“La vuelta de San Perón”: una familia y una época

“La vuelta de San Perón”: una familia y una época

Hoy se proyectará el filme de Carlos Müller en la sala Caviglia, con la presencia del director, que antes dará un charla sobre los cineclubes.

REGISTRO DE ÉPOCA. Carlos Müller reconstruye relaciones familiares y sociales de 1973 en su largometraje. REGISTRO DE ÉPOCA. Carlos Müller reconstruye relaciones familiares y sociales de 1973 en su largometraje.

Desde los turbulentos días de 1973, una mujer de rostro sufrido mira a la cámara y dice: “Mi nombre es Norma Teresa Cuevas de Aresta. Tengo 37 años. Soy madre de 17 hijos”. Vive en condiciones de extrema pobreza y deposita su esperanza en que el regreso de Juan Domingo Perón, tras 18 años de exilio, obrará el milagro de cambiar su vida y la de su familia.

Cuando llegó a manos de Carlos Müller, programador de un cineclub, el misterioso corto no tenía títulos ni créditos. Dentro de una caja de pizza que en la tapa llevaba escrito “San Perón”, había permanecido oculto, extraviado, hasta que Müller lo proyectó, despertando la sorpresa y admiración del público. Luego lo difundió a través del programa “Filmoteca” de Fernando Martín Peña, en la Televisión Pública, y entonces aparecieron los autores: Héctor Aure y Walter Operto. Lo habían filmado para un proyecto documental de Canal 7 durante la breve presidencia de Héctor Cámpora. Más tarde se contactaron los hijos de Norma.

Con el tiempo, nació en Müller la idea de hacer un largometraje. “La vuelta de San Perón” (62 minutos, estrenado en 2019) se proyectará hoy a las 20, en la sala Hynes O’Connor (San Martín 251) con entrada gratuita.

Organizada por el Taller de Roles Audiovisuales II (dirección) de la Escuela de Cine, de la UNT, y coordinada por Gustavo Caro, la proyección contará con la presencia del director, que también disertará -a las 18.30, en la misma sala- sobre “Preservar, difundir y producir: el rol de los cineclubes”.

Perspectiva humana

En diálogo con LA GACETA, Müller comentó que, después de ver el documental, en los comentarios del público predomina la palabra “emoción” y además opina que es una historia bien contada.

“Si bien por su título está presente la política, es una película donde las tintas están cargadas en lo humano -aclaró-. En ella se destaca el poder evocador del cine, que es capaz de traer la imagen de una madre que ya no está y entregar un mensaje que funciona como una cápsula en el tiempo, desde una época de ebullición en lo que era la militancia política de todos los grupos relacionados con el peronismo.

- ¿Fue complicada la realización de su primer largometraje?

- Me llevó unos cuatro años, entre todo lo que fue el proceso de conseguir la financiación del Incaa y los tiempos lógicos de conocer una familia y ganarme su confianza, porque es un material muy sensible. Hay testimonios íntimos, sobre todo de los hijos menores, que son los que pudieron conocer a su madre gracias a ese poder evocador del cine. Norma murió en febrero de 1978, como consecuencia de un accidente, que en un primer momento parecía insignificante.

- ¿Ya tenía experiencia como cineasta?

- Hice cortos y trabajos institucionales, tengo una productora, pero éste es mi primer largometraje. Ahora estoy preparando otro, esta vez de ficción, sobre un guión de mi autoría. Es sobre una relación conyugal de una pareja de separados que tiene un encuentro en las Sierras de Balcarce, cerca de Mar del Plata, previo a que ella se vaya de viaje y luego de que él ya ha cambiado mucho de vida.

- ¿Hoy es más difícil que antes obtener financiación de Incaa?

- El Incaa y sus sistema de financiación quedaron muy atrasados en el tiempo. No se aggiornaron a lo que es la producción cinematográfica actual y sigue teniendo esa lógica de ente público, que es un elefante burocrático. Lo integran muchísimas personas que tienen poco que ver con el cine. Es decir, que no miran cine, no saben de cine y no les interesa. Y el sistema de distribución del instituto también es malo, porque no permite un recupero genuino, sea en plataformas digitales o con espectadores en las salas. Lo que percibe el realizador es un subsidio que nunca le permitiría hacer una película.

- ¿Qué rol cumple hoy un cineclub?

- La misión inicial del cineclub de antes era la de llevar al público un material al que habitualmente no tenía acceso. Hoy eso cambió, porque en la jungla de internet se encuentra casi todo. Actualmente, lo que hace un cineclub es ofrecer un lugar de encuentro donde se pueda ver cine como un hecho social. Y también se vuelve muy importante la figura del programador. Es en quien los espectadores confían, porque muchas veces no tienen mayores referencias sobre la película. Siempre funcionan muy bien los ciclos de grandes directores, pero hay gran lugar para la sorpresa.

- Su cineclub Dynamo (funciona en Capital Federal y en Mar del Plata) ¿qué tipo de material difunde?

- De la filmoteca Buenos Aires y de las embajadas de Japón y de Francia. Cine argentino e internacional, películas de grandes directores, algunas rarezas en cortometraje y a veces fragmentos de películas desconocidas. Lo que nosotros pasamos tiene que ver con el cine de revisión. Gran parte de nuestra memoria audiovisual todavía está por descubrirse. Hay mucho material desconocido que es propiedad de escuelas, bibliotecas, instituciones o dependencias del Estado. Hay que emprender una tarea activa para salir a buscarlo.

Tucumán en 1930

Además de la charla y de la proyección, Müller trae un material fílmico digitalizado en 4K para donarlo al archivo de la Escuela de Cine y Video de la UNT. Son imágenes de Tucumán de 1930 que fueron filmadas, durante un paseo turístico, por una familia de apellido Camuzzi.

En el cortometraje se pueden ver paneos de la plaza Independencia, la Casa de Gobierno, el parque 9 de Julio, Villa Nougués y el ingenio San Pablo, entre otros lugares.

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