Y si se toman en serio algunas cosas

Y si se toman en serio algunas cosas

Todos los días la realidad tucumana despabila a la sociedad. La primera reacción es tratar de que nada se note. Y, si es posible se busca que nada cambie. La política, por lo tanto, llega tarde o se olvida de esos sucesos.

Carlos Ruiz Zafón era uno de esos locos lindos que además de tener una prosa magnética se ocupaba de coleccionar dragones y eso seguramente lo hacía más noble. Este barcelonés se fue en el año en el que la pandemia de Covid-19 se llevó a todos por delante. Pero Zafón se fue porque el cáncer se había ensañado con él maliciosamente. Después de morir empezaron a publicarse algunos de sus cuentos que quedaron atrapados en un libro póstumo titulado “La ciudad de vapor”. En uno de sus textos (El príncipe de Parnaso) se cruzan algunos personajes de sus novelas. En la página 100, uno de ellos se habilita la disquisición entre la tragedia y la comedia y la respuesta es la siguiente: “La comedia nos enseña que la vida no hay que tomarla en serio y la tragedia nos enseña lo que pasa cuando no hacemos caso de lo que la comedia nos enseña”.

Sin la erudición ni la creatividad de Zafón no podemos dejar de ver que tanto la comedia como la tragedia son protagonistas de la literatura, pero también parte de nuestra vida.

Esta semana, hubo un día de miércoles, que para peor –y para los cabuleros- era 13. Cerca de la 10 de la mañana Gerónimo Helguera tomó un arma y salió a matar en las calles de Yerba Buena. Y mató a Mariela Márquez, una joven madre de tres niños (una de 6 años, otra de 16 y uno de 11 añitos) que ese día de miércoles lo único que había hecho era ir a trabajar. El dolor y la tristeza eterna –e inexplicable- les hará pasar hoy uno de los peores días de su vida.

Malos recuerdos

Cuando Gerónimo Helguera iba al secundario eran un adolescente flaco al que más de uno solía hacerle bromas. Se reían. Soltaban carcajadas como si todo fuera una gran comedia que divertía a todos, a espectadores y a protagonistas. Para Helguera era una tragedia.

Esta semana cuando mató a Mariela los policías les escucharon decir un apellido que después los propios compañeros comentaron que se trataba de alguien que no había ido al curso (era mayor) y que además no se habría ensañado con él.

Los mismo chicos –que en realidad ya no lo son- empezaron a reconstruir algunos momentos de martirio para Helguera. Uno de ellos recordó cuando lo escupían. Mientras estaba sentado algunos se ponían saliva en las manos y se las lanzaba. De esa manera, Helguera no se daba cuenta hasta que se levantaba y veía toda su ropa salpicada.

Otro ex compañero rememoró cuando una tarde en el colegio Gerónimo llorando comentó que él sabía que en su casa había un arma calibre 22 y que uno de esos días la llevaría para matar a quien lo acosaba. Por entonces, el hombre que hoy es un asesino, tenía 14 o 15 años y era uno más del curso de 4° año del Colegio Boisdrón.

Los griegos estaban seguros de que a través del teatro (papá de la comedia y de la tragedia) el espectador hacía catarsis. Entendiendo e identificándose con lo que veían en el escenario encontraban sentido y explicación a sus padecimientos. Tal vez en una especie de parodia de aquellas catarsis es que algunos ex compañeros de Gerónimo Helguera comentaron algunas vivencias. Estaban asombrados de algunas reacciones de adultos que querían esconder el bullyng. También, sorprendidos de cómo rápido tanto la muerte Mariela como el infierno de Gerónimo eran manipulados para ganar posiciones en tribunales, tan propios de las grietas y de los relatos de hoy. Ellos, como espectadores privilegiados en una primera fila de la vida habían podido ver con claridad a la comedia y a la tragedia. Y ahora, empezaban a entender las enseñanzas de una y de otra, como aquel personaje de la página 100 del libro de cuentos de Zafón.

La catarsis los liberaba y así todo cambiaba al punto de que se terminaba solucionando el mal. Pero lo curioso es que en esta sociedad la catarsis es difícil porque antes de ver el problema se miran los actores y su entorno y después se buscan encontrar los culpables.

Sin habla

Algo así pasó con la decisión de Aníbal Fernández de agredir al humorista Nik a través de un tuit. Este se sintió ofendido y agredido por el ministro de Seguridad de la Nación. ¿No basta que ello ocurra para analizar el tema y tratar de encontrar una solución o un encuentro? Indudablemente, no.

