De la música a la poesía, en un viaje que se retroalimenta

De la música a la poesía, en un viaje que se retroalimenta

Gabriela Agüero habla de “La mordedura”, libro editado por Puerta Roja. El sufrimiento como camino a la felicidad... y viceversa.

USINA DE ESCRITORES. Agüero publicó su primer poemario de la mano de la pujante edición independiente.  USINA DE ESCRITORES. Agüero publicó su primer poemario de la mano de la pujante edición independiente.

Las editoriales independientes siguen aumentando el caudal de autores y autoras de Tucumán, a caballo de una agenda de publicaciones que no menguó su intensidad a lo largo del año. En el caso de Puerta Roja, el juego se abrió para Gabriela Agüero y sus poemas agupados en “La mordedura”, a los que ella define como dientes que se clavan en la carne para poder sobrevivir a la penuria de su propia oscuridad. Agüero es docente, compositora, profesora de piano, diplomada en Gestión y Proyectos Culturales e investigadora. El libro -primero que publica- pasó por el tamiz editor de Gabriel Gómez Saavedra. La poeta tiene mucho para contar acerca del proceso que llevó sus creaciones al papel.

- ¿Con qué se encuentran los lectores/as al abordar “La mordedura”?

- Con el hambre voraz de dos personajes, cuya vida los azota y los eleva... El lugar que los rodea está devastado, y ellos van buscándose entre las ruinas de alguna ciudad perdida de Rusia. Siguiendo de alguna forma, el impulso que los arroja, esa necesidad de llenar los vacíos que cargan y que parecen agujeros pesados. Hambre del cuerpo del otro, y una saciedad inalcanzable. La felicidad o el equilibrio con el mundo pareciera traducirse en un canibalismo sutil en algunos momentos, oscuro en otros, y desesperado; esa existencia que buscan aliviar también es sostenida por una lucha constante contra esa sociedad de concreto y gris que los mira con ojos normativos. El conflicto de este poemario, es el conflicto de aquellas tensiones sexuales que nos marcan desde la primera infancia, es el conflicto que aún el humano sostiene con esta sociedad “civilizada” y con este “marco occidental”, impuesto y contra natura. “La Mordedura” son esos dientes que se clavan en la carne para poder sobrevivir a la penuria de su propia oscuridad.

- Es el primer poemario que publicás. ¿Cuál es tu recorrido previo en el campo de las letras?

- Este primer poemario físico es en realidad el segundo que he creado, el primero no ha sido todavía publicado y por cuestiones organizativas decidí encarar esta segunda producción para ser editada. El recorrido inicial en el campo de letras empezó en la niñez y a través de la lectura; leer era la posibilidad segura de ser dueña de mis mundos creativos, entonces para crearlos debía escribirlos y dibujarlos, y así empecé con algunos cuadernos donde inventaba cuentos, realizaba pequeñas historietas, algún que otro poema, hasta llegar a escribir largas ficciones durante los veranos. En ese momento estudiaba música, específicamente piano, pero por alguna razón me encontraba más identificada con la escritura, con la oscuridad barroca de autores como Horacio Quiroga, Manuel Mujica Láinez, Gabriel García Márquez, Antón Chéjov, Milan Kundera, Miguel Ángel Asturias, etc. Después me llegó la poesía tajante, filosa y carnosa de Marosa di Giorgio, Gioconda Belli, Federico García Lorca, María Belén Aguirre, Juan Gelman, Zhivka Baltadzhieva y una larga lista de poetas búlgaros, rusos y ucranianos que me han inspirado.

- ¿Cuáles son los temas sobre los que escribís?

- Tal vez la temática que de alguna forma se encuentra pintada en mis escritos es la desgracia/esperanzadora, la dualidad del sufrimiento como vehículo a la felicidad y viceversa. Hay algo que percibo en las sombras de la mente humana que me parece un paraíso amplio de describir, entonces cuando era chica intercambiaba la lectura de cuentos por la lectura de artículos de psiquiatría, por alguna razón la locura y la palabra eran sinónimos para mis ojos.

- ¿Qué le brinda a tu poesía tu condición de música?

- En mi caso las construcciones artísticas son como dibujar un mundo del revés. Para escribir recurro a la música, para componer música me imagino una seguidilla de escenas visuales, para dibujar uso la palabra, un concepto, etc; no llego a esos mundos que surgen en mi cabeza a través del uso de reglas y herramientas propias de cada disciplina. Como estudié Bellas Artes en la UNT, mi mente de alguna forma usa todo para alimentar las búsquedas y las exploraciones que emprendo, no puedo ver el arte como diversos idiomas expresivos, y por ende la composición artística, en mi caso concreto, deriva de una misma fuente para todo. Una especie de sinestesia que me vincula conmigo misma y con el afuera. Entonces, por supuesto que la música influye en mi escritura, porque primeramente fue acompañante de mis lecturas, esa simbiosis que se dio naturalmente hoy se mantiene viva.

- ¿Cómo llegás a Puerta Roja y qué le aporta la editorial a tu libro?

- La trayectoria de Zaida Kassab y Daniel Ocaranza viene marcando un camino muy interesante dentro de la producción literaria tucumana, como también la difusión de las nuevas generaciones de escritores a través de las dos editoriales independientes que han gestado en estos últimos años, Falta Envido y Puerta Roja. El haber participado en los ciclos literarios que organizaron desde mi rol como poeta y como espectadora fue muy importante para mí a la hora de elegir quién o quiénes iban a guiarme a dar luz al primer poemario. Dicho libro fue una construcción/estética/física/colectiva con Zaida, cuyo resultado me enorgullece, porque como en todo paso nuevo, dicha acción se ve empañada a veces por miedos e inseguridades, la pregunta constante: ¿cómo es sacar un libro? ¿Cómo saldrá? Las respuestas son maravillosas y han superado mis expectativas.

- ¿Te reconocés como parte de un colectivo de autores/as sub-40 de Tucumán?

- He leído a muchos escritores tucumanos, a los contemporáneos y a aquellos que han dejado huellas en la literatura de nuestra cultura, y el elemento interesante de descubrir es la diversidad de sus estéticas, de las temáticas y por supuesto, la forma de cada uno de vincularse con la escritura. Me han influenciado autores como Inés Aráoz, María Belén Aguirre, Alicia Burdisso, Lorenzo Verdasco, Pancho Galíndez, Ariadna Chavez o Ricardo Gandolfo. Por un momento podría pensarse que escribo de mundos que no son los actuales, de mundos que representan otros lenguajes un poco antiguos; pero la vida, los horrores como los destellos florecidos han sido los mismos durante la historia humana, sólo que han cambiado de envase y la literatura se ha encargado de mostrar esas diferentes formas.

- ¿Cómo analizás el campo cultural tucumano durante esta lenta salida de la pandemia?

- Si bien la pandemia afectó a nivel económico el sostenimiento de la efervescencia creativa, de a poco va recuperando su ritmo original. El golpe estructural a las manifestaciones artísticas no es solo consecuencia de la covid-19 sino también de los últimos años de Gobierno nacional, que fueron desmantelando todo lo referido a las políticas culturales. A los artistas, especialmente aquellos independientes, les ha sido dificultoso sostener espacios y crear nuevas expresiones y ámbitos de producción. Aún así, han sido las voces fundamentales para que la pandemia sea sobrellevada de manera más amable por el pueblo, han construido nuevas formas de arte, han llegado a puntos tal vez inimaginables, fueron puentes entre las personas, puentes necesarios, y una vez más se confirmó la importancia del arte en la vida humana.

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