Problemas estructurales y culturales camino a los Valles

Problemas estructurales y culturales camino a los Valles

09 Diciembre 2021

La temporada turística ya está aquí. No ha sido inaugurada oficialmente, claro está. Pero el movimiento turístico ya ha llegado: lo hizo durante el último fin de semana largo, con motivo de la conmemoración del Día de la Soberanía Nacional; y en menor medida pero de manera consistente llegó esta semana para quienes pudieron tomarse el lunes y el martes y anexarlo al feriado por la celebración religiosa de la Inmaculada Concepción de María. Sólo irá in crescendo con el correr de los días, porque muchos argentinos inician sus vacaciones estivales con las Fiestas de Fin de Año. Ni hablar de la llegada de enero, cuando la administración pública nacional y provincial, en los tres poderes del Estado y en la mayoría de sus organismos descentralizados, entra en receso.

El tiempo del veraneo ha llegado y Tucumán lo recibe una vez más con profundas deficiencias en la más turística de sus rutas, la 307, que conduce hacia el principal atractivo que la provincia tiene para ofrecerles a los visitantes, tanto en materia de bellezas naturales como de infraestructura hotelera: Los Valles. El Valle de Tafí y, trasponiendo El Infiernillo, el Valle Calchaquí.

En nuestra edición del miércoles 8 dimos cuenta de un problema crónico: la presencia de animales de pastoreo sueltos sobre el camino a los Valles. Ocurre todos los días, todo el año, a pesar de que la Ley 3.487 tiene 54 años de vigencia: fue dictada el 15 de septiembre de 1957. Desde hace más de medio siglo se encuentran establecidas multas severas para penar la permanencia ilegal de ganado en rutas, caminos y calles de la provincia. La norma determina, además, que en caso de haber animales sueltos, deben ser confiscados; y, sus dueños, debidamente notificados. Sin embargo, los animales siguen ahí, configurando un peligro constante para los que transitan el único camino tucumano hacia El Mollar y Tafí del Valle. Ni hablar de los turistas, que desconcocen que en un camino de montaña, además de curvas y contracurvas de cornisa al costado de un abismo, en una carpeta asfáltica con apenas una trocha de ida y otra de vuelta, también deben esquivar equinos y vacunos, procurando no desbarrancarse ni embestir otros vehículos.

Dejando atrás Tafí del Valle nos enfrentamos ya no contra un problema cultural, sino estructural. El estado de la calzada adquiere características verdaderamente ruinosas. El asfalto se presenta absolutamente irregular, con pozos o con promontorios, y con banquinas completamente irregulares. Si afrontar ese tramo durante el día ya implica riesgos, hay dos factores que lo tornan peligroso: la niebla, tan propia de esa zona tafinista, y la noche. Porque todo ese tramo, además, se carece de pintura asfáltica que señalice el borde de la calzada o la división de los carriles.

Tanto los animales sueltos como el mal estado de la ruta 307 conspiran para que Tafí del Valle o El Mollar pueden convertirse en un destino al cual dedicarle varias noches de estada, y desde allí recorrer otros de los muchos atractivos de las alturas tucumanas, porque retornar de noche se convierte en un periplo plagado de toda clase de complicaciones. Entonces se termina beneficiando que los visitantes elijan destinos turísticos en provincias vecinas con las que se comparte el Valle Calchaquí, como Cafayate, en Salta, y que desde allí se visiten las bellezas del Valle de Tafí. El contraste vial en el empalme entre la ruta tucumana y la ruta nacional 40 es tan violento como desalentador: la que se abre, camino a la vecina provincia, es una ruta ancha, señalizada y en muy buenas condiciones.

El oficialismo hizo trascender por estas horas, con motivo de la inminente visita del Presidente de la Nación, que el año que viene emprenderá arreglos en un par de tramos de la ruta 307: los anuncios son bienvenidos, pero llegan tarde. El turismo es un verdadero aliciente para las maltrechas economías regionales como las del Noroeste Argentino, a la vez que un ingreso genuino de divisas que llegan desde otras provincias. Tucumán, en ese contexto, desaprovecha una nueva temporada turística por una doble desidía: en los controles y en el mantenimiento de su red vial.

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