En las escuelas la solidaridad no se pone barbijo

Aunque se suspendió el Premio Escuelas Solidarias, 70 colegios públicos y otros tantos privados mantienen sus proyectos de servicio

INTEGRACIÓN. Alumnos de la escuela de Puma Pozo junto con jóvenes del instituto JIM en una jornada. INTEGRACIÓN. Alumnos de la escuela de Puma Pozo junto con jóvenes del instituto JIM en una jornada.

Cuando pasaron por los cursos preguntando quién quería participar en el “proyecto solidario de la escuelita de Puma Pozo”, Natalia Díaz, que entonces tenía 15 años, levantó la mano sin saber de qué se trataba. “Yo, yo ... dije sin saber qué era eso, hasta el momento de llegar a la escuelita de Leales, junto con mis compañeros del JIM. Los chicos ya nos estaban esperando y al vernos llegar se pusieron locos de alegría. Yo no dimensioné su emoción hasta el final. Hasta después del desayuno y del almuerzo que compartimos, hasta luego de abrir los regalos y ver sus caritas de felicidad mientras los hacíamos jugar. ¡Era tan lindo sentir sus abrazos! Hasta que subimos al colectivo para volver y ahí sí entendí el sentido de todo. Detrás de la ventanilla, me empezaron a caer las lágrimas”.

Nazarena hoy tiene 17 años y está en el último año de la secundaria. Su compañera de 6° año, Nahia Mercuri dice que el proyecto en la escuela N° 229 “Vicente Parra”, de Puma Pozo, Leales, le cambió su forma de pensar. “Ahora valoro más mi vida y las cosas que no son materiales, como la familia y el amor”, cuenta. Este año formaron equipo junto a Renata Pott y a Clementina López Islas,. Los profesores Pedro Verasaluse, Florencia González Migueles y Ana Paula Tamer estuvieron en la coordinación.

“Al ser de 6° año organizamos el proyecto. El año pasado no pudimos viajar a Puma Pozo pero lo mismo hicimos las colectas y un grupo de profesores fue y entregó las donaciones. Este año recolectamos juguetes para el Día del Niño, todo el colegio se desprendió de sus juguetes”, cuentan las alumnas.

El profesor Verasaluse, que lleva el proyecto, a lo largo de 13 años, recuerda que la idea surgió con la pregunta de una alumna en clase: “profe, ¿usted trabaja en otra escuela? Le comenté que sí, que enseñaba en una escuela de campo. Entonces se interesaron por cómo eran los chicos, después quisieron conocerlos y así armamos una primera excursión en un colectivo a medio llenar. A partir de ahí el proyecto fue creciendo cada año”, dice con indisimulable orgullo.

“Ellos investigaron, plantearon objetivos y los medios para lograrlos. Todo lo hicieron con apoyo de los profes y de las directivas (Roxana Sansone del JIM y Marta Arias, de la escuela 229)”, remarca el docente.

“La solidaridad es mucho más que buenas intenciones. Hay que saber más para intentar resolver problemáticas sociales y ambientales que para rendir un examen”, escribe Nieves Tapia en su página on line. La frase se encuentra en la web del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (Clayss), del que Tapia es fundadora y directora. La pedagoga cuenta en una entrevista de este año con LA GACETA que Tucumán es una de las provincias que se destaca por su gran cantidad de proyectos solidarios escolares.

A pesar de la pandemia, y de la suspensión del premio Escuelas Solidarias, las instituciones educativas de Tucumán siguen desarrollando proyectos. Este año, 70 iniciativas se llevaron a cabo en escuelas públicas. Hay colegios donde las actividades solidarias forman parte de la vida escolar cotidina, es el caso del Nueva Concepción. Con el apoyo de una Patrulla de Madres se organizan proyectos para ayudar a las comunidades del jardín Changuito Dios del barrio Juan XXIII (La Bombilla) y del hogar Santa Rita. “En un mundo con tanto egoísmo, la otredad nos interpela”, reflexiona la rectora Cecilia Sáez. La solidaridad además de un valor es también una maestra. Hay cosas que no se enseñan en el pizarrón y eso lo descubrió Nazarena. Sólo cuando terminó la experiencia aprendió su lección.

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