Rugby femenino: Aguará y un regalo divino

Rugby femenino: Aguará y un regalo divino

Historias ocultas de un gran logro.

INOLVIDABLE. Andrela, con la Virgen de Urkupiña en la mano, se abraza con Florencia Moreno después de ganar el Nacional. Alan Roy Bahamonde INOLVIDABLE. Andrela, con la Virgen de Urkupiña en la mano, se abraza con Florencia Moreno después de ganar el Nacional. Alan Roy Bahamonde

El 27 de octubre de 2007, exactamente una semana después de haber terminado el Mundial de Francia, Aguará Guazú veía la luz en Aguilares. O mejor dicho, la veía de nuevo: aprovechando la espuma que había dejado el histórico tercer puesto de Los Pumas, un grupo de gente revivió el proyecto Aguará, que había intentado imponer el rugby en la ciudad a principios de los 80. Hoy, a 14 años de aquel día, el presente encuentra al “Zorro” del sur en proceso de crecimiento institucional y deportivo, reflejado en su segunda participación en el torneo de Primera con su equipo masculino y con el nombre del club amplificado a nivel argentino luego de que su equipo femenino se consagrara campeón del Nacional de Clubes.

Un logro histórico para el club, del que Andrela Agüero tuvo el orgullo de ser la capitana, aunque ella se plantea en que eso es un detalle, que ella es sólo una más dentro del equipo. “Todas trabajamos por igual”, aclara ella, que en los primeros días tras la vuelta estuvo casi afónica a causa de un golpe en la garganta y de tanto que festejó con sus compañeras en el regreso a Tucumán.

De hecho, esa vuelta fue una de las tantas historias de fondo que tuvo la consagración nacional de Aguará. “Mucha gente nos fue a recibir cuando llegamos, pero justo ese día estaba el presidente (Alberto Fernández) en Aguilares, así que creo que la mitad de la ciudad estaba en ese evento y la otra mitad estaba con nosotras, ja ja”, cuenta Andrela.

Otra de las postales del detrás de escena fue todo el camino previo hasta llegar al Nacional. No fue lo que se dice un lecho de rosas, partiendo por el hecho de que la inactividad por la pandemia había desmantelado el plantel que en 2019 ganó el Regional. “Empezamos el año siendo tres mayores y dos juveniles. ‘Opi’ (Florencia Moreno) fue llamando una por una para que vuelvan. Sin equipo, ella se iba a tener que buscar otro club porque juega en el seleccionado nacional, y no se quería ir de Aguará. Y así pasamos de casi cero a tener 30 mayores y 40 juveniles”, destaca.

Recursos humanos había, pero económicos no. “Nos habíamos endeudado hasta la cabeza para comprar el equipo blanco con el que jugamos el Regional. Pero para viajar al Nacional no teníamos nada. Hicimos bonos para pagar la ropa alternativa y los estribos. Encima, unos días antes nos enteramos que también viajaban las juveniles, así que hubo que salir a pedir prestadas camisetas de chicas que ya no jugaban, y los chicos del plantel superior nos prestaron la alternativa. Al final, viajamos apenas con 10.000 pesos, que se gastó todo en hielo. Un sponsor nos dio facturas para el viaje y otro los refrigerios”, cuenta Andrela. Así, todo bien a pulmón.

Una jugadora más

Sin embargo, la gran historia escondida en la intimidad del festejo fue la de la Virgen de Urkupiña (una advocación de Bolivia) que Andrela llevó consigo al viaje, y que terminó siendo casi una jugadora más. La imagen le llegó a la capitana de manos de sus padres. “Nos la regaló un amigo, y se la dimos a Andrela para el Regional”, cuenta Ligia Pelle, mamá de Andrela y manager del equipo. “Yo no soy muy creyente, pero la llevé al Regional que se jugó en Cardenales, porque habíamos tenido muchísimas lesiones a lo largo del año y un poco de ayuda no venía mal. Estuvo todos los partidos encima de una conservadora mirando hacia la cancha y nos clasificamos”, recuerda Andrela, que no dudó en incluir a la Virgen cuando armó el bolso para el Nacional. “Allá hicimos lo mismo: estuvo encima de una conservadora al costado de la cancha mirando nuestros partidos. Y cuando tuvimos que jugar en otra cancha, la Virgen también vino. Cuando jugamos la semifinal con Alberdi, el partido estaba trabadísimo, y Lucas (Bustos, el entrenador) iba y venía al costado de la cancha pidiéndole a la Virgen que nos ayudara. Cuando Mayra (Aguilar) metió el try, él agarró la Virgen, se subió a un poste y empezó a gritar ‘¡Vamos Aguará!’. Hasta en las charlas técnicas estaba la Virgen. Mi mamá me había dicho que además de muy milagrosa, era muy alegre, muy fiestera. Y parece que así es, porque nos la pasamos cantando, bailando y divirtiéndonos durante todo el torneo”, asegura.

El triunfo tuvo una dedicatoria muy especial: para su primo Alejandro Danieli Pelle, jugador de Los Tarcos que lucha contra un cáncer. Y además, tuvo un deseo: que el rugby femenino continúe creciendo: “me da miedo de que el día de mañana se pierda todo lo que conseguimos. Ya hay equipos que desaparecieron y nosotras también estuvimos a punto de hacerlo. Es importante trabajar en juveniles e infantiles, queremos que el rugby femenino siga vivo en la provincia”.

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