Caso Dominé: las bendiciones y las lágrimas no alcanzaron para evitar recibir duras condenas

Caso Dominé: las bendiciones y las lágrimas no alcanzaron para evitar recibir duras condenas

Todos los acusados que hicieron uso de la palabra dijeron ser inocentes y cuestionaron duramente la investigación desarrollada por el fiscal Sale.

MOMENTOS DE TENSIÓN. Los familiares de los condenados quedaron desconsolados después de escuchar la sentencia. MOMENTOS DE TENSIÓN. Los familiares de los condenados quedaron desconsolados después de escuchar la sentencia. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO

Cuatro de los siete condenados utilizaron dos estrategias cuando el tribunal les dio la oportunidad de hablar por última vez. La primera: criticaron con dureza la investigación que realizó el fiscal Carlos Sale con una vehemencia poco común, que ni sus defensores habían utilizado. Tres de ellos, antes de terminar su alocución, bendijeron a los jueces y a sus familiares, otra situación poco común, ya que normalmente los acusados piden la ayuda divina para que los alumbre a la hora de dictar sentencia.

Los seis condenados decidieron hablar. Sólo Brian Leguizamón (luego absuelto), por recomendación de su defensor, Camilo Atim Antoni, no lo hizo. Todos negaron su participación en el hecho. Algunos lo hicieron llorando y otros con tono firme. “Comparto el dolor de la familia”, fueron las primeras palabras que emitió Cristian “Pety” Godoy. “No puedo pedirles disculpas porque no tuve nada que ver con el hecho”, explicó el condenado a perpetua al ser señalado como el autor del disparo que acabó con la vida de Ana Dominé. “El fiscal fue arbitrario conmigo porque no tuvo en cuenta muchos testimonios”, agregó el hombre que, según la pericia genética que se realizó, fue el que usó el guante negro encontrado en la escena del hecho.

Godoy insistió con su inocencia en todo momento. “No me alcanzaría el tiempo para contar todas las cosas que estoy viviendo”, señaló. “Sale, que está acostumbrado a poner a todo el mundo preso, para quedar bien, inventó una verdad para hacerle creer a la familia y a la sociedad que él había esclarecido el caso. Pero lo hizo en base a mentiras y buscando condenarme como sea”, agregó el condenado.

El testimonio más emotivo fue el que brindó Sebastián “Hormiga” Quiroga, que recibió una pena de 10 años por el crimen. “Soy inocente, jamás participé en nada. No colaboré en nada. No tengo nada que ver”, señaló antes que su voz se quebrara. “Mi hijo más chico ya ni se acuerda de mí porque estoy en la cárcel”, dijo y a los segundos comenzó a llorar desconsoladamente. El señalado como el hombre que hizo tareas de vigilancia en el robo, ya había sido condenado en noviembre de 2020 a 10 años de prisión en un juicio por el crimen de Marcelo Méndez, un distribuidor de comidas que fue atacado para robarle la recaudación que llevaba en su camioneta en agosto de 2014. En 2017 Quiroga recuperó la libertad y esperaba ser enjuiciado. El tribunal rechazó el pedido de que se le aplique la reincidencia porque había sido penado después de que fuera imputado por este hecho.

Cuestionamientos

Con el testimonio de Cinthia Villavicencio, personal de Homicidios al mando de los comisarios Juana Estequiño, Diego Bernachi y Jorge Dib, fue encontrando piezas de un rompecabezas que el fiscal Sale alineó y ayer, con las condenas que dictaron los jueces Fanny Siriani, Dante Ibáñez y Diego Lammoglia, se terminó de armar. Sus palabras fueron duramente cuestionadas por los defensores primero y los acusados después. “Ella fue mi amante por un tiempo. Por venganza o por rencor hoy estoy aquí. Llevo un año y dos meses detenido, viviendo un infierno. Estoy preso sin saber por qué. Si hubiera tenido algo que ver no estaría reclamando nada”, señaló Ezequiel Tous, que fue condenado a una pena de 10 años de prisión. Quiroga también habló mal de Villavicencio. “Esa fue la mujer que inventó toda esa causa. Ella se fue en 2016 a Salta y en ese tiempo yo estaba en la cárcel. Quiero que se aclare que fueron todas mentiras las que dijo. No tengo nada más para decir. Les doy una bendición a todo el tribunal”, señaló.

En problemas

Edgar Visuara sólo recibió malas noticias en esta semana. El jueves, Sale confirmó que le había iniciado una causa por haber amenazado al hijo de la víctima Nicolás Quesada durante un cuarto intermedio. Ayer, pasado al mediodía, no sólo lo condenaron a perpetua, sino que se anunció que, al ser reincidente, no podrá acceder a ningún beneficio. Cuatro horas después de ser penado, un condenado al que no identificó, le asestó una puñalada en el pecho por razones que no fueron esclarecidas por el momento. Quedó internado en el hospital Avellaneda. Cuando habló por última vez ante el tribunal, responsabilizó al destino su situación procesal. “Tuve la mala suerte de haber venido a Tucumán cuando se produjo el hecho. Desde hace años que estoy en Mendoza y quedé involucrado en un caso del no tuve nada que ver. El pasado me condena, pero soy inocente”, indicó Visuara. “Comparto el dolor de la familia Dominé, pero yo y ninguno de los muchachos que están aquí tuvimos algo que ver en el crimen. Tengo madre, hijas y nietas y jamás hubiera hecho algo así. Pero ahora me pregunto quién les dará garantías a ellas”, expresó. Al borde de las lágrimas volvió a insistir: “al señor Nicolás nunca lo amenacé, simplemente, me acomodé el cuello de la camisa. Quiero que entiendan que esta es una causa armada por la Policía y el fiscal. Por una equivocación de un forense están por condenarme. Bendiciones para todos ustedes y sus familias”, concluyó.

Fue el último en hablar. El tribunal se retiró a deliberar y, luego de más de cuatro horas de espera, los jueces leyeron la sentencia. El primero en estallar en llanto fue Leguizamón cuando confirmaron que había sido absuelto y que se suspendían todas las medidas que se habían dictado en su contra para evitar que su fugara. Los condenados quedaron petrificados. No dijeron ni una palabra. Sus familiares, que esperaron que salieran por calle España, también estaban desconsolados.

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