“Evita no descansó nunca en su vida y en la muerte, tampoco”

“Evita no descansó nunca en su vida y en la muerte, tampoco”

Julieta Daga presenta “La puta mejor embalsamada”, en la cual cinco bufones cuentan la historia real de un cuerpo ultrajado

REÍR PARA PENSAR. Cinco bufones protagonizan “La puta mejor embalsamada”, dirigidos por Julieta Daga. REÍR PARA PENSAR. Cinco bufones protagonizan “La puta mejor embalsamada”, dirigidos por Julieta Daga.

La historia argentina tiene momentos de tanta irrealidad que ni la ficción del autor más imaginativo puede igualarla. Uno de ellos es el derrotero de los restos de Eva Duarte de Perón, desde su embalsamamiento hasta su destino actual en un sepulcro familiar en el Cementerio de la Recoleta, bajo losa de cemento. “Fue ultrajado, vejado, violado, secuestrado, cambiado de nombre, enterrado bajo otra identidad... Todo lo espantoso que a un cuerpo le pueden hacer, se lo hicieron”, le dice a LA GACETA la cordobesa Julieta Daga, directora de “La puta mejor embalsamada”.

Esta obra con estética de bufón, escrita por su padre David Metral, fue invitada a participar de la Fiesta Provincial de Teatro y tendrá dos funciones esta noche, a las 20 y a las 22, en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras 1.550), con entrada libre y gratuita. Las actuaciones son de Mariana Mansilla, Laura Bringas, Chino Castillo, Emiliano Barrera Vázquez y Agustín Alesso.

“Trabajar esta historia fue muy fuerte. Evita es un personaje entrañable no sólo para la comunidad argentina sino en todo el mundo; es una referente de mujer, de luchadora y de militante. Y esta obra trasciende el peronismo, y pone en relevancia todas las luchas del feminismo”, aclara.

- Lo hace desde tu concepción peronista militante...

- Soy peronista, pero no me considero una militante. Tengo un amor entrañable sobre algunas cuestiones que me anclan a mi crianza, que abrazo con mucho afecto y pongo en práctica en mi vida. Sí milito escénicamente en la visión romántica del peronismo, en su práctica humanitaria, más de izquierda. El peronismo que siempre está mirando a las masas mayoritarias, no atendidas por el poder hegemónico. La obra tiene ese color maravilloso de choripán, humo y vino tinto, un folclore que mamé de la cuna y que me encanta, pero va más allá, aunque puse en escena una historia familiar de fondo.

- ¿Cómo fue trabajar una obra de tu padre?

- Esta es mi versión sobre un texto que es muy político, muy peronista, con el ojo puesto en esa militancia. Lo que intenté montar lo contempla, pero también lo trasciende. El origen fue un pedido que le hice a mi papá, de un monólogo para participar de un festival de teatro breve, del que finalmente no fuimos parte. Pensé en el cadáver de Eva hablando, y era un texto de 15 minutos. Al unipersonal que él escribió, lo redefiní con cinco bufones, y repartí la voz única entre ellos porque Eva no es una sino todo el pueblo. Estos personajes son los marginados, los cabecitas negras, los grasita. El pueblo habla en primera persona.

- ¿Cómo le cayó al autor fue esa adaptación?

- Hice una reescritura escénica del texto, no lo modifiqué. La puesta es totalmente distinta a lo que él visionó cuando la escribía. Cuando vino a ver el ensayo general, todos estábamos con muchísimo miedo: cuando terminamos, con los ojos llenos de lágrimas nos dijo “gracias, ahora entendí la obra que escribí”.

- ¿Lo bufón permite tomar distancia de lo que se cuenta?

- Bufonear hechos complejos y violentos, con juegos y poetización sobre las situaciones, desdramatiza lo que se presenta para llevarnos a un lugar un poco más crítico y menos solemne, pero no menos punzante y doloroso, como cada uno de los hechos donde se narra en la historia. El bufón no me aleja del relato bestial sino que me pone aún más adentro de él. Permite que nos riamos ante esa brutalidad; no es una risa de entretenimiento o divertimento, sino una incómoda, que de alguna manera nos hace trascender el peligro, el vértigo y nos pone en un ligar de reflexión. Más que alivianarnos o alejarnos, lo que hace es que tomemos conciencia real de la brutalidad de los seres humanos y nos permite ver con más claridad lo que pasa. Visibiliza con más honestidad lo tremendos que somos.

- ¿La dicotomía es reír o llorar?

- La solemnidad nos pone en un pedestal que no nos deja cuestionar nada; la risa es cuestionamiento. Por eso, esta estética me pareció la forma más propicia de tratar este tema sin que sea denso y poco digerible.

- La puesta tiene elementos del teatro de Bertold Brecht...

- No fue conciente lo brechtiano, forma parte de la poética bufona, caracterizada por un procedimiento que va por la periferia hasta llegar a lo que quiere decir, pero sin llegar a tomar una posición que clausure la duda. El público termina siendo quien toma la decisión de qué poncho ponerse. El bufón te tira todas las posibilidades desde el escenario: hay quienes de enojan, otros se divierten, algunos salen espantados... Es didáctico, pero no pedagógico, de una manera amable y un poco más abierta y femenina, sin tomar un posicionamiento maniqueísta. Te intima a que tomes vos, por tu propia cuenta, tu posicionamiento; él no lo hará por vos. La escenificación de los sucesos forma parte de los lenguajes bufones. Mostrar las situaciones más temidas a la manera de un juego hace que queden claras y nos podamos reír de ellas, para luego llegar al espanto que nos permita tomar conciencia de un suceso histórico. Es un procedimiento del lenguaje teatral, que vengo desarrollando desde hace varios años.

- ¿Por qué la obra llega hasta que el cuerpo de Eva es devuelto a Juan Domingo Perón, cuando pasó aún mucho más después?

- El texto original llega hasta ahí. Luego mi viejo escribió un poquito más, cuenta lo que José López Rega e Isabelita (María Estela Martínez de Perón) hacían con el cuerpo en Puerta de Hierro, una macumba muy interesante y súperteatral, que me llegó después de que había terminado con el montaje y no la incluí. Pero me pareció interesante llegar hasta donde está ahora; lo que pasó después es un poco más conocido y no tanto así sus peripecias anteriores.

- ¿Evita descansa en paz?

- Evita no descansa en paz, no descansó nunca en su vida y en la muerte, tampoco. Nos mira todo el tiempo y putea como le gustaba hacerlo por los vaivenes del peronismo. Pero creo que esta obra, a Evita, le gusta.

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