Hojeando el Diario: a un siglo del descubrimiento de la insulina

Hojeando el Diario: a un siglo del descubrimiento de la insulina DESCUBRIDORES. Best y Banting realizaron sus trabajos de investigación en la Universidad de Toronto, Canadá.
Manuel Riva
Por Manuel Riva 15 Noviembre 2021

Un 14 de noviembre de 1891 nació en Canadá Frederick Banting, quien junto a Charles Best descubrió la insulina, medicamento que le dio nuevas esperanzas a los enfermos de diabetes, porque les daba posibilidades de vivir más. Su descubrimiento se realizó a mediados de 1921, aunque hubo desarrollos e investigaciones previas de otros profesionales en el mismo sentido. Durante parte de 1922 estuvo en etapa experimental con pacientes en el hospital general de Toronto.

Nuestro diario del 6 de enero de 1923 presentaba la noticia bajo el título “Los descubrimientos de la medicina moderna” y explicaba: “ha comenzado a ensayarse en las clínicas neoyorquinas un serum descubierto por un joven médico canadiense, el doctor Banting, para contrarrestar los efectos de la diabetes”.

De esta forma los tucumanos conocieron la existencia de la hormona que ayudaría en el futuro a los enfermos a mejorar su existencia. La noticia continuaba: “el nuevo extracto está aún en vías de perfeccionamiento en el laboratorio de la Universidad de Toronto, donde trabajan en su aplicación, pero los resultados obtenidos hasta ahora permiten asegurar que se trata de un agente capaz de detener los efectos del mal, si bien no hay razones para esperar todavía que cure sus efectos de raíz”.

La noticia destacaba: “la insulina, un nuevo y ya célebre remedio contra la diabetes”. Los trabajos que se venían realizando en la Universidad de Toronto, Canadá, habían dado frutos el 27 de julio de 1921.

En julio de 1923 bajo el título “De palpitante interés” se publicó una nota firmada por el doctor Edouard de Pomiane, un científico francés de origen polaco, que decía: “toda la prensa europea sigue con interés extremo los ensayos experimentados en el Canadá, relativos al tratamiento de la diabetes por un nuevo procedimiento llamado ‘la insulina’”.

La noticia del Día de Reyes de 1923 refería que se sabía desde hacía tiempo que la diabetes resulta de una afección de las que se llaman Islas de Langerhans, del páncreas. Las secreciones que de ahí pasan a la sangre son las que permiten la asimilación del azúcar de los alimentos y cuando ellas faltan, comienzan a notarse los síntomas tan conocidos de la diabetes. El problema de obtener esas secreciones del páncreas separándolas de otros jugos dañinos, es uno por demás delicado, y tanto en esa labor como en la de demostrar sus propiedades en fisiología y en medicina es donde se han adelantado el doctor Frederick Banting y sus colaboradores canadienses”.

Premio Nobel

El 25 de octubre de 1923, los 19 profesores del Comité Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo decidieron la concesión del Premio Nobel de Fisiología y Medicina del año 1923 a Frederick Grant Banting y John James Richard Macleod del Departamento de Fisiología de la Universidad de Toronto. Lo ganaron por el descubrimiento de la insulina, según un artículo publicado por ellos en 1922, en el Journal Laboratory Clinical Medicine, con el título “La secreción interna del páncreas”, al que le siguió otro trabajo, del mismo año, en el Canadian Medical Association Journal con el título “Extracto pancreático en el tratamiento de la diabetes mellitus”.

La decisión causó polémica porque la nominación se hizo un año después de la publicación original. Generó reclamos internacionales del alemán Georg Ludwig Zuelzer, del norteamericano de Columbia Ernest Lyman Scott, que exigió reconocimiento por haber realizado experimentos exitosos antes que los canadienses; del también norteamericano, descubridor del glucagón John Raymond Murlin y, sobretodo, del médico rumano Nicolae Constatin Paulescu, cuyas investigaciones relacionadas con el descubrimiento de la insulina y su aplicación en el tratamiento de la diabetes aparecieron y se publicaron antes que los trabajos de Banting y Macleod quienes, curiosamente, citan mal su trabajo en el artículo de 1922.

Años después, Charles Herbert Best, que era estudiante en una pasantía de fisiología y bioquímica y colaborador cercano y directo de Macleod y Banting, reclamó para sí mismo la primacía en el descubrimiento de la insulina. Otro investigador que quedó por fuera de todo reconocimiento, colaborador activo y decisivo en el proceso, fue el bioquímico James Collip, que purificó el extracto pancreático para poderlo aplicar en seres humanos. Ni Best ni Collip fueron nominados al Premio Nobel.

Esperanza

La esperanza creciente para las personas con diabetes, también era noticia para nuestro diario en 1923. El trabajo de obtener la insulina, todavía en experimentación, era costoso.

“El extracto se obtiene del páncreas fresco de los animales de matadero. El procedimiento, so bien no secreto, es delicado y costoso, y debido a esto la producción del serum no es todavía muy abundante. Una conocida firma de productos químicos ha comenzado, sin embargo, instalaciones amplias para producir el extracto en cantidad que permita satisfacer una mayor demanda”, decía la crónica.

La noticia destacaba que la producción de aquellos primeros tiempos permitió facilitar muestras a algunos especialistas norteamericanos que lo han estado ensayando por algunos meses en sus pacientes más necesitados. Así, el doctor Allen, del Instituto Psiquiátrico de Morristown, Nueva Jersey, opinó que el serum Banting era uno de los grandes descubrimientos de la medicina moderna, pero que sus resultados definitivos debían dejarse a la experiencia.

La noticia añadía: “los descubridores no han pretendido haber hallado una cura para la diabetes, sino un remedio que detiene el curso del mal, permitiendo al mismo tiempo una recuperación del organismo que le dé más fuerza para resistir los efectos debilitantes de aquel”.

A continuación explicaba el proceso de aplicación por medio de inyecciones subcutáneas. Era necesaria una aplicación por cada comida y agregaba que por medio de un estudio cuidadoso de cada caso se procedía a fijar la dosis, teniendo en cuenta el avance del mal, la cantidad de alimento que se va a ingerir y las cualidades de este.

Además se planteaba la esperanza de que el serum posponga muchos casos de muerte ya cercana en casos que debieran haber quedado abandonados al régimen antiguo.

Como señaló el especialista José Costa Gil en su nota “Desde Banting, Best y Paulescu, a Degludec” de 2013: “quizás no se tenga demasiada conciencia de que en más de los 90 años que han transcurrido desde su descubrimiento, son impresionantes los progresos que se han producido desde el extracto pancreático (de Banting y Best) y la sustancia de Collip, hasta los análogos de insulina que van aportando día a día nuevas posibilidades al tratamiento del paciente con diabetes”.

Hacia mediados del siglo XX, los pacientes con diabetes mellitus a los 10 años de edad habían prolongado su esperanza de vida en 34 años adicionales; en 26 años para aquellos diagnosticados a los 30 años, y, en ocho años adicionales a los diagnosticados a los 50.

El 27 de julio de 1921 se logra sintetizar la hormona que trajo esperanza a los enfermos de diabetes

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