Historias detrás de la Historia: Pablo Amín sueña con la libertad

Historias detrás de la Historia: Pablo Amín sueña con la libertad

“El crimen del hotel” (última parte)

DÍA CLAVE. Amín es retirado por policías al haber sido condenado a prisión perpetua. DÍA CLAVE. Amín es retirado por policías al haber sido condenado a prisión perpetua.

Durante 14 años de encierro, Pablo “El Loco” Amín hizo de todo en el penal de Villa Urquiza. Se transformó en una especie de emprendedor incansable que luchó contra viento y marea para lograr que se restituyan sus derechos en el infierno de la cárcel. El santiagueño fue detenido en 2007 por el femicidio de su esposa María Marta Arias. En septiembre de 2009 fue condenado a prisión perpetua y desde entonces se encuentra privado de su libertad.

El año que viene Amín estará en condiciones de solicitar salidas transitorias. Permisos que despertarán polémicas y, una vez más, dividirán a la opinión pública.

Amín permaneció 10 meses internado en el hospital Obarrio. Luego de que una junta médica determinara que era imputable, se lo trasladó a Villa Urquiza. Primero lo alojaron en la Unidad de Máxima Seguridad, por temor a que sufriera un brote psicótico, y hasta lo habían medicado innecesariamente por una patología que no tenía. Al tiempo lo fueron trasladando a diferentes pabellones, donde compartía lugar de encierro con presos comunes. “Su comportamiento siempre fue ejemplar y hoy se encuentra en un lugar donde están los presos de buena conducta y los que reciben ciertos beneficios”, explicó el secretario del Servicio Penitenciario, Juan Zaracho.

El caso Amín fue una puerta que se abrió para muchos de los que de alguna manera participaron en el juicio. En realidad, se terminó transformando en una especie de trampolín en sus carreras. Los defensores, por ejemplo, cruzaron la vereda y hoy forman parte del Poder Judicial: Roberto Flores como juez en el Centro Judicial de Concepción, y Martín Zóttoli como relator del régimen conclusional. El secretario Luis Lezana Flores, quien fue amenazado por el imputado, es auditor de la Corte Suprema de Justicia. Mario Leiva Haro, después de haber actuado como querellante, se terminó de consolidar como profesional del Derecho y los casos comenzaron a lloverle. El perito de la querella, Walter Sigler, se transformó en el director general del área de Salud Mental del Siprosa. Luis Ibáñez, que trató de calmarlo en una dependencia policial, ocupa el cargo de secretario de Seguridad. Hasta los policías que acompañaron al acusado tuvieron su “veranito”. Por custodiar al “Loco” se ganaron varios servicios adicionales extras.

Hubo otros cuyas vidas o carreras profesionales no fueron modificadas por el juicio. Los jueces Alberto Piedrabuena y Emilio Herrera Molina se retiraron, mientras que Emilio Páez de la Torre continúa en actividad. Lo mismo sucedió con los fiscales de Cámara Marta Jerez y Daniel Marranzino, que siguen actuando en casos resonantes y no tanto. Pero hubo una persona que estuvo un estrecho contacto con Amín a la que le fue mal: el guardiacárcel Roberto Rejas, condenado a perpetua por el femicidio de Milagros Avellaneda y por el crimen de su hijo Benicio. Los internos del penal aseguran que el recapturado era uno de los que siempre vigilaba a Amín. Ahora son compañeros de encierro.

Visionario

Amín no pudo sacar provecho de esta situación. Por temor o por alguna otra razón, nadie le ofreció escribir su biografía o al menos realizar una serie sobre el caso, uno de los más crueles de la historia policial de la provincia, la región y el país. Se las tuvo que valer por sí mismo. Y vaya si lo hizo. El santiagueño era considerado como el vendedor estrella de Herbalife en el NOA. Según confiaron varios de sus ex colegas, la cartera de clientes que él tenía era entre tres y cinco veces más grande que la de cualquier colega del rubro. “Era impresionante el poder de convencimiento. Como buen turco era capaz de vender sal en el desierto”, explicó un ex compañero que aún vende los productos de la firma.

A pesar de estar encerrado en la cárcel, ni bien pudo estar en un pabellón común comenzó su carrera comercial tras las rejas. Debutó como vendedor de sándwiches de milanesa. “Eran los mejores de la unidad. Los piernas hacían cola para comprarle. Pero en la cárcel todo lo bueno dura poco”, señaló Hugo Medina, compañero de encierro.

“El Loco” había recibido, por su buena conducta, una autorización para desarrollar este emprendimiento que incluía tratar con proveedores de manera independiente. Pero hubo un cambio de autoridades y se rompió el acuerdo. Algunos dijeron que fue porque los nuevos funcionarios eran muy estrictos y no aceptaban que algunos internos se apartaran ni un milímetro de las normas. Otros dijeron que habría sido obra del ex juez de Ejecución Roberto Guyot, con el que Amín siempre estuvo enfrentado. Y hay una tercera teoría: le cerraron el quiosco porque Amín no habría aceptado pagar una importante comisión por las ventas que realizaba.

Pasaron los años y el condenado a prisión perpetua volvió a recibir autorización para desarrollar ese emprendimiento. Sus milanesas fueron tan exitosas que amplió el rubro. También se dedicó a la venta de sfijas y de masas árabes, comidas mucho más elaboradas. “Le puedo asegurar que son las más ricas que he comido en mi vida”, reconoció sonriente Saracho. “Esas iniciativas no se pueden reprimir, sino que se deben alentar porque forman parte de la rehabilitación de un interno. Además, genera un efecto contagio dentro del mismo penal”, agregó el funcionario.

Después de haberse casado, Amín amplió sus emprendimientos. Él sería el que aporta las ideas y su esposa las transformaría en realidad en el mundo exterior. Se dedicaría a la compra y venta de ropa y, según comentaron sus allegados, hasta estaría probando suerte con las criptomonedas. Al parecer, el encierro lo ayudó a estudiar a la perfección cómo es el negocio del bitcoin.

A partir del año que viene Amín estará en condiciones de solicitar que se le otorguen las salidas transitorias, ya que tendrá el 50% de la pena cumplida, a lo que se suman los beneficios por haber tenido conducta ejemplar y haber realizado numerosos programas de readaptación. Pero también será ayudado por varios tecnicismos legales.

Actualmente, una persona condenada a prisión perpetua debe cumplir una pena de 35 años efectiva. Es decir, no tiene oportunidad de conseguir ningún beneficio y debe permanecer todo ese tiempo encerrado en prisión. Esa norma fue dictada años después de que Amín fuera imputado por el femicidio de María Marta, por lo que en su caso no podrá aplicarse, ya que legalmente siempre se debe aplicar la ley más benigna a favor del penado.

La Ley 24.460 establece expresamente cuáles son los delitos en los que los condenados no pueden gozar de salidas transitorias. A la cabeza aparecen los que fueron penados por homicidio agravado previsto en el artículo 80 del Código Penal. Allí claramente se lee: “se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua al que matare: a su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia”.

Pero esta norma tampoco corre para Amín. En primer lugar, porque se modificó ese punto luego de que él cometiera el crimen, por lo que aquí también se debe aplicar la ley más benigna. Al santiagueño no le endilgaron el agravante del vínculo porque él sólo se casó con la víctima por iglesia, no por civil, requisito indispensable en esa época para que María Marta fuera considerada cónyuge.

Largo recorrido

Las normas están del lado de Amín, pero eso no significa que con un solo pedido podrá comenzar a salir. Antes debe cumplir con una larga lista de requisitos. “Para la concesión de salidas transitorias deberá merituarse la conducta y el concepto durante todo el período de condena, debiendo ser la conducta y el concepto del interno, durante al menos las dos terceras partes de la condena cumplida al momento de peticionar la obtención de los beneficios, como mínimo buena”, establece la norma. Además, según la Ley 24.460, el interno debe “contar con informe favorable del director del establecimiento, del organismo técnico-criminológico y del Consejo Correccional del establecimiento, respecto de su evolución y sobre el efecto beneficioso que las salidas o el régimen de semilibertad puedan tener para el futuro personal, familiar y social del condenado”.

“Esas carpetas están confeccionadas seis meses antes de que se cumplan los tiempos establecidos para que el interno pueda realizar el pedido correspondiente. Amín, en principio, no tendría ningún problema en conseguirlo, ya que insisto, en todo este tiempo que estuvo privado de su libertad no existe ni un antecedente por mala conducta o sanción por algún tipo de delito. De todas maneras, la decisión no la tomamos nosotros”, señaló el secretario de Servicio Peniteciario. “También debo decir que el interno ya no recibe ningún tipo de tratamiento y tampoco está medicado”, añadió.

El psiquiatra Ítalo Corrado no sólo fue su perito de parte, sino que además lo siguió atendiendo durante años una vez a la semana en el penal de Villa Urquiza. “Pablo en todos estos años tuvo una conducta excelente en el penal. Sufrió un brote psicótico durante tres o cuatro días, pero el tribunal no lo entendió así. Le puedo decir que está estable, que tiene perfecta conciencia de lo que hizo y aún le cuesta entender que haya hecho algo así”, explicó.

La reinserción de Amín será progresiva. Primero comenzará a gozar de salidas transitorias acompañado por guardiacárceles cada tanto, no siempre. Después, si tiene un buen comportamiento, se le irán extendiendo los permisos y llegará el momento en que lo haga sin custodia. Por último, pasarán años hasta que pueda conseguir lo que se conoce popularmente como “salidas extramuros”, es decir, autorización para trabajar fuera de prisión.

Difícil decisión

La última palabra la tendrá la jueza de Ejecución Ana María Iácono, si es que continúa cumpliendo con esa función, ya que cubre interinamente el juzgado luego de la destitución de su par Guyot, el magistrado que les puso varias trabas a las aspiraciones de Amín. “Habrá que ver si un juez se juega y firma el permiso. No es una cuestión sencilla porque es un caso que tuvo y tiene mucha repercusión social. No hablé tampoco con la familia Arias. Pero ellos siempre quisieron que la condena la cumpla íntegramente”, señaló Mario Leiva Haro, que actuó como querellante en el caso.

“La sociedad tiene que entender que la pena no es meramente un castigo, sino la oportunidad que se le da a una persona para que retribuya el daño que generó con su accionar y se lo priva de su libertad para que se rehabilite. Y dentro de la rehabilitación aparecen los mecanismos de reinserción, como son las salidas transitorias”, explicó el psiquiatra Corrado.

En unos meses se sabrá cuál será el final de esta historia.

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