La indiferencia ante las infancias vulneradas

La indiferencia ante las infancias vulneradas

07 Diciembre 2021

Desde hace 10 días el brutal homicidio del pequeño pampeano Lucio Dupuy, de cinco años, conmociona al país. Las manifestaciones de todo tipo y la indignación recorrieron las calles de La Pampa y cruzaron la geografía nacional. La historia del niño, ampliamente difundida, da cuenta de la penosa realidad de miles de niños en el continente y en Argentina.

Según el último informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sobre la situación regional 2020 y cómo prevenir y responder a la violencia contra las niñas y los niños en las Américas, en todo el mundo uno de cada dos niños y niñas de entre dos y 17 años sufre algún tipo de violencia cada año. El mismo documento detalla que el 58% de los menores en América Latina y el 61% en América del Norte sufrieron abuso físico, sexual o emocional durante el último año. La pandemia parece haber agravado la situación. Tucumán tiene un lamentable historial que parece pasar inadvertido para parte de la opinión pública y, aparentemente, también para las instituciones que tienen competencia en la protección de los derechos de esa población. La inquietud parece ser mayor ante los casos foráneos.

En los últimos dos años, en estas páginas se publicaron una serie de historias escabrosas marcadas por los abusos, las carencias, la violencia en general y los desaciertos estatales. La mayoría de ellos tienen algunos factores coincidentes: están protagonizados por familias con derechos vulnerados; víctimas de violencia intrafamiliar y/o víctimas de violencia de género.

Un breve repaso por alguno de ellos genera estupor. En julio de 2020, Érika, de tres años, falleció tras vivir un calvario. Sus abuelos, según la Justicia, la sometían a tratos crueles después de que se les otorgó la custodia porque su mamá estaba en situación de calle y padecía por consumos problemáticos. Los investigadores constataron que sufría de golpes y de quemaduras. En octubre del mismo año, Abigail, de nueve años, desapareció en un asentamiento después de salir para jugar con una vecina. Fue asesinada en un descampado. Una turba de vecinos linchó y asesinó al autor del hecho, José Guaymás. En julio de 2021, Rocío, de cuatro años, fue víctima de abuso, asesinada y carbonizada. Miembros y allegados de la familia que la tenía a su cuidado fueron acusados. Luego de que se conoció la tragedia, hubo cambios en la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinayf). Los trabajadores del organismo vienen manifestando que no cuentan con los recursos suficientes para atender la alta demanda.

Los organismos internacionales advierten que aunque es un fenómeno complejo, la violencia contra las niñas y los niños se puede prevenir. “Esto requiere un enfoque multisectorial que aborde los determinantes sociales de la violencia”, consigna la OPS y apunta que la clave es la intervención temprana. Unicef, por su parte, sostiene que la protección infantil “es la prevención y la respuesta a la explotación, el abuso, la negligencia, las prácticas nocivas y la violencia contra los niños, niñas y adolescentes. Está integrada en la Convención sobre los Derechos del Niño y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La protección infantil es universal: es para todos en todas partes”. Esta oficina de Naciones Unidas para la Infancia sostiene un llamado a todos los sectores sociales a trabajar e involucrarse para la protección de los menores.

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