¿Quién paga el asado?

La nota recibió 26 comentarios en el foro de LA GACETA, poco más del doble en Twitter y bastante más en redes más populosas como Facebook o Instagram.

Nos referimos a la crónica del periodista Martín Soto, publicada este jueves, titulada: “Qué mensajes bajó Jaldo en el asado con legisladores”.

En todas las plataformas la mayoría de las opiniones se alinearon detrás de un mismo enojo: el asado.

Poco le importó a la gente para qué se reunió el gobernador sustituto, Osvaldo Jaldo, con 28 legisladores oficialistas en la sede de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA).

Tampoco se comentó acerca de las líneas que bajó Jaldo. Ni lo que dijo Sergio Mansilla, el nuevo cancerbero del millonario presupuesto legislativo de 10.000 millones de pesos, el 60% del cual se destina -según se estima, porque es información denegada- al pago de sueldos y de “sueldos”.

Menos les importó a los foristas lo que expuso Roque Tobías Álvarez, presidente del bloque “Hoy de nuevo oficialista”.

Bloque mayoritario que también podría llamarse “Mientras tanto, oficialista”. O bloque “Vamos viendo”, o bloque “Orejeando la interna”, o “Entre verdaderos y leales no se pisan la manguera”. O la banca.

De los 26 comentarios al pie de esta nota, sólo dos defendieron al interino y justificaron el encuentro, aunque al tratarse de foristas que sólo escriben a favor de Jaldo (sus opiniones son públicas) sus comentarios a veces rozan la condición de “viciados de nulidad”, como sentencian en derecho.

Otros dos escritos correspondieron a una forista a la que aún no le cerró la grieta peronista, de esas que le pusieron garra y diente a la interna entre Jaldo y Manzur, y que se siente enojada y defraudada por la “reconciliación”.

La militante manzurista recordó, notoriamente indignada, las denuncias contra el legislador jaldista Daniel Deiana, promovida por el manzurismo, donde se acusaba a este parlamentario, quien además es presidente de la Mutualidad Provincial, de quedarse con parte del sueldo de sus empleados.

El resto de los comentarios, 22, al igual que lo que se leyó en las redes sociales, tuvo más que ver con la sensación térmica real del ciudadano: bronca, frustración, escepticismo, impotencia…

Indignación

“¿Comieron asado? Podrían invitar, algo que el resto de los ciudadanos comunes no podemos… Por supuesto, lo pagamos los ciudadanos de a pie. Indignos”, escribió el que recibió más votos positivos.

Otros posteos fueron: “¿Los usuarios sin transporte y ellos comiendo asados? ¿Pero qué locura es esta?”; “Qué bueno, los legisladores con asado y el pueblo que los vota, con polenta”; “Comiendo asado y los militantes a la vuelta del predio aplaudiendo, esperando los huesos; no tienen vergüenza, zánganos”.

Otra lectora jubilada, muy enojada, escribió: “Quienes pagamos sus lujos de asados y de grandes comilonas, seremos siempre los que somos exprimidos con nuestros impuestos y no tenemos la suerte de estos caraduras de vivir de asado en asado cuando el kilo cuesta mil pesos. Paren un poco y banquen al menos sus gastos; no tenemos por qué alimentarlos. Tremendos sueldos ganan. Cara de cemento, estamos hartos de lo mismo siempre”.

Y como parece que la indignación no se le pasaba, sino al contrario, iba en aumento, un rato después la lectora regresó al foro y volvió a escribir: “Los festejos que se vienen por las fiestas también los pagaremos nosotros; basta ya de exprimirnos; estamos hartos de pagarles sus lujos mientras la pobreza avanza sin pausa. Hay gente que no come, hay gente con hambre, sigan de fiesta, caraduras”.

Empatía cero

Al margen de la irritación generalizada que se percibe en la gente, no sólo en las redes sino también en la calle, donde la violencia no deja de crecer (el tránsito es un claro ejemplo), lo cierto es que una buena parte de la clase política pareciera que viviera en otro planeta, que no les cayera la ficha, como suele decirse.

Hacer público un asado para medio centenar de personas, en donde no faltó nada y sobró de todo, es tan poco inteligente y oportuno en el contexto en que viven los argentinos, que sinceramente cuesta entender.

O están pésimamente asesorados o sucede que en medio de tanta impunidad ya no importa nada. O quizás es una combinación de ambas.

El aumento imparable del precio de la carne es noticia todos los días, más en un país tan carnívoro como este, tanto por el consumo como por la producción.

Y como bien marca esta jubilada indignada, hay políticos que van de asado en asado, y encima los publicitan con fotos, videos y rostros felices.

Es obsceno. Es incomprensible esta total falta de timing, de empatía con la realidad que padece la mayoría.

Es como las fotos y los videos del presidente Alberto Fernández brindando y festejando el cumpleaños de su pareja en la Quinta de Olivos, con un nutrido grupo de amigos, cuando toda la Argentina estaba encerrada en su casa, en junio de 2020.

O como aquel casi delictivo almuerzo, en mayo de 2020, en la casa del intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, a donde concurrieron el gobernador Manzur, Jaldo, el vocal de la Corte Suprema -hoy presidente- Daniel Leiva, entre otra decena de ministros, funcionarios y legisladores.

Aquella reunión fue denunciada penalmente en su momento, y más rápidamente archivada, al haberse violado el decreto presidencial 297/2020, en particular el artículo 4, donde se establecía que ante un supuesto de infracción al aislamiento social preventivo y obligatorio correspondía la inmediata intervención de la Justicia penal.

Mientras se detenía a decenas de personas por día en Tucumán por la misma transgresión, en este caso no pasó nada. Escandalosa impunidad que ya no escandaliza a nadie.

Además, como también señaló otro lector, de este último asado que ocurrió este miércoles en ATSA no surgió una sola idea, una sola propuesta para generar empleo o inversiones, mermar la pobreza o la inseguridad, nada.

El tema excluyente fue la interna peronista tucumana, las elecciones pasadas, la necesidad de volver a conformar un solo bloque.

“Lo pasado, pisado” fue una de las definiciones de filosofía política más eruditas que se escucharon en el asado.

Están realmente en otra galaxia. Casi un año completo de campaña y todavía siguen en campaña, en el chiquitaje, en el internismo, cuando millones de personas se caen del mapa todos los días.

Mientras los funcionarios siguen en modo candidato, descorchando vinos finos, engrosando la panza y arengando a dirigentes díscolos, la gestión sigue en modo avión.

Anuncio tras anuncio. La impronta de gobierno manzurista sigue intacta. Hablar mucho, prometer más y hacer muy poco.

En medio de tanto desconcierto y gestión a la deriva, nos surge una pregunta menor: estos onerosos asados de “trabajo” que se repiten tanto, como el del miércoles pasado, ¿quién los costea?

¿Una invitación de ATSA? Es decir, ¿lo pagan los afiliados de la sanidad?

¿Corre por cuenta de la Legislatura? Es decir, ¿lo paga el vecino?

Ahora que Jaldo es gobernador sustituto, ¿lo abona Casa de Gobierno? Es decir, ¿de nuevo desembolsa la gente?

O al ser una reunión interna del peronismo, ¿lo paga el Partido Justicialista?

La duda se presenta porque al tratarse de un encuentro privado, extraoficial, fuera de toda sede o recinto, entre candidatos y dirigentes, discutiendo estrategias de política partidaria y electoral, lo correcto sería que el dinero haya salido del bolsillo de los comensales.

Seguramente así fue.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios