Puna catamarqueña: un paraíso desértico que te espera

Puna catamarqueña: un paraíso desértico que te espera

Paisajes impactantes y poco visitados para recorrer este verano a escasa distancia de Tucumán.

GRANDIOSO. El Campo de Piedra Pómez es un gran terreno de 30 kilómetros, creado como resultado de la erupción volcánica hace 100.000 años.  GRANDIOSO. El Campo de Piedra Pómez es un gran terreno de 30 kilómetros, creado como resultado de la erupción volcánica hace 100.000 años.

“Paisajes de Catamarca, con mil distintos tonos de verde, un pueblito aquí, otro más allá, y un camino largo que baja y se pierde”, cantaban Los Chalchaleros en una de sus zambas más famosas. Nuestra provincia vecina es conocida por sus grandes destinos turísticos naturales, llenos de verde... ¿Y si te contamos que hay algunos más desérticos que no podés perderte?

Hagamos un pantallazo general: en la puna catamarqueña convergen diferentes tipos de paisajes, como cerros y volcanes de hasta 6.000 metros de altura, grandes pastizales y desiertos, salares, campos de piedra pómez y ¡hasta lagunas habitadas por flamencos! Todas estas increíbles vistas muestran la inmensidad de una ecorregión bendecida por la naturaleza y, además, está “acá cerquita”.

Por la amplitud térmica de la zona, es ideal hacer turismo por allí entre septiembre y abril para evitar los fríos del otoño y del invierno. El verano, entonces, nos viene perfecto para una viaje a estos destinos casi alienigenas.

Te proponemos, entonces, visitar tres lugares: el Salar del Hombre Muerto, el Campo de Piedra Pómez, y la Laguna Grande. ¿Te animás?

Vamos de paseo

Nuestro destino (y centro de operaciones para visitar los demás puntos) será El Peñón, un pueblo de unos 500 habitantes que viven del turismo. Saldemos de San Miguel de Tucumán (SMT) y nos embarcaremos en un viaje de siete horas (son 460 km), lo que requerirá de un gasto de unos $5.100 pesos en nafta súper.

El camino es de subida, puesto el que el pueblo se encuentra a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar, ¡pero todo es hermoso! A medida que nos acercamos al lugar la ruta nos ofrece algunas pinceladas de la oferta natural de la puna.

Llegar no es complicado: desde SMT hay que tomar Ruta 38 hasta Famailla, luego la 307 hasta Amaicha del Valle y hacer la conexión con la Ruta 40 hasta el paraje rural El Eje, ya en Catamarca. Allí, hay que tomar la Ruta 43 y manejar hasta El Peñon.

Una vez en el pueblo, recomendamos descansar. Ha sido un largo día de viaje y lo mejor es hacer una pausa, salir a conocer el sitio, pedir sugerencias a los vecinos y, por supuesto, dormir. Una habitación doble en una hostería ronda los $6.000 la noche, aunque hay también Beds & Breakfast y hostales a menor precio.

Recomendaciones

El descanso es muy importante. En los lugares de altura el oxígeno se reduce el 40%, y por ello se hace imprescindible darle al cuerpo un tiempo para aclimatarse al nuevo terreno. Por esta razón, también se aconseja comer liviano, moverse lento y hacer poco esfuerzo físico para no poner en peligro nuestra salud.

Una vez repuestos, se recomienda además salir del alojamiento con un buen calzado de montaña, ropa cómoda, protector solar y gorra, y prendas de abrigo por si ocurren cambios bruscos de temperatura. Como no hay puestos de aprovisionamiento en la ruta, agua para hidratarse y un refrigerio son requisitos infaltables en la mochila.

Otra cuestión es la del vehículo. Toda esta travesía en la puna catamarqueña tiene un poco de magia. Los caminos no están del todo delimitados porque es todavía una zona virgen, que todavía no tiene una explotación masiva de turismo (lo cuál es positivo). Por esto la mayoría de los recorridos no están asfaltados o son sobre ripio.

Campo de Piedra Pómez

Se trata de un campo de 30 kilómetros formado hace aproximadamente 100.000 años, como resultado de la erupción de volcanes cercanos.

Está ubicado a unos 38 kilómetros de El Peñón. Se accede por una huella en una desviación de la ruta 43, y se recomienda hacerlo solamente en camionetas 4x4. Algunos osados turistas afirman haber realizado el trayecto en auto, pero para evitarnos malos tragos, te recomendamos que, en caso de ir en auto, lo dejés en El Peñón y contrates alguna excursión en el pueblo. Después de todo, ayudamos al turismo local, viajamos seguros y, además, aprendemos sobre el lugar que estamos visitando.

La vista es impactante: es como estar en un mar congelado, ya que su geografía se asemeja a la de olas petrificadas, con colores anaranjados, amarillos e incluso blancos.

¿Estamos en la luna?

Aunque no lo parezca, este paisaje imponente está en nuestro planeta. Y en nuestro país. El Salar del Hombre Muerto está un poquito lejos de El Peñón. Se ubica a 157 kilómetros por ruta 43, pero vale cada metro recorrido. En el camino se pueden observar los cerros y volcanes más grandes que hay en la puna catamarqueña. Una vez allí, no hay agua, no hay vegetación, ni tierra... Sólo hay sal. Se puede admirar una superficie de casi 600 kilómetros cuadrados: estamos frente a una de las reservas de litio más importantes de la región. Se puede ir en vehículo siempre y cuando se respete la ruta y se rodee (sin ingresar) el Salar. Lo ideal es adaptar el vehículo (para evitar cualquier inconveniente) para estos caminos ya que hay mucho polvo suelto en el camino. A unos pocos kilómetros del Salar también se encuentran la antigua mina de oro de Incahuasi, explotada primero por los Incas y luego de la conquista a cargo de los sacerdotes jesuitas.

Para avistar flamencos

Se ubica a solo 38 kilometros de El Peñón y se llega allí por un camino de huella de ripio, preferentemente en camioneta 4x4. Allí se encuentra la mayor concentración de flamencos rosados que hay en la Puna; viven en la laguna aproximadamente 19.000 de estas aves en los meses entre septiembre y marzo. Con el frío, en invierno migran hacia zonas más cálidas y la laguna se congela. Se destacan tres especies: la Parina Grande, el Flamenco Austral y la Parina Chica. Esta última es la especie que mayor cantidad de ejemplares tiene en el humedal andino.  

Visitar la laguna significa, claramente, el avistaje de flamencos y también la posibilidad de guardar en la retina vistas privilegiadas de un paisaje único que parece sacado de una película. Como se trata de una zona protegida, en las visitas se aconseja mantenerse a una distancia prudente de las aves (200 metros) y no ahuyentarlas ni asustarlas.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios