¿Por qué tomarse la molestia de organizar debates?

Álvaro José Aurane
Por Álvaro José Aurane 04 Noviembre 2021

En 2019, el célebre politólogo Adam Przeworski publicó un ensayo de título provocador: ¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones? El intelectual nacido en Polonia en el dificilísimo 1940, y hoy nacionalizado estadounidense, funda su pregunta sobre la base de premisas críticas: los resultados de los comicios, en muchos casos, generan más disensos que consensos; su mecánica es denunciada como “injusta” para numerosas fuerzas políticas; en sociedades profundamente desiguales, la elección enfrenta obstáculos insalvables; y durante el día de la votación, los hechos están muy lejos de los ideales originarios de la práctica electoral.

Frente a semejante panorama, Przeworski no rehuye a dar una respuesta al interrogante que titula esa obra que publicó tres años después de recibir el título de Doctor Honoris Causa en la UNT: “El mayor valor del mecanismo eleccionario, que basta para que lo apreciemos, es que al menos en ciertas condiciones nos permite procesar con relativa libertad y paz civil los conflictos que surgen en la sociedad”, describe. Los comicios, dirá, previenen la violencia.

Anoche, en “Panorama Tucumano”, ese valor político se vio, a escala, durante el debate de quienes encabezan las listas de candidatos a senadores. Los cinco postulantes llevaron propuestas, reproches y posturas que entran en conflicto. Pero pudieron procesar esas diferencias en paz y con libertad.

Desde el inicio, cada uno fue con una meta. Pablo Yedlin fue a polarizar contra Germán Alfaro. El intendente de JXC acudió a polarizar contra el diputado del FDT. Ricardo Bussi (FR) concurrió a romper esa lógica binaria, planteando que uno y otro son peronistas. Martín Correa planteó otra divisoria de aguas: el FIT como lo único diferente. Federico Masso, del Frente Amplio, desplegó su estrategia de que la opción es por encima de cualquier grieta.

A la hora de los proyectos, expusieron propuestas igualmente irreconciliables. En materia de seguridad, Bussi planteó “tirar a la basura los manuales garantistas y la doctrina zafaroniana”. En materia de la reforma laboral, Correa planteó una oposición indeclinable contra la eliminación de la indemnización por despido. En cuanto a combatir la desocupación entre los jóvenes, Masso postuló una jornada educativa extendida para capacitarlos y para alimentarlos. Alfaro propuso la eliminación progresiva del impuesto a las ganancias, comenzando por los jubilados. Yedlin defendió la conversión de los planes sociales en trabajo genuino a partir de los proyectos concretos que baraja el oficialismo nacional.

Claro está, no sólo de iniciativas vive el político.

Yedlin responsabilizó de la crisis actual a las políticas económicas del macrismo y sus consecuencias sociales. Alfaro sentenció que los gobiernos provinciales del Frente de Todos convirtieron a Tucumán en la provincia más pobre del NOA. Y a sus habitantes, en los más envidiosos de la región. Bussi sostuvo que la crisis es hija del “despilfarro peronista” y cuestionó el tamaño del Estado provincial y municipal. Correa remarcó que es tiempo de que a las crisis las dejen de pagar los trabajadores y la comiencen a pagar los industriales y los empresarios y los bancos. Masso reivindicó los derechos de los trabajadores y dejó a salvo a emprendedores y Pymes.

Y después de gritarse en varios tramos, y de cruzar acusaciones sobre el financiamiento de las campañas o la pertenencia a un espacio político, se saludaron cuando todo terminó. Uno por uno.

El debate valió la pena. Acabadamente.

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