Es que las disculpas y las agresiones no se ven, como el bullyng. Los que saben recomiendan que ante estos episodios de agresiones propias de la adolescencia lo más importante es hablar. Contar lo que les pasa. Gerónimo Helguera no encontró muchos que lo escuchen. Nik y Aníbal Fernández, tampoco. Todos se pusieron detrás de uno o del otro para seguir la batalla de todos los días y si es en las redes donde no se pone el cuerpo y todo es más lúdico, mejor. Allí el bullyng es tan dañino como en el patio de un colegio. La diferencia es que a veces los adolescentes no siempre tienen conciencia de sus actos, en cambio, un ministro está obligado a tenerla.

Manzur no corre, vuela

Con tantos sacudones de la vida cotidiana pasan inadvertidos hitos del almanaque. Esta semana que nunca más volverá se cumplió apenas un mes desde la celebración de las PASO… Cuesta creer todo lo que sucedió en ese lapso.

¡Han transcurrido tan pocas semanas de la imagen del Manzur al frente del gobierno provincial repasando obsesivamente el territorio, mientras veía desvanecerse la ilusión de aplastar a su enemigo íntimo en una proporción de 3 a 1 o 4 a 1! Cuando se abrieron las urnas a más de uno le costó asimilar la realidad política.

Para el PJ provincial, la confusión era mayúscula, en especial para el manzurismo, empeñado en mostrar lo que se supone era obvio: que le había ganado a Jaldo, pero ello, sin poder evitar que éste quedara sin un lugar de preminencia en la lista. Cumplido el objetivo, era obvio que se trataba de una candidatura testimonial, lo cual al parecer ya está naturalizado pues nadie dijo ni mu.

Entre el lunes y el martes siguientes a la primaria del 12 septiembre cada uno acomodó sus trebejos para el gran partido de ajedrez que se venía. Pero, al amanecer del día siguiente Manzur, que hasta poco antes parecía angustiado por la posibilidad del descenso, fue intempestivamente eyectado a las grandes ligas.

¿Intempestivamente? A la luz de los hechos posteriores pareciera que no todo fue tan espontáneo y es factible sospechar que Manzur tejió paciente y largamente una red de acuerdos y alianzas de todo tipo que desnudan una vocación de poder de alto voltaje.

Apenas instalado en la Jefatura de Gabinete se empezó a murmurar que el hombre aspira a ocupar también el sillón de Rivadavia, sostenido en un entramado de poder concentrado, tanto económico como político y sindical.

Jorge Asís, devenido en influyente comunicador político, recorre sin descanso los estudios de la TV nacional, difundiendo las habilidades y virtudes del “Menemcito” tucumano. No es un apodo inocente, ni casual. Según Asís, Manzur se parecería al riojano en que viene del interior profundo y se asienta en su carisma, transformándose en una suerte de oximorón del sistema porteño de poder.

Lo cierto es que Manzur, por las dudas se aferra a los elementos de poder tucumanos, mientras tantea el horizonte nacional. El sillón de Lucas Córdoba es indiscutiblemente el símbolo de poder históricamente indiscutible. Ahora, que el tiempo ha pasado el avión también es el gran talismán. Por las dudas eso tampoco abandona el gobernador licenciado. A él se subió sin importarle el escándalo y se fue los Estados Unidos para acompañar a Guzmán en su gestión ante el FMI. Quiere actuar como la llave que abrirá las puertas de secretos centros de decisión global que presionen al organismo financiero mundial a aceptar el acuerdo que proponga la Argentina.

Las pocas semanas que faltan hasta las elecciones de noviembre correrá mucha agua bajo el puente, en una apuesta desesperada del gobierno nacional por revertir el revés de las PASO.

En todas las hipótesis, la figura de Manzur parece agrandarse, favorecido por las circunstancias:

1)Si el Frente de Todos recupera terreno (acercarse a los guarismos de Juntos por el Cambio en lo que se podría interpretar como empate), él podrá decir que se debió a la impronta de gestión que le imprimió al gobierno nacional.

2)Si por el contrario, no se revierte, todas las flechas apuntarán al presidente y por elevación a su mentora, la vicepresidenta. En palabras de Asís: “rescatar a Fernández es causa perdida”.

La pregunta inevitable es: ¿hay un plan de un sector significativo del establishment de poder para instalar a Manzur en el máximo sitial de decisiones? La respuesta también parece inevitable para el oficialismo.

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