece que Boca y Talleres jugaban para decidir cuál era el menos malo. Un anti fútbol de culpas compartidas, de jugadas escasas sobre los arcos rivales, de golpes, insultos, intentos estériles de dar algo más de tres pases, quizás cuatro. Un fiasco.
Estas copas, como la Argentina, son muy lindas por el sentido federal y por la intención de darles oportunidades a clubes a veces humildes, de soñar con enfrentar (y si es posible vencer) a algún grande. Pero también tiene ese lado gris, el de las eliminaciones directas, que llevan a muchos a jugar al empate y forzar los penales. Pasó anoche.
Basta ver cómo Boca logra este título: de seis partidos, a la mitad los ganó en tiempo reglamentario, y a los demás por penales (incluyendo a River). Talleres no le fue en zaga: sólo se adjudicó dos de los cinco juegos para llegar a la final.
Si la tradición dice que hay que hablar de merecido campeón, aquí el adjetivo cabe por el esfuerzo y la estrategia que dejó entrever Boca. Porque si es por el fútbol, este es un rey tacaño y aliado del azar.
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