Sin Messi no es igual
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Sin “Leo” Messi, y sin la pelota (o sin profundidad), Argentina pierde brillo. Es un equipo de batalla. Pero en la batalla, justo es decirlo, luce fuerte. Impone finalmente su plan de juego. Y, con la racha cambiada tras la conquista de la Copa América, además tiene suerte. Porque los palos ahora le juegan a favor. Y porque, cuando el gran arquero Emiliano Martínez, figura del equipo, tiene una falla, la pelota, aunque se le cuele entre las piernas, termina igualmente en sus manos. Es bueno probarse en el sufrimiento, en la dificultad. Pero tampoco es bueno acostumbrarse a eso. Porque, sabemos, habrá rivales superiores que sabrán aprovechar los errores.

De alguna manera, el triunfo 1-0 del viernes en Montevideo se pareció al de la final de Copa América contra Brasil en el Maracaná. Mismo resultado. Gran gol de Ángel Di María. Y un Messi liviano o ausente. Es cierto, no es menor advertir que, en ambos casos, Argentina terminó llevándose los tres puntos en la propia casa de un clásico rival. Y que, si bien sufriendo, en ambos casos pareció terminar imponiendo su propio plan. Brasil casi no tuvo ocasiones de gol en el Maracaná. Uruguay sí las tuvo el viernes. Pero en Montevideo, en la media hora final, Argentina creó tres ocasiones claras. Y cerró con la impresión final de que el partido estaba más cerca del 2-0 que del empate.

Es lógico que un equipo no sea el mismo si cuenta o no con su as de espadas. Y más aún si ese as de espadas se llama Messi. Pero lo que ante todo no es igual es el planteo táctico. Argentina juega más retrasada. Puede tener la pelota (en el primer tiempo contra Uruguay tuvo 72 por ciento de posesión), pero la tiene en su campo. No arriesga. No es profunda. Y aparecen las fisuras. Es cierto, en los dos partidos que estamos hablando, el local, más obligado, presionó alto y asumió la iniciativa, empujado por su gente, por la necesidad o porque jugó mejor. Argentina se refugia entonces en las manos del “Dibu” Martínez y en la presencia por momentos imperial del “Cuti” Romero, que gana los duelos individuales pero también busca siempre la salida clara. El viernes, más que Messi, se sintió tal vez la ausencia de Leandro Paredes. Su reemplazante, Guido Rodríguez, no tiene la misma precisión con la pelota. Y la Selección la pierde seguido.

Qatar está ahora a un paso, la Selección volvió a ganar contra un clásico y estiró su invicto a 26 partidos. Es cierto que el triunfo fortalece. Pero también puede resultar engañoso. Tal vez había sido también algo engañoso el triunfo lucido 3-0 ante el mismo Uruguay un mes atrás en el Monumental. Porque Uruguay (lo confirmó anoche) atraviesa una de las crisis más difíciles en la larga gestión del “Maestro” Tabárez y hasta corre serio riesgo de quedarse afuera de Qatar tras haber sido la selección sudamericana, con Brasil, de mejor rendimiento promedio en los tres últimos mundiales.

El martes en San Juan será otra cosa ante Brasil. Es cierto, Brasil ya está clasificado y Argentina casi. A ambos les está quedando chica Sudamérica. Pero es el clásico. Habrá que ver cómo llega Messi. Su liderazgo renovado en la Selección lo impulsó a venir también para esta doble fecha eliminatoria, aún a costa de la protesta de su equipo, PSG, que lo está disfrutando poco porque a “Leo” le está costando el doble trajín de selección-club. Lo más probable es que, si Argentina gana anticipadamente el boleto a Qatar, Messi deba estar más atento a PSG, que además estará iniciando duelos más decisivos en la Champions. Es decir, Lionel Scaloni tendrá tal vez nuevas ocasiones para probar a la Selección sin Messi. Todo un desafío. Seguir construyendo el camino, y fortaleciendo la ilusión, a un año del Mundial de Qatar.

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