Las fotos muestran los surcos entre los unos y los otros

Las fotos muestran los surcos entre los unos y los otros

Una exposición con numerosas imágenes da cuenta del pasado y del presente de la industria azucarera.

REGISTROS. Las luchas obreras para defender la fuente de trabajo y las chimeneas que comenzaron a desaparecer en distintas localidades tucumanas.   la gaceta / fotos de jorge figueroa REGISTROS. Las luchas obreras para defender la fuente de trabajo y las chimeneas que comenzaron a desaparecer en distintas localidades tucumanas. la gaceta / fotos de jorge figueroa

El arte contemporáneo habla del presente desde el presente mismo; con distintos lenguajes, es cierto, y comprendiendo que ese estado, imposible de capturar, también nos llega configurado con las huellas del pasado. Un tiempo que siempre está.

“Surcos” se llama la exposición de fotografías que en el MIA (Museo de la Industria Azucarera, en Parque 9 de Julio) aspira a exhibir parte del ADN tucumano, con sus marcas aquí y allá: la construcción del azúcar, pero también del relato; los relatos. “El surco se abre como una herida en la tierra que nos habla de nuestra pasado e interpela nuestro presente”, escribe el curador Diego Aráoz.

No hay dudas de que “Surcos” se merecía otro espacio; con mayores dimensiones que permitan la distancia necesaria para observar las obras o la misma ubicación de ellas, por ejemplo. El guión curatorial es claro y no se plantea (precisamente) desde los discursos legitimados socialmente, se puede adelantar.

OBSEQUIO DE JULIO ROCA. Un lote de 500 indios para la zafra. la gaceta / foto de diego aráoz OBSEQUIO DE JULIO ROCA. Un lote de 500 indios para la zafra. la gaceta / foto de diego aráoz

Para un observador poco atento tal vez sorprendan los retratos sociales de madre e hija, propietarias de ingenios (aunque debe prestarse atención a la ironía), mientras que a pocos metros un video carga en sus imágenes el sacrificio del trabajo del zafrero, de las mujeres, de los niños; en fin, de la explotación obrera (cerca, Ramón Teves ubica el retrato de una familia cañera en la mesa de la cena). Los unos y los otros.

Los artistas del movimiento Tucumán Arde (de 1968), en el que no participaron tucumanos (se exhibe una pequeña parte del archivo), llegaron con sus registros, grabaciones y filmes a París, antes que se conocieran en el centro de Tucumán, a fines de ese mismo año. Faltaba “Changuito cañero”, la “simpática” canción de Palito Ortega que elogia el trabajo infantil, para las imágenes de Magui Ponce y de Julio Pantoja.

“Maloja”, de Gabriel Varsanyi, no necesita mostrar la caña de azúcar o los sufridos rostros; Sebastián Rosso exhibe lo que fue y quedó de una industria con y sin chimeneas. ¿Memoria? Y lucha por existir, como se puede observar en la serie de Marcelo Brodsky, en blanco y negro, y algún que otro color.

Las fotoperformances de Adrián Sosa, “el artista del cañaveral”, y la escena del carro cañero de Ina Casanova (con una imponente composición piramidal) dan cuenta, de modos distintos, del trabajo en vivo. Esteban Pastorino y Nicolás Sáez traen del pasado fotografías estereoscópicas que anulan la frontera entre la realidad y la ficción tomadas con un dron en el ingenio San Pablo: el pasado en la fotografía registra en 3D la misma fábrica que dejó de ser (la instalación se hizo en 2018 en el MUNT).

EN LA PANTALLA. Niños zafreros, entre el duro trabajo y el juego.  EN LA PANTALLA. Niños zafreros, entre el duro trabajo y el juego.

La exposición además, brinda un valioso aporte para estos días sobre quién fue Julio Roca (el mismo que la escultora Lola Mora incluyó en el bajorrelieve en la jura de la Independencia, cuando no había nacido todavía, y que se exhibe pomposamente en la Casa Histórica). Un recorte del diario La Razón (archivos y memorias publicadas por la Universidad de Río Negro) de fines del siglo XIX da cuenta de la industria azucarera: decenas de indios son “donados” por Roca a grandes propietarios y familias enteras serán los primeros obreros.

Por estos días que se han escrito numerosos artículos sobre el Bicentenario de la Industria Azucarera, bien vale la visita de “Surcos”. Una muestra que da cuenta de una realidad.

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