Hablar, clave para combatir la depresión

Hablar, clave para combatir la depresión

23 Noviembre 2021

Un reciente estudio multidisciplinario arrojó cifras dramáticas en el país: la conclusión es que el suicidio es la segunda causa de muerte por factores externos entre los adolescentes y jóvenes de entre 15 años y 29 años (el primer puesto lo ocupan los accidentes de tránsito). El documento echa luz sobre un flagelo que se potenció con la pandemia y que genera dudas aún entre padres: ¿es mejor hablar abiertamente del tema?

Los especialistas dan cuenta de que sí. La pandemia de coronavirus, el encierro y la pérdida de lazos sociales derivó en un aumento de casos de depresión y de ansiedad entre los jóvenes. Por eso, advierten, los expertos, hablar y hablar sobre la salud mental de nuestros adolescentes puede salvar vidas.

En el informe “Abordaje integral del suicidio en las adolescencias. Lineamientos para equipos de salud” -de la Dirección de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación, junto al equipo de Unicef Argentina y a la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), a partir de las cifras de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), se muestra que las curvas de los últimos años han ido en aumento. Y que Tucumán exhibe peores indicadores, ya que las tasas más altas se registran en las provincias del NOA.

“La apuesta es al trabajo con otras y otros, comunitario, en red, intersectorial e interdisciplinario que ponga en relieve el lazo social tan afectado en estas problemáticas, y que así garantice respuestas efectivas y situadas. Al igual que en otros problemas de salud pública, en el suicidio y las autolesiones, la salida es colectiva y comunitaria”, sostiene Juan Carlos Escobar, director de Adolescencias y Juventudes, en el inicio del documento.

Efectivamente, el abordaje de las soluciones a este flagelo debe ser integral. Incluso, sumando la perspectiva de género en el análisis: se constató que por cada mujer que se quita la vida, hay tres varones que lo hacen. “Para los varones, percibirse como personas sensibles es sinónimo de debilidad. Esa construcción social, donde el hombre no llora, minimiza sus sentimientos y no dice lo que siente, produce dificultades a la hora de enfrentar cuestiones emocionales y cambios psicológicos. Por ello, muchas veces los jóvenes acaban al borde de conductas de riesgo”, dijo a LA GACETA Lucas Haurigot Posse, psicólogo clínico especialista en adolescentes y jóvenes. “Poder hablar es un aprendizaje que se inicia en la niñez. Pero en el caso de los varones, se trata de una práctica vedada debido a que no se relaciona con la masculinidad. Entonces alcanzan la aduldez sin saber identificar ni gestionar sus emociones de manera saludable”, profundizó. Guido Torres Busquets, especialista en cuidados intensivos pediátricos, remarcó que la incapacidad de expresarse de los chicos, especialmente entre los 11 años y los 13 años, es un factor de riesgo. Por eso, recomienda que se hable del tema. “El suicidio aparece como la culminación de un proceso de sufrimiento muy intenso”, expresó.

Además, el especialista ratificó que la pandemia de coronavirus potenció los problemas entre los adolescentes y los jóvenes. La misma Organización Mundial de la Salud lanzó tras las oleadas de coronavirus campañas de prevención que se basan en cuatro ejes básicos: limitar el acceso a cualquier medio de suicidio, como pueden ser las armas; formar a los medios de comunicación para que les den a las noticias sobre suicidios la entidad que merecen; fomentar las competencias socioemocionales entre los adolescentes y detectar tempranamente a las personas que expresan comportamientos suicidas.

El momento, según las autoridades y los especialistas, es crítico y obliga a toda la sociedad a abordar los problemas de salud mental como una cuestión de salud pública. Para ello, indefectiblemente, hay que hablar y generar un clima de confianza: que frente al silencio se imponga la palabra, la escucha y, así, un desenlace diferente.

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