Recuerdos de anoche y un deseo pensando en el martes

Recuerdos de anoche y un deseo pensando en el martes

MUCHA LUCHA. La escena resume de alguna forma el partido. Las fricciones y el juego cortado fue una constante. MUCHA LUCHA. La escena resume de alguna forma el partido. Las fricciones y el juego cortado fue una constante. REUTERS

Imaginemos el Argentina-Brasil del martes, pensando en el Uruguay-Argentina de anoche. Y mientras lo hacemos, hagamos un pedido: que por el sólo hecho de ser los dos mejores equipos de las Eliminatorias, nos otorguen el placer de ver jugar al fútbol que nos gusta, que haga olvidar rápido lo que se vio en Montevideo, sobre todo en el primer tiempo.

Es que eso de jugar al gato y al ratón es una propuesta que no luce, ni atrapa, ni siquiera brinda la posibilidad de disfrutar de tanto buen futbolista que había en el campo de juego. Está bien que la necesidad de los uruguayos forzó las cosas hacia el lado oscuro de una competencia que no otorga treguas. Está bien que el enorme gol de Di María le dio a los argentinos el margen para tomarse las cosas con cierta calma. Pero es que entre tanta interrupción, tanta pelota jugada hacia atrás, tantas brusquedades, tanta simulación, uno termina sintiendo que lo que debía ser un partido de fútbol, quedó sólo en un deseo (aunque en el segundo tiempo hubo un poquito de esmero por cambiar las cosas).

Vayamos al martes. Brasil -en unas Eliminatorias al trotecito y con un plantel riquísimo-, expondrá el invicto al igual que Argentina -algo más exigida y también con jugadores de altísima calidad-. ¿Será mucho pedir que los dos se saquen de encima tanta histórica rivalidad, tanta permanente sed de revancha (sobre todo del visitante después de la caída en la Copa América) y nos regalen un espectáculo acorde al nivel de sus plantillas? Como se dice, la esperanza es lo último que se pierde.

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